Alejandro Ferro
“El mundo fluye de manera incesante con el shi…”. Mi mirada quedó flotando entre estas palabras extraídas de un capítulo sobre taoísmo, a cargo de Robin R. Wang, que forma parte de “Elige tu filosofía”, publicado por Kairós. Shi es una palabra relativa al poder, la fuerza, la influencia, las características naturales o la propensión de las cosas. Todo posee su shi y cada persona tiene uno propio.
Es así que podemos servirnos de su flujo para administrar (también crear) shi a nuestro favor. Pero si intentamos controlar una serie de hechos, impedir el caos o la incertidumbre, y lo ignoramos, valiéndonos de la planificación y las limitaciones, no conduciremos convenientemente la situación.
Frecuentemente el caos y la incertidumbre producen un nuevo shi o nuevas oportunidades que acrecientan nuestro propio shi.
El éxito es el resultado de una acción planificada, premeditada, razonada. Hay una tirantez entre la deducción del hombre y la intrusión de las tendencias naturales. Por eso no se trata solamente de ir detrás de ciertas tendencias, sino también de aprovechar cada oportunidad incluida en todo proceso de cambio.
En este aspecto, la filosofía taoísta advierte que tengamos shen shi (conciencia de la propensión u optimizar las posibilidades). ¿En qué se distingue el hecho de imponer nuestra voluntad y el atenerse al shi? En si fijamos un objetivo para nuestras acciones o nos dejamos conducir por la propensión de las cosas. Es decir, o bien aplicamos nuestro plan a las cosas o bien nos afirmamos en los elementos esenciales del proceso de cambio.
En “El arte de la guerra” Sun Tzu alecciona sobre el poder del shi cuando describe que el shi es visible en la corriente de agua al arrastrar las piedras. Al caer velozmente, su impulso crea una fuerza dinámica haciendo que las piedras floten.
Así podemos observar que el shi es vital para conseguir que se desarrollen acontecimientos significativos, y también que el cambio de shi confluye en sorpresa. Las cosas pasan cuando el shi surge de formas imprevistas. Como la realidad, el agua está colmada de shi porque incesantemente se reconstruye.
Podemos sentirnos cómodos en la incertidumbre si confiamos en el shi, en el potencial esencial de las circunstancias cambiantes. Confiar en el shi con el objetivo de conservar una actitud neutral de adaptación y apertura a las realidades a media que se despliegan.
Un texto taoísta dice: “El sabio siempre confía en la oportunidad o el momento adecuado. Pero no hay garantía de que el momento o la oportunidad lleguen, así que uno también debe confiar en la habilidad, al igual que en el uso de un barco o un carro”.
De ahí que podemos apoyarnos en la tendencia natural de las cosas, como la fuerza del agua o las predisposiciones del corazón.
Confiar en nuestras situaciones cambia la orientación de las acciones, y también de nuestro potencial, hacia lo que resulta viable en un entorno dado.
Debemos indagar, en distintos contextos, en qué cosas podemos confiar, cuáles son los recursos disponibles. Y como expresa un refrán, “si vives en la montaña, serás alimentado por la montaña; si vives en el río, serás alimentado por el río”.
Robin R. Wang es profesora de filosofía y directora de estudios del área Asia Pacífico en la Universidad Loyola Marymount, Los Ángeles, EE.UU. Además es autora de “Yin yang. The Way of Heaven and Earth in Chinese Thought and Culture” (“Yin yang. El camino del cielo y la tierra en el pensamiento y la cultura chinos”) y editora de Chinese Philosophy in an Era of Globalization (“Filosofía china en la era de la globalización”) e “Imágenes de la mujer en el pensamiento y cultura chinos: escritos desde el período anterior a Qin hasta la dinastía Song”. Ha publicado muchos artículos y ensayos y ha realizado presentaciones regularmente en América del Norte, Europa y Asia. También ha sido consultora cultural acreditada para la película “Karate Kid”, en 2010.