Aprovechar el poder de la sombra

La importancia ética de realizar el trabajo de integración

Patricia Fernández Acosta.
Psicóloga y Máster en Psicología Junguiana

“Cada uno de nosotros lleva consigo un “Dr Jekyll y un Mr. Hyde”, una persona afable y una entidad tenebrosa. Bajo la máscara del Yo consciente se encuentran todo tipo de emociones y conductas negativas: rabia, celos, resentimiento, codicia, lujuria, mentira, tendencias asesinas y suicidas… Ese territorio inexplorado de nosotros mismos es conocido en psicología como la sombra personal. Todo el mundo tiene una sombra como contrapartida de su ego. Una sombra que comienza ya a desarrollarse en la infancia, a través de la educación, cuando negamos la parte oscura de nosotros mismos y fingimos identificarnos con nuestros ideales: una sombra que permanece siempre al acecho y que emerge con fuerza en cualquier momento. Así, por ejemplo, cuando sentimos un inexplicable sentimiento de antipatía hacia alguien, o cuando descubrimos un rasgo de nosotros mismos inaceptable, o cuando repentinamente nos invade el odio, la envidia, la vergüenza”. De la presentación de “Encuentro con la sombra”, de Jeremiah Abrams (Editorial Kairós).

La sombra se va constituyendo al mismo tiempo con la definición del ego. Será más fuerte cuanto más estrecha y estricta sea la educación. Si la moral es muy rígida, esto contribuirá a una disociación mayor con lo que queda a oscuras. Esto no implica de ningún modo no transmitir valores y el sentido de bien. Hay que transmitir valores y poner límites con firmeza. Al mismo tiempo, esto tiene que ir siempre acompañado con amor y con un sentido de que la naturaleza humana siempre es digna ser en esencia, y que los errores, equivocaciones o minusvalías, se relacionan con la cáscara, con el ropaje, con la cara más externa que rodea a la esencia o núcleo del ser en cada uno de nosotros.

Las figuras de autoridad y los educadores, así como cualquier persona que sea influyente en nuestra formación como seres humanos (padres, maestros, hermanos mayores, sacerdotes, figuras sociales o colectivas relevantes: conductores políticos, líderes, etc.) serán determinantes también en la constitución de la sombra (y del yo).

Asimismo la sombra será más fuerte cuanto más orientada esté la educación hacia disvalores narcisistas. Es importante, desde pequeños, estimular al niño hacia la integración con el resto de los humanos (humanismo), la naturaleza (ecología), y un sentido de pertenencia al Universo. Esto último facilitaría que la constitución del ego sea lo suficientemente flexible como para ir integrando instancias que se encuentre más allá del mismo, y facilitan los necesarios duelos de las falsas identificaciones.

A nivel personal y colectivo

Lo más frecuente es el caso de las personas que ven el “mal afuera”, y se desligan de toda responsabilidad con relación a lo que sucede alrededor de ellos (y en ellos). Pero también encontramos casos de identificación con la sombra. Aquí, lo que sucede es una especie de “obsesión maléfica”, esas personas que percibimos como “oscuras”. De hecho, el Yo queda capturado en el lado oscuro y proyecta lo luminoso. En este caso tampoco se realiza una tarea de integración, y por consiguiente no habrá alquimia anímica. Fenomenológicamente, observamos aquí la identificación con Mr. Hyde, una degradación progresiva, y el estancamiento del proceso de individuación.

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En cambio, la sombra colectiva involucra al Inconsciente Colectivo (antes, al Inconsciente Personal), por lo tanto, es una expresión arquetípica con la contundencia de las manifestaciones colectivas, y nos confronta con el ‘mal absoluto’. En la historia de la humanidad hubieron momentos de confrontación con la misma: durante el holocausto, las matanzas de Stalin, y cada vez que presenciamos genocidios o matanzas ‘abstractas’, nos vemos ‘cara a cara’ con la misma.

De aquí la importancia ética de realizar el trabajo de integración de la sombra personal. Pues cada elaboración anímica individual, resquebraja el espejismo inherente a la trama colectiva.

En un período mundial como el actual, globalizado y con armas nucleares, es imperativo que cada uno de nosotros dispongamos de la libido necesaria -energía vital- para dedicarla al trabajo de desvelamiento de las motivaciones reales que subyacen detrás de nuestros pensamientos, emociones y acciones.

Encontrar la propia sombra, enfrentarse con ella, aprovechar su poderosa energía, todo ello pertenece a la autorrealización más profunda del ser humano. Ya dijo Jung que “uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad”.

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