Las tres cenicientas de la Navidad

Una celebración para despertar la conciencia: la vida como regalo. Diálogo con José Luis Guirado, Fray Pepe.

Aurelio Álvarez Cortez

Confianza, esperanza y amor, las tres cenicientas de los tiempos navideños, es lo que podríamos resumir de la charla mantenida con José Luis Guirado, más conocido como Fray Pepe. Este sacerdote, discípulo de Franz Jalics, que vive en Tafí del Valle (Argentina) dirige el eremitorio San Francisco Solano, una fundación para la vida contemplativa cuyo fin es recobrar el carisma franciscano original.

Aprovechando una visita que hizo a Galicia, para luego extenderse por otros puntos de la geografía peninsular -y que terminará finalmente en un encuentro en Roma con el Papa, quien le prologó su libro “De la entrega a la libertad”-, compartimos el siguiente diálogo.

-Desde una visión, más que religiosa, espiritual, ¿qué representa la Navidad, Pepe?

-Es un arquetipo del ser humano. Celebrar lo que nace, un nacimiento. Para nosotros es el Dios con nosotros, abrazando la humanidad. Lo divino, lo espiritual, lo que nos trasciende, no es algo separado de la vida humana.

La Navidad es un grito jubiloso del amor sin medida, la Vida, el Tao como dirían los taoístas, cada tradición lo puede nombrar de diferente manera.

Desde nuestra fe cristiana decimos que este es el tiempo en el cual nos volvemos a asombrar de que en nuestra humanidad encontramos la Presencia de un Dios con nosotros. Este es un arquetipo universal. Vernos como seres trascendentes, espirituales, no significa que debamos desvalorizar, ningunear, nuestra humanidad, como a veces se ha hecho desde la espiritualidad.

La humanidad es divina. El ser humano es bueno y la vida humana es bella en todas sus dimensiones. La espiritualidad no está dicotomizada de la realidad. No hay camino espiritual que no tenga relación con la vida humana tal y como es.

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Espiritualidad es vida humana vivida en plenitud, que ha explotado al máximo todas esas profundas necesidades que tenemos. Por ejemplo, necesidad de vincularnos, de encontrarnos a través de la dimensión del amor.

Que cada uno sea lo que es. Las diferencias pueden encontrarse y en ellas nos enriquecemos y trascendemos. Son todas categorías que enuncian la divinidad. Donde hay diferentes que se encuentran, una definición de la Trinidad cristiana.

-En el silencio, en el retiro, vamos hacia nuestra profundidad, donde podemos comunicarnos con el Todo. ¿Cuál es tu experiencia?

-El silencio es ir hacia una totalidad cada vez más plena, porque somos una totalidad. En el silencio estoy receptivo ante la vida; me hago vacío, hueco, espacio… Es una vocación muy profunda de todo ser humano, pertenezca a la tradición espiritual o religiosa que sea. La gran llamada de la vida es a que te hagas vacío, porque cuanto más vacío y más escucha, más se manifiesta la vida como es.

“En el silencio estoy receptivo ante la vida”. Fray Pepe.

-Alguien puede estar en una situación donde todo parece derrumbarse, sin rumbo, sin referencias, en “la noche más oscura”, como San Juan de la Cruz. Pero puede haber una chispa, la virtud de la confianza, y llega la plenitud.

-Todo ser humano toca el límite de la vida, siempre. Pero nos creamos una ilusión de que no existe. Hay una cultura que parece insuflar el vivir sin el límite, lo niega, y también niega todo lo relacionado, como la vulnerabilidad, la precariedad. Todo esto se encuentra en el ámbito de lo descartable, una cultura del descarte.

La confianza nos constituye, somos confianza. Venimos a la vida porque hay una confianza previa que nos trae a ella. Es imposible crecer si de alguna forma no estamos conectados con algún tipo de confianza. Y ella es lo que parece derrumbarse cuando hay una crisis, un fracaso, una frustración, una pérdida, una tristeza.

El horizonte de toda crisis es llegar a un nuevo nivel de confianza. No podemos vivir sin confianza y sin fe, fiarnos de alguien, de algo. Las crisis nos hacen perder ese punto de fe.

La confianza puede emerger porque es una fuente en mí, y puedo ir a beber de esa fuente. Ella es hermana de otra “cenicienta”, la esperanza. Se necesitan mutuamente. Y hay una tercera “cenicienta”, el amor. Las tres están relacionadas.

Cuando no tengo o estoy en una crisis de confianza, ¿qué hace que yo pueda abrirme a recuperarla? La espera, la esperanza. La espera es una capacidad receptiva. Quien está siempre satisfecho, lleno, no espera. Curiosamente, la insatisfacción o el vacío abren caminos de espera.

La esperanza, la confianza y la dimensión amorosa de la vida van de la mano.

-¿Y la soledad?

-En realidad en nuestra esencia somos una soledad habitada, una soledad nombrada. La soledad sufrida me dice que hay un lugar donde yo estoy resistiendo a la Presencia. ¿Cuál?, la mía.

Si soy un observador de mis resistencias, como dice Krishnamurti, puedo liberarme de ellas. La observación permite la aceptación, la cual da lugar a que pueda salir del papel de la víctima, del pobre de mí, de la queja infinita.

Soy Presencia ante mí mismo y la soledad deja de ser un problema porque estoy presente. La soledad significa que estoy peleado con una parte de mí, no puedo estar en casa, no puedo habitarme, escucharme. Siento que me estoy perdiendo algo fuera de mí, pero en realidad todo está en mí, en un sentido muy profundo del ser, no autorreferencial ni egoico.

Al dejarme llevar por el movimiento de la observación y de la aceptación, termino en la rendición. La rendición tiene mucha belleza. Es una hija de la confianza. Solo puedo rendirme si me mueve una promesa de confianza de ir a un buen puerto. Así emerge detrás de la soledad, ahora aceptada, mi Presencia y también la del otro. Entonces ya no puedo decir que estoy solo o que me siento solo, que soy una víctima de este mundo que me abandona.

Esto me permite un camino de individuación. Soy único, irrepetible, intransferible. No puedo transferir mi vida. Es la Presencia que me habita, soledad habitada.

“En nuestra esencia somos una soledad habitada, una soledad nombrada”. Fray Pepe.

-Los reyes magos fueron los primeros, según el relato bíblico, en hacer regalos a Jesús recién nacido. Más allá del consumismo que impera hoy en día, ¿qué tipo de regalos podemos darnos?

-Despertar la conciencia de la vida como regalo, introducir la mentalidad de gratuidad para, desde allí, descender a comportamientos de gratuidad. Entonces el regalo será un símbolo en lo material.

Necesitamos dar y recibir, regalarnos… Trascender en espacios esenciales de la vida como son los encuentros, los vínculos, los acuerdos, los contratos, para que estén imbuidos de la dimensión regalada de la existencia gratuita.

Que pueda haber lo que no tiene precio, porque la vida es sobre todo lo que nos desborda; lo que no está bajo la lógica de comprar y vender, ni de otra que es paralizante: la lógica del mérito, si lo merezco o no. Es paralizante si me agobia porque no lo merezco y también, al contrario, porque creo que lo merezco todo, tengo derechos y pertenezco a una elite.

La dimensión del regalo permite liberarme de las trampas del mérito, que juegan a favor o en contra, por mucho o por poco.

En el dar y recibir se dan una creatividad y una compensación permanentes. No puedo siempre estar recibiendo, la vida me pide que dé, y para ello recibo. Los hijos recibimos de los padres la vida, en todos los órdenes. Al crecer no nos desplegamos si no devolvemos lo recibido.

Así se instala la dimensión del agradecimiento, ¡gracias!, no solo coloquial. Un gracias que también sea extensivo a aquello menos agradable. Los regalos tendrán esta vibración. Por ejemplo, regalaré una flor cargada de ese sentido.

En Navidad tocamos una dimensión hondísima de la fe cristiana. Dios es regalo. No te lo mereces, no lo ganas, no tienes que portarte bien, no necesitas hacer sacrificios para tenerlo. Pensar así es una modalidad infantil, primitiva, temerosa.

El Dios de Jesús, de la Navidad, y cada uno lo vivirá según su tradición, como queramos, es un Dios regalado, como la vida, como la creación. Por el solo hecho de vivir ya soy digno, capax Dei, capaz de acogerlo. Es la gran dimensión de la gratuidad: regalo mi tiempo, mi escucha… me la regalo. Hacerlo es amar. Regala paz. 

🠋 Aquí puedes ver la entrevista completa en nuestro canal de Youtube.



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