Néstor Guijarro
Terapeuta cognitivo y transpersonal
La codependencia ha sido definida de múltiples maneras, en su conjunto encontramos desde definiciones estrictamente clínicas hasta definiciones de a pie.
A día de hoy, si alguien me pregunta, la definición que más se aproxima de manera sencilla y entendible sería la siguiente: la codependencia es la condición que me dice que algo o alguien ajeno o externo a mí debe cambiar para yo ser feliz.
Es la eterna promesa de que, si tal cosa sucede, yo voy a encontrar bienestar, pero esta promesa nunca se cumple.
Esta dificultad reduce notoriamente la calidad de vida de la persona y la deja inmersa en un mundo liderado a través de los sentimientos de los demás y de su propia ingobernabilidad.
La codependencia me dice que hay algo que tengo que resolver constantemente. No importa el qué, cuando esté resuelto, aparecerá otra persona y/o situación para volver a entrar en esta espiral que solo nos lleva a no ocuparnos de nosotros mismos. Es la excusa perfecta para mirar hacia otro lado, no encarar nuestras dificultades y confirmar que no somos nosotros sino las circunstancias.
La codependencia tiene un primer síntoma, un fuerte dolor emocional.
El codependiente sufre mucho y encuentra cobijo en la negación.
La única manera que encuentra para sobrevivir en un mundo ajeno a su control es intentar controlarlo constantemente. Este individuo con una alta emocionalidad debe intentar controlar las situaciones y las personas que le rodean para de esta manera poder minimizar su sufrimiento e inventar una realidad que no sea tan difícil de aceptar.
El malestar que genera la codependencia es progresivo y compulsivo.
Estas personas encuentran en el consumo de estímulos externos o las relaciones con otros una anestesia para así aliviar el dolor emocional que inunda sus vidas, pero también pueden recurrir al aislamiento, este dolor se convierte en un dolor crónico.
Dicha disfuncionalidad se concentra en un abanico muy amplio de características de diferente índole. Algunas de las características que nos pueden ayudar a identificar esta condición son:
- Creer saber qué es mejor para los demás.
- Dar consejos sin que nos lo pidan.
- Utilizar el sexo para obtener aprobación y aceptación.
- Explotar a otros a través de la culpa.
- Juzgar.
- No comunicarse de manera efectiva, sana y directa.
- Quedarse en situaciones dañinas mucho tiempo.
- Ocuparse de otros antes que de nosotros mismos.
- No expresarse libremente por miedo al descontento.
- No poder tomar decisiones.
- Compararse constantemente.
- Buscar la seguridad en otras personas.
- No saber identificar que sentimos.
- Ser muy autosuficientes.
La disfuncionalidad puede ser baja o alta, promoviendo diferentes niveles de codependencia. Un individuo puede presentar ciertos patrones de codependencia o ser profundamente codependiente; en cualquier caso, para disfrutar de una vida de calidad, es conveniente recuperarse y aprender nuevas estructuras de pensamiento y comportamiento que propicien un nuevo entendimiento de cómo relacionarnos con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.
Las personas codependientes son personas que no tienen las herramientas adecuadas para manejarse en un mundo que, poco a poco, descubren que escapaba a su control.
Inmadurez emocional
Estas personas se caracterizan por ser inmaduras emocionalmente y tener una vida liderada principalmente por las emociones, donde estas se posicionan por encima de los valores.
El codependiente niega sus sentimientos, no es capaz de abrazarlos e intenta inventar una realidad que le haga sentir mejor. Esto en el corto plazo funciona, pero en el largo le hace deshonesto e irresponsable.
Proceso de recuperación
El codependiente maneja unos niveles de sufrimiento que generalmente se hacen tolerables, aunque conduzcan a una vida de poca calidad emocional.
El codependiente que se recupera tiene un mensaje para el resto de los codependientes, un mensaje de esperanza. Transmite el mensaje para que sepan que hay otra manera de vivir, que contemplar una vida plena es posible.
El proceso de recuperación es una etapa preciosa donde la persona empieza a quitar el ruido de su cabeza, comienza a sentirse vulnerable y a contemplar una fuerza vital renovada; desaparece la obsesión y siente que el máximo valor de su existencia es servir a la comunidad.
Entiende que las emociones son transitorias y que darles el valor justo es el secreto de una vida en armonía, un equilibrio entre el cuerpo físico, el mental, el emocional y el espiritual.
Una energía renovada, una confianza que va fraguando y un nuevo entendimiento del amor conforman las directrices de estas personas que no tenían amor propio, y han decidido apostar todo por ellas mismas y por el amor que no aprendieron.
Este texto podría traducirse con términos clínicos o académicos, o más espirituales y new age, sin embargo he procurado utilizar un lenguaje sencillo y llano para poder trasladar el mensaje al mayor número de personas posible, sin provocar negación o incomprensión. Quienes se recuperan de esta condición quieren encontrar el camino de regreso a casa a través de la responsabilidad y honestidad, aprendiendo a liderar sus vidas, y volviéndose dueños de sus circunstancias.
La codependencia es la condición que nos dice que no se puede, que no somos dignos de amor, que no somos lo suficiente, que nadie nos escucha ni nos mira, que no hemos tenido, que no vamos a tener, que no es responsabilidad nuestra, que es nuestra culpa, y en definitiva, que la vida es justa y que merecemos todo lo malo que nos ocurre. Pero la codependencia se cura, y yo creo en la recuperación completa.
nestorguijarro.com
@onceinabluetherapy