Cinco principios de crecimiento espiritual

Para aplicar sea cual sea nuestro camino vital

De todas las formas en que puedes crecer, la mayoría se caracteriza por factores externos (como crecer en riqueza, tener más éxito, etcétera) y otras se reconocen por el comportamiento y actitud (crecer más feliz, ser más cariñoso, más maduro). El único tipo de crecimiento silencioso, oculto e invisible es el espiritual. Como dice el Bhagavad-Gita, ni siquiera alguien iluminado puede ser conocido por señales externas.

Y la razón por la que el crecimiento espiritual es invisible es porque acontece en la consciencia. No se puede alcanzar un estado espiritual superior con el pensamiento. Requiere saber cómo funciona la consciencia, que es lo que señala otro adagio indio: “Conoce esta única cosa por la cual todo lo demás se conoce”.

Todos nos guiamos por la actividad mental, que se renueva constantemente con nuevos deseos, anhelos, sueños, miedos, hábitos y pensamientos diversos. Este nivel de conciencia no es enemigo del crecimiento espiritual, pero casi toda actividad mental es irrelevante.

Los pensamientos positivos y negativos influyen considerablemente en el progreso de la vida, pero no afectan el estado de conciencia, que es lo único en lo que debemos concentrarnos para crecer espiritualmente.

Existen numerosos escritos espirituales de las tradiciones espirituales, tanto orientales como occidentales, que permiten extraer cómo crece el conocimiento en la consciencia.

Aquí se detallan cinco principios que puedes aplicar a tu propio camino, sea cual sea y a la tradición que prefieras.

1. La consciencia es la base de todas las cosas, la fuente de la creación.

Aunque existen diferentes palabras para la fuente de la creación, muchas de ellas religiosas cuando Dios entra en la historia, todas las tradiciones coinciden en que la fuente de la creación es la consciencia. Esta fuente está tras bambalinas, podríamos decir, y cada consciencia individual (es decir, tú y yo) está inmersa en ella.
Aplicación práctica: Para crecer espiritualmente, debes interesarte por la consciencia, lo que significa emprender la búsqueda de tu fuente.

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2. El camino espiritual va más allá de la mente pensante. Es trascendente.

Para encontrar tu fuente no se te pide que pienses, sientas ni sigas enseñanzas oscuras. Se requiere algo mucho más simple: la simple consciencia. Cuando tu mente está tranquila y descansada, te sentirás centrado. La mente pensante no se distraerá, perturbará, abrumará ni estresará. Esto es simple consciencia. A partir de aquí, se avanza hacia una consciencia más profunda.

Aplicación práctica: Para el aspirante serio, lo primero es la meditación regular, pero en la vida moderna esto podría ser demasiado pedir dada la velocidad y el estrés a los que todos estamos sometidos. Pero siempre puedes tomarte un tiempo durante el día para centrarte. Busca un lugar tranquilo para estar solo, respira profundamente varias veces y, con los ojos cerrados, sigue tu respiración. Este ejercicio de centrado debe realizarse con regularidad varias veces al día para aprender a sentir la simple consciencia. Con la práctica, tu mente entrará fácilmente en este estado y dejará de estar tan adicta al pensamiento constante.

3. Los niveles más profundos de consciencia son tu verdadero ser.

La simple consciencia es la puerta de entrada al camino espiritual. La meta del camino es el despertar total o la iluminación, pero eso está lejos para casi todos. Debe haber pasos de progreso a lo largo del camino. Estos son los pasos que te acercan a tu verdadero ser. Silenciosamente atrae tu atención todo el tiempo, incluso ahora, y al notarlo, te acercas cada vez más a tu fuente.

Aplicación práctica: Ya estás vislumbrando tu verdadero ser constantemente. Estas son experiencias de consciencia superior, aunque quizás no uses ese término para referirte a ellas. Dichas experiencias se conocen íntimamente como amor, compasión, empatía, belleza, verdad, creatividad, comprensión y dicha. Al percibir estos destellos, comienzas a conocer tu verdadero ser directamente.

4. Los valores que fomentas en tu vida diaria expanden tu consciencia o la contraen.

Atisbos del verdadero ser, o consciencia superior, llegan a todos. Pero para generar un verdadero crecimiento espiritual, debes dedicarles tiempo y atención. Los destellos fugaces son como experiencias de umbral: debes cruzar el umbral para trascender la mente activa cotidiana.

Aplicación práctica: Cada vez que decidas vislumbrar tu verdadero ser, tómate el tiempo para hacer tres cosas, todas las cuales ocurren “aquí dentro”:

Observa la experiencia. Haz una pausa y déjala que penetre en ti. No te apresures a pasar a lo siguiente. Crea un espacio tranquilo y deja que este momento de amor, belleza, compasión, comprensión o cualquier otro valor superior se convierta en tu único enfoque por un instante.

Valora la experiencia. Tras una pausa, expresa gratitud y aprecio por este atisbo. No tienes que hacer nada verbalmente ni con el pensamiento. Basta con centrar la atención en tu corazón y crear un vínculo cálido con lo que está sucediendo. Una sonrisa en el corazón es suficiente para conectar con tu verdadero ser.

Sigue adonde te lleve la experiencia. En cada atisbo de tu verdadero ser hay un atisbo de dicha, alegría y éxtasis. Este atisbo, que a veces puede ser fuerte, es una guía. Te impulsa a querer más. Así que “sigue tu dicha” significa seguir tu verdad, tu vocación, la vida que estás destinado a vivir. Ten confianza en que tienes una vida así, que va siendo organizada por tu verdadero yo cuanto más recorras el camino para alcanzarla.

5. La inteligencia creativa lo sabe, crea y gobierna todo.

El flujo de mensajes silenciosos de tu verdadero ser parece intermitente y difícil de seguir. Todos cometemos errores en la vida; surgen falsos comienzos y reveses. La mente pensante se detiene en los altibajos, en los destellos de inspiración seguidos de conflicto y confusión. Pero desde la perspectiva del verdadero ser, la inteligencia creativa es constante y conocedora.

Organiza la vida que estás destinado a vivir. Este esquema, conocido en sánscrito como dharma, se aclara a medida que te acercas a tu verdadero ser. No hay banderas en el cielo que debas seguir; en cambio, hay una corriente de deseos que te impulsan naturalmente a ser tú mismo. Así pues, el camino espiritual es un camino de deseos. Nunca podrás alcanzar una meta a menos que cada paso del camino sea deseable.

Aplicación práctica: Estás en tu dharma cuando lo que haces a diario te brinda plenitud. Todo fluye con facilidad. Te sientes en armonía con naturalidad. La resistencia y la oposición no están presentes o se disipan fácilmente. Sientes una sensación de satisfacción interior y tienes la certeza de que tu vida tiene sentido y propósito. Obviamente, muchas personas no experimentan estas señales de crecimiento espiritual, pero la opción de cambio y transformación siempre está presente. El dharma es muchas cosas, pero en su base es una visión de la vida que te eleva y te llena de plenitud. Seguir tu visión hace que el crecimiento espiritual sea dichoso. El camino del deseo se reduce a alcanzar una mayor dicha.

Imagen: Gabriela Palai



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Stanislav Kondratiev
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