Andrés Tarazona
Si te preguntan si eres una persona generosa, seguramente responderás que sí.
En cierta forma, todos lo somos. Unos más, unos menos. Unos más conscientes y otros de forma más inconsciente. Lo único es que la forma inconsciente no cuenta.
Tras la generosidad inconsciente se esconde una tendencia a ceder poder, a devaluarnos, a sentirnos poco merecedores de lo que nos hace fuertes. Tanto que, sin darnos cuenta, cedemos nuestra integridad.
A diferencia de un acto realmente generoso en el que sientes plenitud en tu interior cuando das de ti a quien lo necesita, cuando cedes tu poder de forma inconsciente sientes represión, incertidumbre y malestar al haber dado fuerza a quien ya era fuerte.
Quizás en este ejercicio que describo lo puedas contemplar mejor:
- Piensa en un lugar de tu casa donde te sientas especialmente bien. No sólo a nivel espiritual, sino también emocional y mental. Es un lugar en el que, cuando estás a solas, sientes que estás de verdad contigo. Para muchas personas esa es una zona concreta de la cocina, un rincón del salón o de la terraza. Es el lugar donde desayunan antes de que todos se levanten o leen cuando todos se acuestan. Si vives a solas, es el lugar donde muchas veces sueñas con los ojos abiertos sobre tus nuevos objetivos.
- Una vez tengas definido ese lugar, observa, si convives con más personas, si inconscientemente te alejas de ese lugar cuando alguien se acerca. Puede ser por varios motivos: porque te sientes mal por sentirte bien; porque es tu momento de intimidad y con alguien cerca te sientes vulnerable; puede ser que la sensación de sentirte fuerte no te hace sentir bien y te sientes mejor cediendo tu poder. Ninguna de estas posibilidades es generosidad.
- Si vives a solas y has definido tu lugar especial, observa si cuando tienes por ejemplo una llamada de teléfono con un familiar, te vas sin darte cuenta de ahí. Esto es muy común. Nos cuesta mantener nuestro lugar de fuerza con personas con las que hemos creado roles que nos debilitan. Esto tampoco es generosidad.
- Si observas que algo de esto te ocurre, prueba a hacer más consciente este comportamiento. Observa sin juzgarte cómo ibas a ceder ese lugar y, poco a poco, prueba mantenerte en él como un acto de amor a ti. Y observa lo que ocurre en tu interior. Estarás siendo más tú misma, tú mismo. Solo puedes serlo desde tu integridad. Desde tu fuerza.
- Desde esa posición, desde tu fortaleza elegida, lo que te nazca hacer por otros sí será generosidad.
La forma en que habitas tu hogar es un reflejo de cómo vives dentro de ti.
Si cedes tus lugares de poder en casa, es un reflejo de que también lo estás haciendo en tu interior: con tus opiniones, tus valores, tus ilusiones…
Conforme te vayas sintiendo más cómoda/o en tu lugar de fuerza, más fuerza sentirás para vivir desde tu Esencia más profunda.