Perdonar, una acción de ecología interior

Transformar nuestro mundo interno en un lugar limpio y libre de residuos del pasado

Pablo Arturi

El perdón tiene una cualidad transformadora inmensa. Su poder depende de nuestra decisión de ejercerlo. Expande nuestro corazón, recuperando un espacio ocupado por el dolor.

El perdonar a aquel que nos ha lastimado nos libera de ese lazo, del vínculo con esa situación y esa persona. Nos devuelve el poder que esa persona y esa experiencia nos quitaron.

Yo estoy eligiendo en este momento presente perdonar y decidir qué hacer con esa energía y esa experiencia.

Perdonar nos abre el espacio de la aceptación de que la otra persona, al igual que yo, se puede equivocar y, tal vez, en ese momento hizo lo mejor que supo hacer.

El perdonar a esas personas que han dejado huella en nuestro camino abre un espacio para lo más difícil: perdonarnos a nosotros mismos.

La culpa y el castigo suelen contaminar nuestra conciencia, impidiéndonos ver más allá de la situación vivida. Aceptar que somos lo mejor que podemos ser en este momento, y que nuestro futuro será mejor porque así lo decidimos, es un paso importante hacia nuestra libertad.

En esto se da una cuestión adicional: aprender o no de los errores. El no perdonarse también implica que no podemos aprender de nuestros errores pasados. Ellos siguen estando presentes, recordándonos que “no soy capaz” de mejorar, de aprender, de reparar, de ser perdonado y perdonar.

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El perdón en su poder liberador nos ayuda a soltar lastre y a que ese mensaje negativo no se perpetúe hacia nuestro futuro. Nos devuelve el poder, nos devuelve al presente, nos da libertad.

Inténtalo con cosas pequeñas y verás el poder.  Simplemente deséalo, escríbelo, dilo en voz alta: “perdono a … por …”, “me perdono por …”. Es una forma de “ecología interior”. Transformemos nuestro mundo interno en un lugar limpio y libre de residuos del pasado.



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