James Lovelock, pionero del ecologismo, falleció el 26 de julio pasado, en su 103er. cumpleaños. Estaba en su casa de Abbotsbury, Dorset (suroeste de Inglaterra). Médico, meteorólogo, escritor, inventor, químico atmosférico y ambientalista inglés, alcanzó la fama por la hipótesis Gaia.
Lovelock dio a conocer dicha hipótesis en 1969, planteando que el planeta actúa como un organismo que se autorregula, y al cual los humanos dañan con sus actividades.
Además ayudó a tomar conciencia sobre los riesgos para el clima por parte de los combustibles fósiles, la contaminación industrial y los gases nocivos en la capa de ozono.
Buen padre, con humor travieso y apasionado por la naturaleza
En el comunicado que dio a conocer la familia se dice que “para el mundo, era conocido como un científico pionero, profeta del clima y creador de la teoría de Gaia”, mientras que para los suyos “fue un esposo amoroso y un padre maravilloso con una curiosidad ilimitada, un sentido del humor travieso y pasión por la naturaleza”.
Hasta pocos meses antes de su defunción podía caminar por la costa cerca de su casa, en Dorset, y ofrecía entrevistas. Su salud se resintió después de una fuerte caída a principios del corriente año y por complicaciones derivadas finalmente murió.
Fue un científico independiente, controvertido por sus trabajos y mensajes. Lovelock trabajó en Estados Unidos y el Reino Unido, y abogó por medidas contra el cambio climático, entre ellas el uso de la energía nuclear, mucho antes de reconocerse que hay una crisis por el calentamiento global.
En Estados Unidos llevó adelante diversas investigaciones en la Facultad de Medicina de la Universidad de Baylor, en la Universidad de Harvard y en la Universidad de Yale, donde desarrolló un detector de captura de electrones para hallar contaminantes, dispositivo sin el que “quizás no se hubiera detectado la destrucción de la capa de ozono hasta que hubiera sido demasiado tarde”, según expresó Tim Flanerry, paleontólogo, ambientalista y conservacionista australiano.
Para Flanerry, Lovelock “era encantador, honesto y sorprendentemente sincero; nunca aceptó una plaza universitaria, aunque muchos se lo habrían ofrecido con gusto. Vivía de los derechos de autor de sus libros e inventos, de las becas de visita y de trabajos por encargo, incluida una larga colaboración con los servicios secretos británicos. Su carrera académica fue muy poco convencional pero extraordinariamente influyente”.
Lovelock estaba en el Jet Propulsion Laboratory de la Nasa en Pasadena (California) cuando recibió los primeros análisis de las atmósferas marciana y venusiana. De inmediato se dio cuenta de que eran muy distintos de la atmósfera terrestre porque estaban en equilibrio con la geología del planeta. Y concluyó que tanto Venus como Marte eran planetas muertos.
Sin embargo, la Tierra es un sistema vivo que trabaja para mantener la atmósfera en un desequilibrio violento con la geología del planeta. Lovelock comprendió que esta era la firma de la vida y que ello podría ser muy útil para la búsqueda de otros planetas vivos.
Hipótesis Gaia
Acerca de la famosa hipótesis, los seguidores de Lovelock afirman que desde el clásico de Alfred Russell Wallace, de 1903, “El lugar del hombre en el universo”, no se había propuesto una teoría tan audaz y holística.
Desde su publicación atrajo a detractores. Sin embargo, la obra es en realidad un análisis riguroso y lleno de cifras del funcionamiento de la Tierra al más alto nivel.
Entre sus conclusiones, Lovelock expresó que “el clima y las propiedades químicas de la Tierra ahora y a lo largo de su historia parecen haber sido siempre óptimos para la vida. Que esto haya sucedido por casualidad es tan improbable como salir ileso de conducir con los ojos vendados en medio del tráfico en hora punta”.
En los últimos tiempos Lovelock se convirtió en un destacado activista contra los combustibles fósiles. En 2006 predijo que, si seguíamos usando los combustibles fósiles al ritmo actual, la humanidad podría extinguirse fuera de los refugios del norte lejano, como Groenlandia, donde quizá sobrevivirían, con suerte, mil millones de personas.
Actualmente, cuando se suceden inundaciones, incendios, sequías y oleadas de calor que afectan a nuestra civilización son pocos los que le quitan credibilidad.
Flanerry destacó que “James Lovelock fue una inspiración y un mentor”, advirtiendo que “hoy en día la ciencia está compartimentada, es colaborativa, es regulada y revisada de forma que los inconformistas no encajan bien. Sin embargo, existe una necesidad imperiosa de este tipo de personas, especialmente de aquellas capaces de adoptar una visión holística, por muy arriesgada e incierta que sea a veces”.