Ganas más haciendo menos

La experiencia del actor Benedict Cumberbacht al practicar meditación

Benedict Cumberbacht, protagonista de las series “Sherlock” y “Dr. Strange”, desveló una faceta suya al explicar cómo el control de la respiración, a partir de la práctica del buceo libre y la meditación, le han conducido a una vida más plena y feliz.

Con motivo del minifilm “In a breath” (En un respiro), realizado en Nueva Zelanda, y de otras actividades, cinematográficas y publicitarias -el reloj que el Doctor Strange le puso en su día en la muñeca pertenece a la manufactura Jaeger-LeCoultre-, el famoso actor expresó que “la meditación es una buena herramienta para conseguir estirar el tiempo: sientes que ganas más haciendo menos” y cree que “se trata de la calidad del tiempo y de cómo lo gastas, más que de cuántas cosas puedas hacer en cualquier momento dado”.

 

-Desde la manufactura le propusieron hablar de “la desaceleración del tiempo”…

-Justo al comienzo de la crisis de la Covid me reuní con el equipo de Jaeger-LeCoultre para ahondar en ese tema y vimos que el buceo proporcionaba una visión muy interesante, puesto que bajo el agua no rigen las prisas de los móviles y las redes sociales sino las reglas universales e inmutables. Es un tiempo extraño.

-Distinto, ¿en qué sentido?

-Es un tiempo extraño que cambia, una experiencia apasionante. De veras que el agua estira el tiempo, de alguna manera se siente más largo y se te hace tan raro que necesitas revisar tu reloj para saber cuánto más puede durar tu inmersión.

La gran suerte es que, ya que estaba con la filmación con Jane Campion de “El poder del perro” en Nueva Zelanda, en un descanso de mi agenda pude no solo bucear… sino aprender a bucear.

-¿Por qué lo propuso si no sabía bucear? ¿Cómo se mete en esos líos?

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-Bueno, yo propuse bucear, pero no hacer buceo libre… Fue un malentendido, sin embargo tiramos adelante. Tenía una idea de cómo hacerlo, ya que un par de amigos bucean en apnea y además soy un gran fan de la técnica de respiración de Wim Hof,  que trata de aumentar la capacidad de oxígeno para contener la respiración y que, por supuesto, es un elemento clave del buceo libre. Me pusieron un instructor de seguridad que me guiaba durante el día. Así que todas esas cosas ayudaron y descubrí que me encantaba.

Ha sido una experiencia maravillosa, enfocada, aislante, lenta y obviamente inmersiva. Eres solo tú, tu aliento y algunas pesas, te sientes muy unido a tu cuerpo (y a tu reloj: en esas circunstancias te da mucha seguridad) de una manera muy natural.

-¿Cómo ha ido cambiando su percepción del tiempo a lo largo de su vida?

-Cuanto más envejezco, más tiempo dedico a tomar decisiones sobre con quién trabajo, en lugar del rol; quién me empujará en una dirección nueva. Intento hacerlo siempre con grandes artistas y personas que me han inspirado.

 -¿No ha sido siempre así?

-Sí… el comienzo de mi carrera es muy similar a lo que es ahora, en el sentido de que cada trabajo se siente como un regalo. Nunca se me escapó la emoción de ganar lo que al principio era un salario digno por hacer lo que más amo, por convertirme en un actor que podría pagar sus facturas; buscar el próximo trabajo sin mirar por encima del hombro a nadie y conseguir, poco a poco, el creciente reconocimiento por mi trabajo y por la persona que lo hace, a mi persona, sin tener por eso que cargar con la peor parte del peso de la fama.

-¿Qué es la fama?

-Es el resultado de muchos factores, aunque no siempre el de ser bueno en lo que haces y tener audiencia. Lo que no admito de la fama es que la audiencia vaya a todas partes de tu vida. Lo realmente difícil es lograr el equilibrio correcto y por supuesto me honra que la gente me reconozca o me pida un selfie o un autógrafo… siempre que no me insulte. Lo que no me gusta es estar eternamente expuesto.

-¿Cree que le roba demasiado tiempo?

-No, creo que he sabido separar muy bien carrera y familia y amigos y que por suerte tengo tiempo para todos.

-¿Cómo consigue estirar el tiempo? ¿Es un poder que le ha transmitido el doctor Strange?

-Bueno, sí y no… (risas). En realidad es saber priorizar, saber hacer más o menos. La meditación es una buena herramienta para conseguir esa práctica: sientes que ganas más haciendo menos. Creo que se trata de la calidad del tiempo y de cómo lo gastas, más que de cuántas cosas puedas hacer en cualquier momento dado. Estoy aprendiendo a no excederme en la programación y a trabajar hacia un uso más puro del tiempo.

-¿Qué beneficios obtiene durante la práctica de meditación?

-Creo que la espiritualidad tiene algo de gran utilidad pragmática. Hago respiración consciente y un poco de yoga Nidra si he tenido una noche de sueño irregular o interrumpido. Intento hacerlo por la mañana cuando tengo una práctica constante, probablemente sea el mejor momento. Pero es genial hacerlo al final del día solo para aterrizar, alejarse de un día ajetreado y aliviar una mente ocupada.

También es genial a la mitad del día si las cosas se ponen frenéticas porque supone un reinicio maravilloso. Además no tiene que ser por mucho tiempo, aunque lo ideal es invertir de 25 a 30 minutos, un poco, incluso solo diez minutos también sirve para mucho. Y cuando es realmente bueno, sucede una de esas cosas raras, como en la película; una meditación guiada de 5 minutos puede parecer una media hora debido a lo concentrada que está, vas disminuyendo tu respiración y tu ritmo cardíaco, y de manera extraña en esos momentos en realidad ganas más tiempo.

-¿Dónde ha aprendido todo eso?

-Hice mucho trabajo en mi última película sobre el subconsciente, pero también el tiempo y la meditación personal me han llevado a ello, sobre todo el haber conocido a un instructor de meditación en particular, un tipo fantástico, que me habló de una de las meditaciones que tenía que ver con que el tiempo en todas las partes del cuerpo era diferente.

El cerebro intestinal reconoce cosas antes que la corteza cerebral. El cerebro de la garganta a veces reconoce cosas antes que el cerebro que creemos que está en el asiento del conductor para formar palabras.

Quiero decir que es asombroso cómo hay diferentes pulsos, conexiones y tiempos trabajando en tu cuerpo en cualquier momento. Toda la meditación realmente está volviendo a un punto de enfoque inmóvil, evita que seas reactivo, lo cual es realmente bueno.

-Dicen que de joven vivió en un monasterio…

-Sí, viví en un monasterio tibetano, era una casa nepalí reconvertida, cerca de Darjeeling en el oeste de Bengala, que curiosamente está en el este de la India. Es un terreno asombroso sobre una plantación de té a unos 4.000 metros de altura. La habitación en lo alto de la casa que habitaba, donde había nubes rodando en las ventanas como hielo seco, era un templo budista cuyo idea del ritual y la estructura del día era fascinante. Por supuesto, las lecciones más profundas se referían a la impermanencia.

Eso es lo que me aporta la meditación… y ahora el buceo y esa pelea por no ser un esclavo del móvil, sino sentir el tiempo en mi corazón y en la muñeca.

Fuente: Margarita Puig Boronat (La Vanguardia)



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