Aurelio Álvarez Cortez
Médico, psicodramaturgo, terapeuta gestáltico y escritor argentino que alcanzó la fama a través de sus libros y conferencias, Jorge Bucay nos permitió dialogar (hace quince años) sobre la utilidad de los cuentos, el secreto de por qué comunica con eficacia y la razón por la que todavía la sabiduría parece ser una cuestión machista. Rescatamos esta entrevista al pensar que aún hay talentos que faltan ser reconocidos y aprovechados por la tribu humana, mucho más en épocas de incertidumbre.
-¿Qué posee el cuento para ser útil a la gente, Jorge?
-El cuento tiene muchas cosas. En principio, una evocación regresiva interesante. Se vuelve a un espacio de aquel niño que todos conservamos adentro, al que en realidad le gusta que le cuenten cuentos.
Inés Barredo, una escritora argentina, publicó una novela, “Crecer jugando”, cuyas dos primeras páginas son lo más glorioso que he leído como terapeuta, a pesar de que ella no lo sea. Explica cómo comprendió que cuando uno cumple nueve años no deja de tener ocho, y que lleva todo un año a los 9 quedarse con los ocho, y que cuando se llega a los 40, como yo (risas), no se deja de tener 20, 14, 10, 8 o 3… Lloramos igual que lo hacíamos a los cuatro años, podemos enamorarnos como a los 15 y enfrentarnos con responsabilidades tal como a los 30. Al leer un cuento, escuchar a alguien que sabe contarlo, tu niño interno oye con sus oídos ingenuos y menos intelectuales, afortunadamente, y se adueña de tu corazón, ventilando sus emociones. Un individuo que permite que sus emociones se aireen está más sano.
-¿Ventilar las emociones significa curarse?
-No alcanza, pero es condición necesaria.
-¿Tienes una estrategia para comunicarte con tanta eficacia con la gente?
-Sí, soy absolutamente sincero, no miento, salvo que sea necesario, por ejemplo a Hacienda por razones de fuerza mayor (risas). He leído algo que decía un curita paraguayo, discípulo de Anthony de Melo, que me encantó. Este viejito había pasado 70 de sus 85 años de vida predicando en la iglesia, y se había ocupado con mucha vehemencia de ser fiel y vivir de acuerdo con lo que comunicaba. “Ahora me doy cuenta de que lo que debía hacer era predicar de acuerdo a como vivo”, confesaba últimamente. Yo hablo y muestro lo que creo, pienso y hago.
-De todos tus libros, llama la atención uno dedicado a la sabiduría, virtud que habitualmente se asocia a la imagen del hombre, pero en este caso hablas de la mujer.
-Sí, te refieres a “Shimriti, de la ignorancia a la sabiduría”. Shimriti es el nombre de la protagonista, mezcla de dos palabras en sánscrito: shiruti, que significa “hemos escuchado de los que saben”, y mriti, “recordamos y usamos lo que escuchamos”. De la combinación de ambas cosas resulta la sabiduría; recordar y usar lo que uno aprende de otros es ser sabio.
-¿Cómo surgió la idea de escribirlo?
-Estaba ocupado en un libro sobre la suerte para explicar, entre otras cuestiones, por qué algunas cosas suceden y otras no, y por qué a algunos les va mejor que a otros. Estudiaba filosófica y científicamente esta idea, cuando encuentro que una de las herramientas para la suerte es haber abandonado la ignorancia, ya que siendo ignorante la suerte no se te acerca. No tan curiosamente, descubro que a la suerte le gustan más los que saben que los que no. Comienzo a ver qué relación hay entre los resultados y el saber, entre la sabiduría y el conocimiento, entre el conocimiento y la búsqueda, y la verdad es que el tema me fascinó. Volví a leer algunos textos de cuando estudiaba en la facultad y encontré cosas de Lao Tsé, otras de Heráclito, Platón, Nietzsche, Kierkegaard, Osho, Sabater, Mónica Caballé… Al reunirlos para poder entender, advertí que no estaba escribiendo sobre la suerte sino sobre la sabiduría. Entonces interrumpí el trabajo sobre la suerte y decidí seguir el nuevo tema. En principio lo hice como un resumen para mí, después mi editor se enteró y dijo que quería publicarlo. Así, cuento cómo la mujer también se vuelve sabia, algo novedoso porque siempre son hombres los iluminados, los iniciadores.
-¿La sabiduría es machista?
-Hasta hoy. Ahora más y más mujeres “se vuelven” sabias, pero pocos hombres escriben sobre esto y las mujeres no se animan.
-¿Conoces mujeres sabias?
-Apenas conozco dos sabios, hombres. Pero por lo menos sé que hay una centena de mujeres que van a serlo. El camino hacia la sabiduría comienza en la estación de la ignorancia para luego pasar a la información, donde están los buscadores, que es como me defino yo. Después viene el conocimiento, el lugar donde habitan los maestros, y de ahí lo que te lleva a la sabiduría es el tiempo. Es decir, un maestro que ha vivido suficiente tiempo siéndolo, se vuelve sabio. No se puede ser sabio joven. Se puede ser un maestro joven, sabio no.