Mentalidad fija o de crecimiento

“Si eres alguien cuando tienes éxito, ¿qué eres cuando no lo tienes?”

Alejandro Ferro

Tener “inteligencia” no es sinónimo de éxito asegurado. En ámbitos como el educativo o el laboral, por citar algunos, esto ya es sabido y reconocido. Porque en lo que se conoce como éxito entran en juego otros elementos, como las creencias. Y este fue un tema de estudio de Carol Dweck, psicóloga afamada y profesora de la cátedra Lewis and Virginia Eaton de Psicología Social en la Universidad Stanford.

Dweck investigó lo que pudo definir como mentalidad fija y mentalidad de crecimiento, demostrando, principalmente, que las creencias no expresadas conspiran contra las posibilidades de autoconfianza, felicidad y éxito. 

Por un lado, la mentalidad fija considera las cualidades personales como si estuvieran talladas en piedra, mientras que la de crecimiento las ve como parte de una amplia gama de posibilidades.

Los genes solo son una fracción de la ecuación que concierne a la inteligencia, el resto es el entorno. Por ejemplo, un estudiante puede tener una gran capacidad para resolver desafíos en su aprendizaje, pero para llegar a un nivel donde se le reconozca a futuro un oficio o profesión deberá entrenarse mucho.

No obstante, quienes poseen una mentalidad fija a menudo admiten que el test del cociente intelectual las defina para el resto de sus vidas, en tanto que los que tienen mentalidad de crecimiento no aceptan que se pueda anticipar qué harán o cómo evolucionarán en función de una estimación evaluativa.

En círculos formativos se comenta habitualmente la anécdota protagonizada por un entrenador de equipos que les preguntó a sus dirigidos si querían “ser alguien o hacer algo”, es decir, “ser especiales o ser alguien que desarrolle su potencial para influir positivamente en los demás”.

Para los de mentalidad fija no alcanzar los objetivos previstos puede representar que el trabajo realizado no ha valido la pena, al tiempo que para los de crecimiento lo importante es haber perseguido algo importante, por lo cual no haber llegado a obtener el resultado anhelado no significa una frustración porque han disfrutado la experiencia.

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Autoestima

Y Dweck, en este punto, se introduce en el campo de la autoestima. Pregunta: “Si eres alguien cuando tienes éxito, ¿qué eres cuando no lo tienes?”. El fracaso parece menoscabar a los primeros de una forma que nunca podría afectar a los segundos.

La psicóloga pone como ejemplo a dos destacados periodistas de importantes medios norteamericanos (The Washington Post y The New Republic), Janet Cooke y Stephen Glass, que inventaron historias por las cuales incluso Cooke recibió un premio Pulitzer. La conclusión de Dweck fue que ambos profesionales, jóvenes talentosos y abatidos, cayeron por la presión de la mentalidad fija.

Dweck también profundiza en las mentalidades y los niños, dando unas pistas claras sobre qué actitud (o expresiones) deberían tomar los adultos ante las capacidades o talentos demostrados por los pequeños.

En concreto, si a un niño lo ponderamos diciéndole que es un genio o muy inteligente, para él esto podrá significar algo así como “posees unas características muy especiales y las estoy calificando”. Posible consecuencia: cuando vuelva a demostrar lo suyo no intentará nada difícil por temor a no dar la talla o superar un reto. También, a depender de los elogios.

En cambio, si se le enseña a amar los desafíos, a sentir interés ante los traspiés, a complacerse con el esfuerzo y a continuar aprendiendo, “contará con una manera de construir y reparar la confianza en sí mismo”. Es decir, hay que expresarle que es capaz de dar mucho más, con calidez y sin crítica o juicio alguno.

Por eso es comprensible que las personas con mentalidad de crecimiento se identifiquen por el gran deseo de sumar conocimientos, plantearse retos y asumir ocupaciones que exijan más de sí mismos, estimulados por una curiosidad que los de mentalidad fija están lejos de entender.

Filosofía budista y concepto de flujo

El pensamiento de Dweck coincide con la filosofía budista de que en nosotros hay poco (o nada) que permanezca inmutable. En efecto, quienes tienen una mentalidad de crecimiento poseen la aptitud de alcanzar mayor éxito porque se adecuan continuamente al entorno y es menos posible que se encasillen en grandes ideas que resulten ser erróneas.

La mentalidad de crecimiento se apoya en los hechos, los conocimientos y la retroalimentación, más allá de lo que pensemos que sea verdad.

La teoría de esta reconocida psicóloga se relaciona con el concepto de flujo, de Mihaly Csikszentmihalyi. El flujo es el estado mental en el que nos encontramos cuando estamos participando en una actividad muy importante para nosotros, que realizamos por ella misma y no por las recompensas que nos pueda significar.

Y algo más para tener en cuenta: la reinvención y el descubrimiento continuos harán que sigamos siendo útiles y valiosos para los demás.



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Stanislav Kondratiev
de Unsplash