Aurelio Álvarez Cortez
Considerado como uno de los líderes espirituales más influyentes de la actualidad, Don Miguel Ruiz -autor de “Los cuatro acuerdos”– regresa con una nueva obra, la primera de una colección que se anuncia bajo el título de “Escuela de misterios”, de Ediciones Urano. En “El actor”, que escribió con la colaboración de Barbara Emrys, propone ver el mundo como un teatro en el que todos somos actores; creemos en los roles que jugamos y los que juegan otras personas. Deja claro que el desafío es recuperar nuestra autenticidad y explica cuáles son los instrumentos para conseguirlo.
Más información de Don Miguel Ruiz en su página oficial: www.miguelruiz.com
-Don Miguel, ¿a qué llama Escuela de Misterios?
-El planeta Tierra es la Escuela de Misterios, donde la Vida enseña a la vida. Cuando nacemos, todo es un misterio. Estamos aprendiendo y los misterios se nos van revelando poco a poco. Cuando los descubrimos, más preguntas aparecen, más misterios surgen. Es una exploración que hacemos al vivir.
Podemos observar que los seres humanos somos artistas. Aunque no nos demos cuenta, siempre estamos creando, está en nuestro ADN. Al vernos como artistas, puede cambiar todo nuestro punto de vista.
Generalmente, el artista observa la belleza y al hacerlo, está creando lo mejor que puede. Cuando exploramos la vida, estamos actuando, somos actores natos, inclusive antes de empezar a hablar.
Quienes saben que nuestra madre está embarazada ya son espectadores esperando el momento del nacimiento. Es cuando más se tiene la atención de todos. Sin siquiera intentarlo, ya estamos actuando. Luego cada persona que nos está observando nos identificará y juzgará de una u otra forma.
En un principio todos celebran lo que hagamos. Conforme aprendemos a hablar, a caminar, tenemos una audiencia increíble. Cualquier cosa que realicemos, lo van a festejar. Aprendemos casi de inmediato a captar la atención.
Al ir creciendo, tendremos esa necesidad de captar la atención de la audiencia, que también está llena de críticos que siempre juzgan. Y nosotros aprendemos los misterios de enjuiciar, por nuestros padres, la escuela, la sociedad. Adonde vayamos encontraremos críticos.
Será muy importante para nosotros la opinión de ellos y trataremos de modificar nuestra actitud, nuestro comportamiento, para complacerlos. Inclusive aprenderemos a criticarnos a nosotros mismos. Y el drama sigue en aumento porque siempre estamos actuando.
Creamos una imagen propia que usamos de la forma en que queramos que el público nos vea, que nos cataloguen de ese modo en que deseamos ser percibidos. El problema es que no somos auténticos. Nos damos cuenta al estar solos y, al recordar nuestra actitud, sabemos que estamos fingiendo. Nos juzgamos hasta cierto punto cruelmente. También suponemos que la audiencia nos criticará de la misma manera en que lo hacemos nosotros.
Siempre estamos criticando, a nuestros familiares, las amistades, los maestros… Criticamos y somos criticados.
El temor que tenemos como actores es la crítica. Por eso hacemos alianzas con otros actores, trabajamos juntos para un determinado fin; creamos amistades y también actuamos en distintos escenarios. Vemos que somos actores con una personalidad múltiple porque actuamos según la audiencia espera de nosotros.
-Usted invita a reescribir el guion de nuestra vida. “Improvisa”, dice, “y confía”.
-El escenario en el planeta es increíble. Somos cerca de 8 billones de personas actuando. Cada quien lo hace con su propia obra, de acuerdo con las creencias que cada uno tiene. Lo hacemos juntos, intercambiando compañeros de escena, practicando en varios escenarios casi al mismo tiempo. Hay distintas secuencias, con escenas que se inician en un determinado momento, y una vez terminadas, entramos de inmediato a otro escenario.
Son muy interesante estos intercambios. Aprendemos el guion propio y lo practicamos por tanto tiempo que muchas cosas del diálogo se repiten. Lo hacemos por instinto, repetimos.
Estamos esclavizados a guiones que nos llevan hacia ciertas direcciones. Pero si nos damos cuenta de que participamos de un drama, entonces podemos tomar distintas decisiones, y al hacerlo los resultados también serán diferentes. Al compartirlos con nuestros aliados, otros actores, mejorará mucho la actuación tanto personal como grupal.
-¿Podemos volver a ser auténticos?
-Nacimos auténticos. Al aprender, al acumular el conocimiento, al empezar a actuar y a depender de la crítica de la audiencia, por el hecho de estar complaciendo a esos críticos, comenzamos a perder poco a poco la autenticidad.
Estamos actuando de una manera en que podamos ser aceptados por esos críticos. En muchas ocasiones cambiamos, en nuestra contra, únicamente para ser aceptados por un grupo, por una audiencia mayor. Modificamos y perdemos esa autenticidad sin darnos cuenta.
-¿Puede explicar su definición “tu felicidad depende de cómo amas”?
-Es una parte muy importante de la actuación, el eje de casi todos los dramas o comedias. Todo está centrado en el amor, de un modo u otro. Siendo niños tenemos en abundancia el amor, a través de nuestros padres, hermanos, compañeros. Sin llamarlo amor, estamos motivados por él. Con las hormonas empieza a cambiar todo.
Nuestro instinto hace que el hombre se fije en la mujer en una forma distinta y viceversa, por atracción sexual. No es la mente que lo decida, sino porque el cuerpo está hecho de esa forma. Sin embargo, la mente determinará cómo actuar. Podemos hacerlo con temor, con valor, románticamente, con gracia, con ira, asumiendo roles diversos, cambiándolos. Pero casi todo gira alrededor del amor, sea como sea.
Aprendemos a amar de la misma forma en que nuestra sociedad ama. Amamos con condiciones: “te amo si me dejas controlarte” y “tú me amas si me dejo que me controles”. Vemos a los actores creando dramas, comedias, alrededor del amor. Tratamos de controlarnos los unos a los otros, buscando alianzas, conflictos, intentando resolverlos. Cuando recordamos, nuestra actuación puede llegar a ser hasta algo cómica.
Al buscar la autenticidad también buscamos el amor incondicional. Es fácil decirlo, pero al actuar es un poco más difícil porque modificamos mucho nuestra actitud al depender de los críticos, que dicen qué es bueno, qué es malo, lo correcto y lo incorrecto, etcétera. Esto nos lleva al juicio, especialmente en contra de nosotros. Nos sentimos culpables actuando.
-En esa actuación hay un pepito grillo que nos habla permanentemente al oído. Pero en cada frase, entre una palabra y otra, hay un espacio, silencio.
-Así es, en ese silencio es donde encuentras la Verdad, a ti mismo. No es únicamente la palabra que escuchamos, la acusación o la aceptación, sino el sentimiento que se produce al entender esas palabras.
Muchas veces hacemos algo sin darnos cuenta y después resulta que no era correcto. Al caer en ello, tenemos un cierto sentimiento y nos enjuiciamos; luego nos arrepentimos, o no. La actuación lleva a muchas direcciones.
Primero hay que darse cuenta de que uno está actuando y, segundo, podemos modificar esa actuación. Somos los que escribimos el guion, los directores y los actores, y también la audiencia para los demás, inclusive nosotros mismos.
Al comprenderlo, encontramos grandes momentos de paz interna, de aceptación. Así los críticos difícilmente podrán afectarnos con sus juicios porque ya no les creeremos, será su punto de vista, que no tiene nada que ver con nosotros. Ellos están viviendo su propio drama, actuando en él, y no saben nada acerca de nosotros, sino únicamente lo que ellos creen. Al juzgarnos, ellos se están juzgando a sí mismos.
Si rompemos ese molde, dejará de importarnos lo que los críticos piensen de nosotros, como también nuestra propia crítica. Dejaremos de criticar a los demás porque no tiene sentido hacerlo. Lo que es verdad para ellos, lo será únicamente para ellos y no para nosotros, y viceversa. Cada uno vive en su propio guion.

-¿Qué herramientas disponemos para reencontrarnos con nosotros mismos, especialmente en este contexto actual de incertidumbre, de miedos?
-En primer lugar, la aceptación. Necesitamos aceptarnos tal y como somos: actores, artistas. Buscamos la belleza, la paz, el amor, el confort, la felicidad, el sentirnos bien… Pero no los tenemos porque hemos sido nosotros quienes han creado reglas, prohibiciones.
Luego existen otros instrumentos, como “Los cuatro acuerdos”: sé impecable con tus palabras, no tomes nada como algo personal, no hagas suposiciones y haz siempre lo máximo que puedas. Y “El quinto acuerdo”: sé escéptico pero aprende a escuchar.
Con “Los cuatro acuerdos” podemos romper la domesticación del ser humano, que es el gran problema. Y vemos que el resultado se traduce en tener una vida mejor, con paz y felicidad. Es el inicio de todo un entrenamiento.
En “Las tres preguntas”, otro libro mío, planteo estas cuestiones: ¿quién soy?, ¿qué es real?, ¿qué es el amor? Las respuestas nunca son las mismas. Cambian conforme el mundo cambia. Así nos daremos cuenta de que el actor debe adaptarse a los cambios, tomar ventaja y actuar de una forma distinta, según lo que suceda, no solo en la sociedad, sino también en la familia y consigo mismo.
Será mucho más asertivo y enfrentará cualquier crisis. Continuamente hay crisis en este planeta. El escenario ha ido cambiando y seguirá haciéndolo.
Siempre estamos respondiendo aquellas preguntas, actuando. Por eso hay que darnos cuenta de que somos actores y tenemos el guion que podemos cambiar con instrumentos, con preguntas y respuestas. Somos parte de todo cambio.
Este año nos cambiaron el escenario rápidamente. O nos adaptamos o sufriremos muchas consecuencias. La respuesta es “vamos a adaptarnos”. En lugar de estar criticando, tomaremos ventaja, mejoraremos. En esta crisis seremos el héroe, no el villano o la víctima. Invito a todos a que se vean como héroes para, a pesar de que la situación no es tan fácil, seguir adelante.
Podemos ser ese tipo de actor, en lugar de estar en una esquina, esperando aterrados, con el miedo de qué sucederá mañana, y tomar acción. Inclusive podemos ayudar a las víctimas. La actuación puede ser múltiple. Tengamos fe en nosotros mismos, en que nuestra actuación será cada vez mejor.
Eres un gran actor, creando un guion donde tú eres feliz, para crear un mundo donde eres completamente responsable de todas tus decisiones.
-¿Qué opina del chamanismo?
-Chamán no es más que una palabra que no es tan importante. Yo la cambiaría por artista. Es un arte, no hay nada misterioso. Cuando se revela el misterio, comienza algo nuevo.
El haber sido un chamán por un tiempo me dio el permiso para trabajar en la mente de mis aprendices, y el resultado fueron “Los cuatro acuerdos”. Llegó un momento en que ya no me interesó el chamanismo, como me sucedió con la medicina. Dejé de ser médico y quise entender cómo funcionaba la mente humana. Por esa razón entré al chamanismo, un tema que viene de mi familia.
Hay muchísimos médicos, pero únicamente pueden ayudar a un cierto número de personas. En cambio, el problema principal es nuestra mente, lo que hacemos sin darnos cuenta.
Al meterme de lleno en el chamanismo puse toda mi fe en mí mismo y el resultado fue increíble. “Los cuatro acuerdos” ya eran un best seller antes de escribir el libro. Cuando lo hice, dije a mi editora “está destinado a ir a todo el mundo, porque lleva un mensaje de integridad, y lo que muchos tratan de explicar en varios tomos, aquí lo haremos en un libro tan corto que puede ser leído en unas pocas horas”. Y funcionó. Se tradujo a 43 idiomas, como consecuencia de esos diez años, de usar la palabra chamán.
Pero fue arte, nada más: el poder entrar en la mente y sacar esas conclusiones tan simples. Es más sencillo de lo que parece, aunque lo difícil reside en que estamos domesticados y creemos ciegamente en lo que heredamos de nuestros padres, de la sociedad, de la religión…
Podemos criticar incluso las religiones, sin embargo son necesarias, hasta ahora lo son, porque muchas personas tienen sentimientos, pensamientos depositados en ellas. No es importante si dicen verdades o no, pero al final de cuenta todas vienen de la Verdad, lo diferente son los nombres. Es la interpretación lo que las ha distorsionado, pero no son ni buenas ni malas. Están ayudando de otra forma, cambian la realidad de los seres humanos.
-Como dice en algún párrafo, “somos narradores de historias y tejedores de sueños”…
-Recuerden, ustedes son los mejores actores, dignos de recibir un premio de la Academia.
Si quieres ver el vídeo completo de la entrevista a Don Miguel Ruiz, aquí lo tienes