Andrés Tarazona
El comienzo de un nuevo ciclo, sea una nueva relación, un nuevo curso o un nuevo año, genera, de forma natural, la tendencia a marcarnos objetivos y plantearnos cómo lograr alcanzarlos.
Respecto a un nuevo comienzo del año, aspectos como el deseo de mejorar la salud, de adquirir un nuevo conocimiento, de lograr más tiempo libre, disfrutar más de los seres queridos o de mejorar aspectos más internos como la autoestima, la atención o la perseverancia, son algunos de los impulsos más comunes.
El sentimiento de un nuevo comienzo genera en todos una vibración muy concreta y que nos prepara y enfoca en el logro de aquello que nos hemos marcado.
Esta vibración está vinculada a la calidad de nuestras relaciones familiares y de nuestra salud.
Tanto es así que muchos de los retos que nos proponemos y no logramos están alineados con conflictos familiares. Lo mismo ocurre en el origen de algunos problemas de salud.
Tomar consciencia del valor que la calidad de la relación con nuestra familia aporta a nuestra salud y a nuestras proyecciones de futuro nos ayuda a plantearnos, ante cada nueva idea de salud o de anhelo personal, si el origen del nuevo deseo tiene la base de una relación sana con la familia o puede contener algún tipo de búsqueda inconsciente de aprobación o de huida.
Una vez que logramos la paz en las relaciones familiares, nuestras ideas de mejorar surgen desde nuestra esencia y no desde nuestra inconsciencia.
Cuando esta visión la llevamos a nuestro hogar, nos encontramos con un escenario muy similar a nuestra experiencia interior.
Nuestro hogar es un reflejo de nuestro mundo interior y sobre él proyectamos tanto nuestra consciencia como nuestra inconsciencia.
Un hogar que nos facilita la paz interior y la serenidad es un reflejo de nuestra propia paz y luz personal.
Un hogar que nos incomoda o nos genera tensión es un reflejo de la forma que vivimos en nuestro interior.
Es por ello que en los hogares donde hay buen clima o salud familiar es más fácil cuidarse, tener hábitos saludables y ser constante con los objetivos que nos marcamos.
Tanto si vives en familia, en pareja o si vives en soledad, si observas que te cuesta mantener hábitos saludables, si te cuesta ser constante o si tienes tendencia a proyectarte en objetivos poco realistas o que te desgastan en lugar de aportarte vida, te recomiendo que pongas atención a cómo está reflejada tu energía familiar en tu hogar.
Tratar de mantener a la vista recuerdos agradables, fotos y objetos que te inspiren a honrarla y cuidar las relaciones favorecerá tu propia proyección.
Por otro lado, la fortaleza y la salud de todos aquellos muebles que nos sustentan –sillas, sofá, cama, taburetes– son un reflejo de la fortaleza y la salud de nuestros vínculos familiares. Cuidarlos aumenta tu Luz y tu vibración interior.
Por mucho que a veces sintamos la necesidad de alejarnos de nuestras raíces para crecer, siempre nos seguirán nutriendo.
La aceptación y el agradecimiento son las claves del orden familiar para una evolución y proyección llenas de salud.