Meditación en hospitales

Diálogo con el Dr. Avdesh Sharma, invitado de Brahma Kumaris y ponente del Congreso Mundial de Psiquiatría, en Madrid

Aurelio Álvarez Cortez

El doctor Avdesh Sharma, ex presidente de la Asociación India de Psiquiatría Privada, junto a su mujer, la doctora Sujatha D. Sharma, participó del Congreso Mundial de Psiquiatría realizado el mes pasado en Madrid. Previamente, en visita a Valencia, ambos profesionales disertaron en actos organizados por Brahma Kumaris. TÚ MISMO dialogó con el doctor Sharma en torno de estudios sobre meditación y psiquiatría, la industria farmacéutica, y la necesidad de un cambio en el modelo de atención sanitaria.

En el comienzo de la charla, el doctor Sharma expuso su experiencia en la aplicación de la meditación en el ámbito hospitalario. “Actualmente hay estudios –dijo–, cuyos resultados están disponibles, que demuestran cómo pueden mejorar las constantes fisiológicas, por ejemplo la presión sanguínea, las pulsaciones, y cómo se reduce la tensión muscular y mapeos cerebrales que también mejoran. Todos estos parámetros los comprobamos en una persona totalmente relajada, en estado meditativo. Si lo aplicamos en un hospital, en una persona que medita regularmente bajo supervisión, después de 16 semanas podemos ver cómo se producen cambios duraderos en estos cuantificaciones físicas y también psicológicas, como menor índice de ansiedad, de pensamientos negativos repetitivos, disminución del estrés, mejora del sueño, mejores relaciones interpersonales y menos deseos en adicciones”.

Al aclarar que la meditación no sólo es para pacientes, el profesional señaló que “quienes enfrentan y se ven afectados por problemas que acaban quemándolos en su trabajo son los mismos médicos y enfermeras, y considerando que en el tratamiento lo más importante no es la medicina sino quien la da o la aplica, si la persona encargada es estable, hace un mejor trabajo y aún más si lo ha probado, puede guiar más adecuadamente al paciente”.

Especial énfasis puso el doctor Sharma al expresar que “para tener beneficios a largo plazo debemos asegurarnos de que en el futuro no haya una recaída, y que sí se produzca un cambio profundo en la forma de pensar, en el estilo de vida, de interactuar. Para eso debe haber un cambio de conciencia, permanente. Por tanto una cosa es meditar para tratar la enfermedad y otra es para sentirse bien“.

Del mismo modo, consideró que en Estados Unidos, de las 175 asociaciones médicas existentes, un 70% “ha empezado a incorporar este tema, así como otros relacionados con la espiritualidad” y que “el 8% de la población hoy día medita por razones de salud porque sus compañías de seguros saben que así se ahorran dinero en la cobertura médica. Es menos costoso enseñar meditación que pagar un tratamiento”, agregó.

Acerca del descrédito en que ha caído la industria farmacéutica en los últimos tiempos, el psiquiatra indio habló abiertamente para destacar que “los productos farmacéuticos se necesitan, pero no en la forma en que dicen que deberíamos utilizarlos. En gran parte, esta mala fama se debe a que la gente siente que los medicamentos son impuestos, por la industria o los médicos, innecesariamente”. Tras aceptar que “es innegable que para las infecciones precisamos medicinas, por ejemplo”, en otros muchos problemas de salud, “a menos que haya un cambio de estilo de vida, con los fármacos sólo logramos que la gente continúe siendo paciente toda su vida y cronifique sus enfermedades. En los libros de medicina, especialmente para las enfermedades psicosomáticas, diabetes, presión arterial, depresiones menores, males cardíacos, se prescribe el cambio estilo de vida, disminuir el estrés, perder peso, mejorar la dieta, dejar las adicciones, pero en la práctica no se hace. De modo que cuando se presenta un síntoma, se receta una pastilla”, lo cual “quita el poder de las personas, las hace dependientes”. Por este motivo, añadió, “que la gente aprenda a tomar el control, hacer mejor las cosas, no significa ir en contra del médico, sino ir en su ayuda. Si las compañías farmacéuticas hacen menos dinero, lo siento, yo estoy muy cómodo con este criterio”.

En promedio, prosiguió diciendo el doctor Sharma, “el precio de un medicamento de marca, de calidad, en India es aproximadamente el 10% de lo que vale en otros países. A la vez, los genéricos en particular cuestan el 10% con respecto a los de marca. Sabemos entonces que los beneficios de las multinacionales farmacéuticas son cuantiosos con respecto al coste real. Muchas empresas indias están exportando masivamente, y esos precios son muy inferiores en relación con los que se venden para Europa y América”.

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Otro peligro que corren los pacientes, antes mencionado por el médico, fue la cronificación de las enfermedades como objetivo de la industria. “Los laboratorios quieren que sus medicinas sean utilizadas por el paciente el resto de su vida, por ejemplo en casos de colesterol elevado, tensión arterial alta, enfermedades cardíacas, diabetes, depresión, etcétera. Muchas de ellas se reducirían con lo que estamos hablando y una de las razones por las que no se prescribe es que nadie se beneficia”.

A continuación, el doctor Sharma compartió resultados obtenidos de un reciente estudio sobre meditación y enfermedades cardíacas, realizado en Montagu (India). “No sólo se encontraron mejoras significativas en el 70% de los casos, sino que se pudo reducir la cantidad de fármacos que tomaban, e incluso se registraron mejoras en pacientes con bloqueos arteriales”.

De los 120 pacientes que participaron en esta investigación, y que utilizaban sustancias como tabaco, alcohol, cannabis, opiáceos, después de practicar raja yoga (meditación), el 84% pudo dejarlas en el primer mes; luego, a los tres meses, esa cifra subió al 96%. “En mis 30 años de profesión no he visto semejantes resultados –ponderó– y si hubiéramos alcanzado la mitad de los resultados, hubiera sido también significativo”.

Por último, consultado si estaba a favor de un cambio en el modelo de atención de salud, el médico psiquiatra fue contundente: “Sí, porque los sistemas de salud están fallando en todo el mundo”, respondió. “Para cubrir sus costes de atención –añadió– están pidiendo más dinero, incluso en EE.UU., Reino Unido o Australia. El problema se debe a que abordamos este tema de una forma muy estrecha: se atiende con terapia superficial y no vamos profundamente a la persona y la comunidad. Todas las culturas han tenido sistemas que enseñan cómo estar sano, en términos de salud mental, espiritual, social, y hemos olvidados estas tres cosas; nos hemos centrado únicamente en la salud física. A menos que rescatemos tales enseñanzas, en el futuro fallarán los sistemas de salud y no podremos administrarlos. Antes de que suceda, debemos introducir cambios, menos costosos, absolutamente reales, más aceptables por las personas y que ayudan a toda la comunidad. Esto puede suponer que habrá menos dinero para las farmacéuticas, los médicos y los políticos, pero creo que ellos se pueden sacrificar”.



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