Andrés Tarazona
Concebirnos como seres de luz puede parecer que nos identifica únicamente a nivel espiritual, pero si pudiéramos observar cualquier fragmento de nuestra anatomía bajo la visión ampliada de un microscopio lo suficientemente potente como para llegar a ver nuestros átomos, veríamos que a nivel físico también estamos compuestos de partículas de luz vibrando en diferentes frecuencias.
Desde este punto de vista, la idea de elevar nuestra vibración adquiere un nivel más amplio ya que con ella aumenta nuestra luz y un parámetro fundamental asociada a ella: la lucidez.
La lucidez podríamos contemplarla como un estado psicológico, psíquico o incluso emocional, pero en un aspecto amplio y profundo, la lucidez es la capacidad de ver con claridad, y aquí, la consciencia a la hora de poner el foco es fundamental para determinar lo que vemos. Sobre todo, cuando vivimos bajo algún tipo de presión.
Imagina el siguiente escenario:
Una persona está estudiando o trabajando en su escritorio, que se encuentra frente a una pared y bajo un estante. Parece estar enfocada en su ordenador portátil, en su cuaderno o en sus libros, sin embargo, cada pocos minutos pone su foco de atención en el teléfono móvil y siente, además, la necesidad de levantarse y salir de la habitación para divagar por la casa.
Puede parecer un escenario tan habitual para tantas personas que se puede llegar a normalizar, pero imagina ahora que tuvieras la capacidad de percibir la vibración de ese escenario y pudieras observar:
- Cómo el estante de la pared emite una vibración de presión hacia abajo emitida por la mera gravedad de su peso.
- Cómo una parte de la vibración de la persona se enfoca en lo que tiene delante y en lo que pretende hacer, pero otra parte de su vibración (conectada a su intuición) percibe la presión que ejerce el estante sobre el ambiente y comienza, a nivel inconsciente, a percibirlo como una amenaza y mantiene la atención sobre él.
- Cómo, ante la fuga de energía que siente la persona por atender conscientemente lo que tiene delante e inconscientemente lo que percibe como presión o amenaza, se agota y necesita salir o evadirse para recargar su vitalidad.
Ante este escenario tan común, como interiorista, una solución eficaz que recomiendo es dar la vuelta al flexo que ilumina la mesa (o poner una luz extra que realice la misma función) para iluminar, desde abajo, el estante y reducir con esta luz la interferencia de la presión que ejerce sobre el ambiente.
De esta forma la persona gana más lucidez sobre lo que realmente desea ver, integrar o proyectar delante de sí misma.
Ahora, si llevamos este ejemplo cotidiano a aspectos más sutiles, como conducir bajo la presión de un horario, trabajar bajo la presión de un objetivo, vivir bajo presión económica o educar a un hijo bajo la presión de la familia, la pareja o la expareja, podemos comprender mejor por qué divagamos o nos cansamos tan a menudo.
Cuando tu foco atencional intuye una presión, tu nivel de vibración disminuye debido a que debe tratar, inconscientemente, de mitigar sus efectos, disminuyendo con ello tu lucidez y provocando tu divagación.
Siguiendo el ejemplo de la luz enfocada hacia el estante, si en estos casos tu luz (tu capacidad de amar, tu oración, tu perdón…), en lugar de enfocarla únicamente hacia lo que tienes delante, la orientas de modo consciente hacia lo que sientes que te presiona, podrás
percibir cómo disminuyen los efectos de la presión sobre tu vida, favoreciendo, paradójicamente, que tengas más lucidez para gestionar lo que tienes frente a ti.
La capacidad de poner amor hacia la incomodidad, en lugar de ponerla para escapar de ella, es equivalente al nivel de luz y amor que aumenta en ti.
En esto, tu hogar y su luz pueden convertirse en tu propia inspiración.