Aurelio Álvarez Cortez
“La nuestra es una época de encuentro entre Oriente y Occidente, y también una época de encuentro entre religiones, filosofías y escuelas de psicología. Es, por otra parte, un tiempo de encuentro entre ciencia y religión, psicoterapia y educación; un tiempo que nos permite anticipar el surgimiento de una disciplina del crecimiento integral”. De este modo inicia la introducción de su libro “Psicología de la meditación” Claudio Naranjo, famoso médico psiquiatra chileno, que se radicó en Berkeley, California, EE.UU., luego de encuentros con el filósofo y místico Oscar Ichazo (creador del Sistema Arica) y el antropólogo Carlos Castaneda (célebre por la zaga de Don Juan).
Para Naranjo, el conocer a Ichazo a mediados de los años 70 del siglo pasado marcó su vida. “Fue un paso de conocimiento, un salto cuantitativo a otro estado de conciencia, como lo es hoy el lama que orienta mis pasos”, afirmó.
Y pudo conocer a Castaneda gracias a un amigo en común, en Estados Unidos. Para ese tiempo “ya estaba preparado para entender el fenómeno humano como algo más que mente y palabras”.
Máximo exponente de la terapia gestáltica, con sólida formación psicoanalítica, se lo consideró sucesor de Fritz Perls, creador de dicha corriente psicológica, a quien Naranjo recordó como “más que un chamán, un terapeuta salvaje“.
Naranjo viajó por países del hemisferio Norte coordinando grupos de estudio formados por profesionales en su mayoría.
En España, especialmente, desarrolló su trabajo orientado al acercamiento psicoespiritual que realizó inicialmente en el Instituto Sat, en Berkeley.
En ocasión de un congreso internacional de Gestalt, en junio de 1993, en Buenos Aires, acompañado por su compañera Suzana Stroke, mantuvo el siguiente diálogo sobre el autoconocimiento a través del eneagrama -diagrama de nueve puntos o fases de una dinámica abstracta que puede aplicarse a todo proceso de desarrollo, en este caso el psicológico-, además de los fundamentos del llamado “Proceso Fischer-Hoffman”, y la meditación como medio terapéutico.
-Doctor Naranjo, ¿en qué consiste el trabajo que desarrolló en base al eneagrama, para abordar el autoconocimiento?
-Es una visión de la personalidad humana en torno a cuáles son las motivaciones neuróticas fundamentales. En psicología, lo que prima todavía es la concepción freudiana de las vicisitudes de los instintos. Pero en el eneagrama se reconocen como motivaciones fundamentales neuróticas a las mismas que aparecen en los pecados capitales de la tradición cristiana, más otras dos: el miedo y la falsedad.
En este sistema interactivo, la idea es que uno de los componentes (léase pecados capitales) predomina sobre el resto, según el tipo de persona. Como en la “Divina comedia” del Dante, existe un infierno de los avaros, otro de los iracundos, etcétera, del mismo modo que también hay un infierno personal, un purgatorio personal, y la potencialidad de llegar, a través de esa transformación de energía, a un paraíso personal, un modo de experiencia cumbre.
-Otro método que usted utiliza para abordar los conflictos, y que además ha recibido su aporte, es el llamado “Proceso Fischer-Hoffman”. ¿En qué principios lo fundamenta?
-Todo el mundo tiene un problema amoroso, de no haber recibido tanto amor como se supone. Por otra parte, vivimos en una época oscura, de deficiencia amorosa mucho más allá de lo que se reconoce. Tenía razón Freud cuando planteaba la idea de la neurosis universal, de que todos sufren una patología que tiene que ver con las experiencias recibidas en la primera infancia perpetuadas de generación en generación. Ese es el mal reconocido por todas las psicoterapias.
Lo característico del Proceso Fischer-Hoffman es que, a diferencia del psicoanálisis, es muy estructurado y rígido. Se reconoce al carácter como asiento de la neurosis, de todos los asuntos sintomáticos, compulsivos, depresivos.
El carácter neurótico se entiende como el resultado de sobre todo lo que en psicoanálisis se llama introyección o identificación, que Hoffman llama “el resultado del amor negativo del niño”, quien siente que no está bien siendo como es y entonces debe prestarse al patrón externo -que es una identificación seductiva- de los padres.
-Al encontrar el núcleo conflictivo, ¿qué pasos se siguen?
-Trabajamos en él, desidentificando a través de catarsis emocional de la rabia, el odio, el resentimiento. Primero se va hacia la emoción, se la trae afuera y a partir de ese momento puede darse una apertura para el amor, que subyace.
A diferencia de la gestalt, aquí se insiste en abrir la rabia, en vez del dolor, porque no se puede llegar a perdonar sin entender bien qué es lo que le pasó a uno. Es decir, se revive la rabia infantil primitiva, que uno siente terriblemente irracional y no justificada, para recuperar la espontaneidad y el acceso a muchos recuerdos que de otra manera no surgirían.
-Y luego de la rabia, ¿el perdón?
-Se insiste en la necesidad de comprender a los padres para poder perdonarlos, meterse en su situación, en cómo fueron ellos condicionados por nuestros abuelos, como un punto de partida para ese acto que en cierto instante llega a ser voluntario, y no seguir llorando por “la leche derramada”, pataleando y quejándose, con una mala inversión de energías. Terminar y quedar en paz pasa por el perdón; es necesario apoyarse en esta comprensión.
Existe toda una pirámide de elementos que se va construyendo para sustentar ese momento culminante que es el perdón, enfocando la capacidad de compasión intrínseca que todavía uno posee.
-¿Se puede hablar de curación, después de ese pasaje interior?
-Emerge la verdadera curación. Se produce un cambio de actitudes y ocurre lo que dicen todas las religiones desde el comienzo de los tiempos, que abogan por una disposición amorosa. Hay que poder odiar libremente antes de poder amar.
-Mencionó las experiencias de la primera infancia. ¿Cómo han de criar nuestros hijos a sus hijos, para salir de ese círculo doloroso?
-Por mucho que los padres tengan buenas intenciones y consejos de psicólogos, de educadores, la situación no variar mientras falte la capacidad amorosa conquistada a través de la cura personal, de haber llegado a quererse a sí mismo, o haya autorrechazo, desprecio, o hasta tanto los padres hayan sentido que recibieron el amor en la vida como para que su “niño interior” esté contento.
Estoy diciendo que lo principal es la terapia de los padres. Como medida de salud pública, habría que habilitar escuelas de madres y de padres, con cursos intensivos, maratones terapéuticos, que ayuden a ese cambio individual, a una alfabetización emocional.
-Un terapeuta junguiano ha dicho que después de 1OO años de psicoterapia no ha cambiado nada en el mundo. ¿Coincide con esta apreciación?
-Creo que es algo exagerada. La psicología en general ha hecho su aporte, en particular las vertientes menos oficializadas. Hace poco recibí un informe donde se resumen todas las investigaciones realizadas en el campo de la evaluación de la psicoterapia. Varios estudios allí mencionados concuerdan en que el análisis didáctico no ayuda al desempeño de los psicoterapeutas. Estoy dispuesto a creerlo, pero no a que la psicoterapia del terapeuta no influye en su trabajo.
-¿Se puede afirmar que hay unas terapias mejores que otras?
-Estudios estadísticos sobre la efectividad de la terapia prueban que se parecen más los expertos de las distintas escuelas, unos y otros, que esos mismos expertos con sus aprendices. En el campo espiritual un maestro zen y otro sufí se sonríen y no necesitan discutir, pero los principiantes se enfrentan por los dogmas, que no permiten hacer calzar las palabras de ambas vertientes.
-¿Las nuevas corrientes tienden a una síntesis de los principales troncos de la psicología?
-Es la moda de la psicología, el eclecticismo, con la incorporación de un componente individual, que es el estilo del terapeuta. Lo veo positivo y como una vuelta al chamanismo. Según se dice, cada chamán “chamaniza” a su manera.
¿Todavía se considera terapeuta gestáltico?
-Estoy tomando la postura de que gran parte de la teorización de la gestalt es, como se dice en España, “un rollo”. Sin embargo, lo más importante de esta escuela es el permiso que se da al terapeuta implícitamente para que use su creatividad, poniendo en juego la intuición en la actividad terapéutica.
-Volvamos a su trabajo. También ha integrado a la música en sus actividades. ¿En qué medida ella colabora en sus objetivos terapéuticos? ¿Se asemeja en algo a la musicoterapia convencional?
-Fui músico antes que médico, y este es mi desquite (risas). La música constituye naturalmente una forma de meditación. De acuerdo a cómo la escuchemos, podemos intensificar sus frutos. El sonido es el estímulo más potente de que se dispone para evocar una conciencia superior.
La música existe en el comienzo de las civilizaciones antiguas como algo religioso y se hace profana con el correr de los tiempos. Nada posee tanto poder evocador de lo sagrado como ella.
Entonces utilizo, en primer lugar, la música sagrada. La devoción, el poner deliberadamente la mente hacia el amor por lo divino, es una fuerza psicológica muy importante.
Aun en este mundo desacralizado, poco religioso, secularizado, la devoción tiene una posibilidad muy grande de manifestación, aunque cambie el lenguaje. La música es un lenguaje no conceptual que permite poner en juego ese acto religioso.
-¿Utiliza sólo música sagrada?
-Parte de la música clásica es, en el fondo, música sagrada, sólo que no se la emplea de esa manera. Por ejemplo, todo lo que ha venido después de Bach quedó fuera del concepto religioso en el ámbito de la Iglesia Católica. Beethoven dijo de sí mismo que se consideraba el más cercano a Dios de entre todos los de su generación.
Hay una posibilidad de acercamiento a la conciencia llamémosla cósmica, superior, que cada uno intuye, de una forma mucho más directa que una formulación verbal, y que resulta ser un camino. La música de los grandes genios transmite, además, su conciencia personal a través del sonido.
-Uno de sus libros lo dedica al estudio profundo y comparado de la meditación y su relación con la psicología. ¿De qué sirve meditar?
-Optimiza el estado de conciencia. Trabaja directamente sobre la conciencia sin la mediación de la palabra. Digamos de paso que existen muchas maneras de meditar. Planteo que cierto número de componentes que son vivenciales de la meditación se hallan en las distintas técnicas y tradiciones.
También meditar es parar la mente discursiva, conceptual, en un aspecto que no constituye el todo, sino una parte muy importante. La meditación se relaciona con la relajación profunda, tan profunda en potencia o en su posibilidad que ya no se le puede llamar relajación; más bien un acto de morir poco a poco. Los místicos hablan de morir en Dios, disolver la personalidad, el ego, esa forma cristalizada o condicionada del ser que llamamos Yo.
-¿En un acto de desapego?
-Eso implica un desapego. Para disolver el Yo se necesita desapego, entre otras cosas. Además, la meditación exige mucha atención. No se puede relajar siquiera si no se hace con atención, poniendo la mente voluntariamente en algo. Entonces, desde cierto punto de vista, meditar es despertar, llegar más allá del nivel de atención corriente.
-¿Es posible integrar la meditación como herramienta terapéutica?
-La meditación y la psicoterapia tienen muchos elementos comunes. En la meditación uno se deja ir; en el psicoanálisis, la asociación libre es un dejarse ir… Se observa el pensamiento sin intervenir en él. Parte de mi trabajo consiste en traer la meditación a la psicoterapia en ejercicios que incluyen un 5O por ciento de meditación y otro 5O por ciento de comunicación.
Además, ciertos elementos de la psicoterapia son complementarios y encajan muy bien. La terapia posee un elemento expresivo y llevar el elemento del desapego y la relajación a ese mundo comunicativo produce una asociación muy fuerte, en integración de opuestos: yin y yang.
-¿Qué diagnóstico metapsicológico haría de estos tiempos que vivimos?
-Necesitamos del equilibrio padre-madre-hijo intrapsíquicos; una familia heterárquica, una democracia familiar como esperanza de la verdadera democracia colectiva. La capacidad amorosa real, fraternal, requiere el cambio de un modelo autoritario. Los sistemas de gobierno autoritario se vinculan con el autoritarismo microscópico en las relaciones humanas.
🠋 Aquí puedes ver la entrevista por partes en nuestro canal de Youtube.
Primera parte:
https://www.youtube.com/watch?v=ZXUHMFqJW6Y&ab_channel=T%C3%BAMismo
Segunda parte:
https://www.youtube.com/watch?v=61BSvWWY7JM&t=93s&ab_channel=T%C3%BAMismo
Tercera parte:
https://www.youtube.com/watch?v=ETcNg-Kb6Vc&ab_channel=T%C3%BAMismo
Cuarta parte:
https://www.youtube.com/watch?v=DyqHF7bKVaI&ab_channel=T%C3%BAMismo
Quinta parte:
https://www.youtube.com/watch?v=5YUwkXXOqts&t=8s&ab_channel=T%C3%BAMismo