Cómo cultivar la quietud en tu hogar

Habitarlo es un reflejo de nuestro propio orden, desorden y profundidad de vida

Andrés Tarazona

En algunas etapas o fases de nuestra vida, tratar de cultivar la quietud puede suponer, aunque suene paradójico, un esfuerzo.

En esos momentos vitales en los que no dejar de movernos parece dar sentido a todo lo que hacemos, la reacción de rechazo a la quietud se observa con facilidad al contemplar nuestra agenda: está tan llena de ocupaciones que hacer un espacio para no hacer, se convierte en tener que hacer mucho para lograr muy poco.

Esta misma reacción la podemos observar también en nuestra vivienda al sentir el silencio como una amenaza, el vacío como una necesidad de completar y, lo que es más alarmante, dejamos de dar valor profundo a nuestra vivienda, llegando a habitarla con la misma superficialidad con que habitamos la vida.

Tratar en estas fases de motivar la inspiración de la presencia, de anclar la atención en el espíritu y de percibir la paz como una señal que indica el ritmo de vida adecuado, puede suponer tan amenazante para la superficialidad que se refuerce todavía más su convencimiento de que el movimiento y la velocidad son sinónimos de vida y de vitalidad, aunque el resultado de tal actitud nos lleve, tarde o temprano, al agotamiento y a la apatía.

Cómo puede en estos momentos ayudarnos nuestro hogar

Cuando logramos concebir nuestro hogar como una extensión de nosotros, de nuestra energía y de nuestra consciencia, nos resulta más fácil contemplar su orden, su desorden y la forma en que lo habitamos como un reflejo de nuestro propio orden, desorden y profundidad de vida.

Desde esta consciencia es más fácil y menos amenazante para nuestra inconsciencia motivar a nuestra esencia.

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Para ello, hay tres acciones sencillas que pueden inspirar los aspectos más sutiles de tu inercia a la hora de llevar tu vida a un nivel no superior, sino más profundo:

  • Cuidar la calidad del vacío para entregarlo.
    El espacio vacío que te rodea es el mismo que hay entre tus células. Cuidar la calidad de la vibración del ambiente de tu hogar, poniendo atención a lo que dices, pronuncias y mueves, con la intención de enriquecer su vibración, te ayudará a aumentar la tuya.
    Si además en tu motivación está el ánimo de compartir con los demás “tu nuevo ambiente”, se elevará aún más tu lucidez interior.
  • Si has de mover algo o de cambiar algo, que siempre te lleve a la paz.
    Puedes probarlo a la hora de ordenar una zona desordenada. Si el nuevo orden aumenta tu paz interior con las decisiones que tomas sobre la forma de gestionarlo, es que lo estás alineando con la armonía natural. Pero si con el nuevo orden no sientes paz, es muy probable que simplemente estés cambiando el desorden de lugar.
  • La energía que hace vibrar los átomos de un objeto es la misma que mueve los tuyos.
    La diferencia entre la energía que impulsa a crecer a un árbol y la que impulsa tu propio crecimiento es la misma. Somos un elemento natural más y como humanos tenemos un factor determinante que determina la calidad de nuestra vibración: nuestra intención.
    El tipo de energía que empleas a la hora de mover, limpiar o valorar un objeto de tu hogar influye directamente en el nivel de tu propia energía.

Cuando logras amar, cuidar y agradecer todo lo que te rodea, consciente de que no existe la separación, tu nivel de Amor aumenta y con ello todo sube de vibración, tanto tú como todo a tu alrededor.

andres@andrestarazona.com



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