Rodolfo Badano
Maestro de Reiki
El creador del Reiki, Mikao Usui, proporcionó a sus discípulos una guía ética para vivir, que se conoce como los 5 principios del Reiki. Ellos son:
Solo por hoy no te enojes.
Solo por hoy no te preocupes.
Solo por hoy demuestra aprecio.
Solo por hoy trabaja duro (contigo mismo).
Solo por hoy sé bondadoso con los demás.
Con ellos, Usui Sensei resaltó la importancia de que, si no se fortalece la mente ni se orienta en forma correcta al corazón, no es posible una base sólida para la transformación que propone este método.
Quizá, dentro del contexto cultural e histórico de Japón, en los inicios del siglo XX, esos conceptos hayan sido admitidos sin controversias. Era la voluntad del maestro, y eso bastaba para aceptarlos y también practicarlos. Por entonces, los japoneses no tenían conciencia individual sino grupal, y por lo tanto la posibilidad de enfrentar las cuestiones colectivas no tenía lugar.
En la cultura occidental se aprecia como virtud la capacidad de discutir, dudar o rechazar lo que alguien expresa como una presunta verdad. Por tal motivo, se pueden tratar estos principios con cierta resistencia al no comprender qué hay más allá del enunciado.
Podríamos plantearnos cómo no enfadarnos con quien nos trata mal; cómo no preocuparnos por aquello que tal vez no logremos en la vida; cómo manifestar apreciación a quienes nos han herido; por qué trabajar duro en el autoconocimiento si los demás no lo hacen; cómo ser bondadoso con otros cuando has sido maltratado, cuando el interés propio y el egoísmo parecen ser el código primordial de supervivencia.
En principio, habría muchos motivos para invalidar estos lineamientos, o ponerlos en duda mínimamente. Tratemos de esclarecer qué ocurre en nuestro interior cuando no vivimos con lo que expresan estos principios.
¿Por qué nos enfadamos? Respuesta honesta: porque las cosas no son como deseamos. ¿Y por qué? Al parecer, esta demanda ofrece cierta seguridad y nos “libra”, supuestamente, de asumir responsabilidad en la convivencia diaria “con lo que es” y de lo que formamos parte indisoluble.
En “lo que es” se encuentra también la obcecación e inflexibilidad que nos impide fluir con los cambios que la vida creativa exige. Igualmente, necesitamos la conformidad y ratificación de nuestra forma de pensar, sentir y actuar.
El temor es la base de esta necesidad, de no ser aceptado por la familia o por la sociedad. Cuando este reconocimiento no ocurre, nos invaden la tristeza y la depresión.
¿Por qué nos preocupamos? Otra respuesta honesta: tememos no alcanzar lo que pensamos que nos dará mayor seguridad. Algún logro que tal vez pueda evitar nuevas heridas, o que prometa llenar espacios vacíos.
La preocupación echa abajo la espontaneidad, y suele anular la guía que aporta la intuición. Por el contrario, si nos volcamos a una vida creativa alejamos la ansiedad y preparamos los escenarios del mañana. Esto en el caso de que tengamos siempre presente que el futuro es hoy.
Demostrar estima por los demás solo puede suceder cuando se entiende que los humanos operamos desde un estado específico de conciencia: desde donde podemos y no desde donde queremos.
Lo que promueve nuestras acciones son las motivaciones de nuestra mente profunda. La unión o desunión entre lo que pensamos y sentimos, es lo que se observa como nuestra conducta en el mundo. Incluso los demás, con sus limitaciones, nos enseñan a reconocer y admitir las propias.
Los humanos somos alumnos y maestros mutuos. Aprender a vivir es el mayor de los aprendizajes. Queremos un mundo distinto, menos amenazador, pero si no empezamos por el conocimiento propio, aquello es imposible, y así el único camino de transformación se cierra.
Luego, ser compasivo con los demás es posible al aceptar como somos y empezamos a querernos, trato bondadoso que nos permite sentir bondad por los otros, aceptándolos tal y como son.
De acuerdo a cómo comprendemos y practicamos estos principios del Reiki, iniciamos el propio proceso de transformación interior.
La preocupación, la ira y otras emociones, está demostrado, afectan al organismo. Un ataque de ira, según se ha publicado, causa un desgaste de energía equivalente a ocho horas de trabajo, y los conflictos aceleran el envejecimiento de las células.
Finalmente, trabajar duro, como dice el cuarto principio del Reiki, tanto como sea menester, y la expresión “solo por hoy” pueden evitar la ansiedad de lo que no estamos seguros de practicar, pero no nos libera de renovar, a diario, nuestro compromiso con la vida.
Foto: Arina Krasnikova


