Está naciendo una medicina renovada

“En estos momentos nos estamos abriendo a nueva forma de concebir el cuerpo humano, que es más integral”. Nazareth Castellanos, doctora en neurociencia

Aurelio Álvarez Cortez

“Soy súper afortunada porque se está viviendo una revolución científica en el campo en el que trabajo, y esa revolución va a favor de lo que yo pensaba. En estos momentos nos estamos abriendo a nueva forma de concebir el cuerpo humano, que es más integral. Es aquí donde tenemos que poner mayor énfasis; defender esta visión un poco más poética, más simbólica, del ser humano porque ahora mismo está naciendo una nueva forma de medicina, de neurociencia”.
Es lo que expresa Nazareth Castellanos en un diálogo que puedes ver en nuestro canal de Youtube y que a continuación reproducimos.

Licenciada en física teórica y doctora en neurociencia, Nazareth Castellanos ha trabajado como investigadora científica en universidades de Alemania, Inglaterra y España. Actualmente es la directora de investigación del proyecto Interacción Cerebro-Cuerpo durante la meditación, desarrollado en la Universidad Complutense de Madrid. Su actividad como investigadora se compagina con la formación, comunicación y divulgación científica. Es autora de “Neurociencia del cuerpo. Cómo el organismo esculpe el cerebro”, publicado por Kairós.

-Agradeces los aportes que han hecho las medicinas tradicionales a las neurociencias. Es un gesto no muy común en tu profesión. ¿Qué te ha llevado a esta posición?

-Una inmensa curiosidad. También, sobre todo, ver que cualquier tipo de saber puede convivir con los demás. El estándar oficial y lo alternativo, creo, son diferentes miradas; lo que uno no ve lo ve el otro. El conocer, tener cultura, sin estar centrados en nuestra propia esfera, es lo enriquecedor.

-¿Pueden ir de la mano la medicina y la filosofía?

-Siempre fueron de la mano. El paradigma de lo científico, lo técnico, separado de lo simbólico, de lo sapiencial, es relativamente reciente, hace unos 300 años. Pero si repasamos la historia de la medicina y nos vamos al Egipto de hace 4.000 años, hallamos que desde entonces tenemos ese conocimiento, y no solo en Oriente, también aquí. La cuna de nuestra medicina, la griega, tenía esa visión. Un médico era también filósofo.

-¿Por qué todavía la medicina integral está mal vista?

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-Soy súper afortunada porque se está viviendo una revolución científica en el campo en el que trabajo, y esa revolución va a favor de lo que yo pensaba. En estos momentos nos estamos abriendo a nueva forma de concebir el cuerpo humano, que es más integral. Es aquí donde tenemos que poner mayor énfasis; defender esta visión un poco más poética, más simbólica, del ser humano porque ahora mismo está naciendo una nueva forma de medicina, de neurociencia.

Nazareth Castellanos y la portada de “Neurociencia del cuerpo”.

-En un apartado hablas del llamado marco subjetivo neuronal. La palabra subjetivo sorprende por aquello del principio científico referencial, de lo objetivo.

-Efectivamente, el método científico exigía de forma férrea, pero un poco imposible, una objetividad en los estudios. Por eso digo que ahora estamos viviendo una revolución en la que peleamos con conceptos que eran pilares fundamentales.
Actualmente, uno de los temas principales de investigación es la subjetividad. Cómo la ciencia puede incorporar, y no es nada fácil, esa subjetividad.
Cada persona tiene una experiencia, ve las cosas desde su perspectiva, hace su propio mundo. Pero si debemos trasladar esto a estadísticas, ecuaciones, no es tan fácil. Aun así, se están haciendo muchos esfuerzos por intentar incorporar esa subjetividad.
Así surge ese marco neuronal subjetivo como una forma de decir que cada uno, a través del cuerpo, va a dar lugar a una experiencia que es absolutamente propia. Siempre utilizo la frase del Talmud, libro sagrado de los judíos: “No vemos el mundo como es, vemos el mundo como somos”. La ciencia lo expresa con otras palabras, pero la idea subyacente es la misma.

-Como directora del proyecto Interacción Cerebro-Cuerpo durante la meditación, en la Universidad Complutense de Madrid, ¿puedes explicar el concepto de que la meditación es como una lámpara de minero?

-No tenemos mucho control voluntario sobre nuestra atención. Hay un velo, una oscuridad, como dicen muchas tradiciones. Muchas cosas que no vemos, no captamos. En el día a día estamos constantemente distrayéndonos, vamos a lugares que no hemos elegido… ¿Qué sucede cuando recupero esa capacidad de estar en el presente, de focalizar mi atención?
La parte más involucrada del cerebro es la corteza prefrontal dorsolateral, que está aquí, en la frente. Es la “lámpara de minero” porque allí donde enfocas, iluminas. Con esto pretendo reflejar la sabiduría de William James, un visionario que decía que la realidad es aquello que yo presto atención.

-Estudios científicos realizados en monjes tibetanos encontraron el mecanismo que conduce al “olvido de sí”, según expresan algunas tradiciones espirituales. ¿Cómo se llegó a ese hallazgo?

-Los pioneros, fundadores del Mind & Life Institute, junto al Dalái Lama e investigadores de diversas universidades, empezaron a estudiar qué pasa en el cerebro cuando estamos meditando. Lo que se ha visto es que al meditar, cuando ejercemos esta contemplación ecuánime de nosotros mismos, se activa una de las zonas del cerebro, la ínsula, que es la más involucrada en la idea de quién soy yo.
Al estar en el presente se produce un abandono del yo, del self, se pierde la perspectiva de que soy yo quien está observando para pasar simplemente a observar. Entre todas las meditaciones donde sucede esto, que supone el olvido de sí, una de las más potentes es la meditación en el amor y la compasión. Es una de las que produce mayores cambios en áreas muy distribuidas del cerebro y en concreto en la ínsula.

A través de la meditación se llega al llamado “olvido de sí”, que ahora se explica a través de la neurociencia.

-¿Hay novedades en tus investigaciones?

-Sí, en el laboratorio hemos medido los campos magnéticos del cerebro, simultáneamente el campo eléctrico del corazón, la respiración, el campo eléctrico del estómago, del intestino, el movimiento de los ojos… todo ello con máquinas que miden los campos electromagnéticos del cuerpo mil veces por segundo. Lo hicimos con meditadores expertos, también con principiantes.
Medimos qué pasa en sus cuerpos cuando están meditando o recordando experiencias con contenido emocional.
Una de las cosas que estamos viendo es cómo la respiración influye en la dinámica del cerebro y cómo el ralentizar la respiración refuerza los mecanismos neuronales que nos permiten estar atentos, recordar nuestra vivencia, nuestra memoria autobiográfica.
¡Es fascinante, parece que nos imaginamos nuestra propia memoria!

-¿Podemos decir que lo que se sabía a través de las tradiciones ahora la ciencia, a través de tu trabajo y de otros colegas en el mundo, lo va confirmando?

-Sí, en gran parte. Si bien nunca se dicen las mismas cosas exactamente , al comparar tradiciones, como la científica, o la budista, la medicina sufí, la tradicional china o griega, vemos que hay mucha convergencia, sobre todo en esa visión integral.
Por ejemplo, la influencia de la respiración sobre el cerebro. Cuando se publica por primera vez en la revista Science, los investigadores tuvieron el detalle de llamar a esa conexión anatómica “la vía Pranayama”, en homenaje a lo que miles de años antes otros ya habían descubierto.
A los estudiantes de medicina, y a la medicina en general, hay que recordarles un poco la historia de la medicina y las medicinas, porque siempre hablamos de medicina en singular, pero hay muchas. Hablamos de descubrimientos que se han hecho científicamente pero que otros ya los habían expresado con otro lenguaje.

-¿Por qué no podemos meditar antes de dormir?

-Los súper expertos sí. Cuando nos ponemos a meditar se producen en el cerebro unas oscilaciones, ondas eléctricas que generan las neuronas, que permiten lo que necesitamos para meditar.

Al meditar en el cerebro hay ciertas zonas que se activan y otras que se desactivan. Cuando acabo de meditar y me levanto, el cerebro no es como el ordenador que cierra la sesión y ya está, sino que tiene una inercia. La actividad generada se tiene que ir apagando y esas ondas se mantienen hasta una hora después de que me haya levantado. Si me acuesto inmediatamente después, el cerebro aún está con unas ondas muy rápidas, cuando lo que necesita para que yo me duerma son ondas lentas.

Por eso meditar nos dificulta el dormir cuando lo hacemos antes de ir a la cama. Aunque también es cierto que algunos tipos de meditación favorecen el dormir, pero cuando focalizas la atención no. Con las técnicas de relajación es diferente.

-¿La memoria no solo involucra al cerebro sino también a las vísceras? ¿Y privilegia los recuerdos agradables?

-Tenemos una idea de nosotros que ha estado muy influida por un pesimismo que reina aún hoy en día. Aunque no estoy a favor de la positividad exagerada, sí lo estoy de un equilibrio.
Lo que nos dice la neurociencia es que el cerebro privilegia la sonrisa, también que recuerda con más fuerza los eventos positivos que los negativos, y que la mayoría de nuestras ensoñaciones cuando nos metemos en nuestros mundos, estos son mejores. Tenemos una capacidad de altruismo, de compasión y de generosidad increíble.

Todo esto hay que difundirlo mucho más porque, como decía Arafat, “si me tratas como a un zorro, ¿de qué te quejas si te ataco?”. Si nos estamos tratando todo el día como si fuéramos lo peor, de qué nos quejamos. ¿Qué pasaría si empezamos a pensar que realmente no somos tan así y confiamos en el ser humano, que yo creo que es más equilibrado?

La neurociencia afirma, además, que toda esta capacidad no está localizada exclusivamente en el cerebro, sino que está distribuida en los órganos. Recordar, ricordis, volver a pasar por el corazón. Ya teníamos mucha evidencia, hace tiempo, en ese sentido.

Por lo tanto, hemos cambiado de paradigma en el que no es ni uno ni otro, sino las relaciones entre ellos, la interdependencia de todo con todo. Por ejemplo, a la memoria le afectan la respiración, el intestino, el corazón. Recordar lo que sucede en este momento depende de cómo está todo mi cuerpo; mañana, cuando recuerde este rato juntos, lo recordará el cuerpo que yo tenga en ese instante, que no tiene por qué ser igual al que yo tenía cuando aquello sucedió.

-¿Es posible abortar una emoción antes de ser expresada?

-Tenemos la idea de que el cerebro es un ordenador donde todo sucede de manera instantánea. Pero necesita un tiempo, mínimo, mínimo, imperceptible para el ser humano.

En el cerebro, en el cuerpo, hay una preparación, lo que se llama potenciales preparatorios del cerebro. Si nos encontramos con alguien y nos dice algo, positivo o negativo, la emoción que sentiremos tarda un tiempo en producirse. Pero durante ese lapso yo no soy consciente. Es como un iceberg, solo vemos la punta.

Cuando esos potenciales preparatorios van subiendo y alcanzan un umbral, el consciente, y respondo, expreso. Por tanto, tengo todo ese tiempo para abortar, hasta 200 milisegundos, antes de que llegue al umbral. A partir de ahí es como un avión que cuando alcanza una velocidad de despegue ya no puede frenar. Pero si tengo conciencia corporal, puedo saber qué se está preparando en mi cuerpo porque, como digo, es un proceso que tarda un tiempo. Puedo prepararlo y el mismo cuerpo está en condiciones de interrumpir. Nuestro cuerpo se pasa el día inhibiendo cosas de las que no nos hemos dado cuenta.

El cuerpo puede interrumpir el proceso de expresar una emoción. Hay 200 milisegundos que lo permiten.

-Hay algunas técnicas psicológicas de tercera, cuarta generación, que van por ese camino, y muy equivocadas no estaban por lo que estás explicando.

-Ciertamente, como la psicología somática. La psicología cambiará mucho, creo yo.

-¿Existe alguna relación entre la homogeneidad nutricional y la globalización del pensamiento?

-Son muchas las cosas que llevan a la globalización y no solo la dieta. Las dietas forman una cultura: voy a un restaurante mexicano o a un japonés, me alimento de una forma más similar a como lo hacen personas de países lejanos que otras que viven a cien kilómetros de mi casa.

Traemos frutas de miles de kilómetros. Tomar mangos en pleno invierno, o sushis u otros alimentos impronunciables, está muy bien, tienen unas ventajas fascinantes, pero no soy partidaria de la uniformidad. La diversidad siempre ha sido la mayor fuente de riqueza que hemos tenido. Podemos convivir con pensamientos y culturas con las que no tienes que estar de acuerdo.

-¿Se ha demostrado que la percepción está influida por el corazón?

-Absolutamente. La puerta de la percepción es la relación entre el corazón y el cerebro. Cuando mi cerebro no responde a los latidos del corazón, yo pierdo parte de la realidad, me desconecto del mundo. ¿Por qué? Porque me meto en el mío.

La relación entre corazón y cerebro nos habla de esa frontera entre lo interior y lo exterior, lo que llevo dentro, lo que veo, lo que percibo, de la subjetividad, al fin y al cabo. Volvemos a esa guerra histórica entre corazón y cerebro, en la que yo creo ha llegado el momento de conciliarlos. El corazón es el órgano con mayor impacto en el cerebro, según lo que conocemos.

-Es esencial el tema del movimiento, moverse, y tú piensas en los chavales que pasan horas en la escuela clavados en un asiento.

-En un asiento incómodo, además. Es horrible, tiene que cambiar el hecho de que los sistemas educativos sean estáticos. Hay que estudiar literatura, matemáticas, lengua, pero también bailar diariamente. Habría que practicar la conciencia corporal. Una hora de matemáticas y luego baile, clase de historia y después yoga, chikung, lo que sea, ejercicios de cardio, de fuerza, de equilibrio… No podemos considerar al ser humano como alguien que está fuera de su cuerpo, un cuerpo que arrastra una mente incorpórea.

Se ha visto, además, que hacer ejercicio de forma regular es imprescindible para el aprendizaje, la salud mental, el contacto social. Por ejemplo, me imagino a niños o adolescentes bailando juntos en la clase. Al bailar juntos se sincronizan los corazones. El movimiento es mucho, muchísimo más importante de lo que creemos.

-Y llegamos al tema de la identidad y del conócete a ti mismo, incluida la toma de conciencia del cuerpo, que es más que un nido de la conciencia.

-Plenamente. Es la jarra que le da forma, la forma y la información siempre van juntas. Estamos en una sociedad del conocimiento, pero no se nos incita en absoluto a conocernos a nosotros mismos. Yo soy un ejemplo claro. Estudié muchísimos años, como todos los que se dedican a la investigación colecciono títulos, pero hasta que tuve treinta y tantos años no me planteé cómo respiro.

Conocer nuestro cuerpo es conocernos a nosotros mismos. Más que analizarnos, es observarnos. Como dice Pablo D’Ors: “Si no te observas, no te puedes conocer; si no te conoces, no te puedes amar”.

Volvamos a esa máxima mediterránea de conócete a ti mismo. Intentar conocerte y mejorarte, esculpir la propia escultura.

Web de Nazareth Castellanos: https://nazarethcastellanos.com/

Aquí puedes ver la entrevista en nuestro canal de Youtube.



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