Aurelio Álvarez Cortez
Una espiritualidad integral y autónoma con destino al mundo de hoy es la que presenta Luis Villavicencio, autor de “El camino panteísta” (Editorial Kairós), analizando, a partir del encuentro imaginario de tres místicos, la posibilidad de acometer los desafíos actuales como la crisis espiritual, la desconexión con la naturaleza y la alineación social y política.
Villavicencio, escritor, músico, profesor de filosofía y autor de canciones y libros, tanto de filosofía como de poesía narrativa, hace la siguiente propuesta discursiva, hecha desde el intelecto, que apunta al corazón.
-¿Cómo podemos entender el panteísmo según tu visión?
-Yo aplico el significado etimológico esencial del término, es decir, todo es Dios, para proponer, en primer lugar, una filosofía, una doctrina, y a continuación, una práctica individual y colectiva.
Todo esto marcado en el seno de una espiritualidad integral, que es autónoma y que abarca todas las esferas del ser humano. Y lo es hasta sus últimas consecuencias, es decir, no solo filosóficamente, sino a nivel práctico y social. Porque, no olvidemos, si todo es Dios, si la realidad es sagrada, esto implica un cambio de paradigma en la ecología, en la política, etcétera.
-Comienzas con un diálogo imaginario, a modo metafórico, de tres místicos, Shankara, Rumi y Eckhart, a quienes presentas como profetas del panteísmo. ¿Por qué los has elegido a ellos y no a otros?
-Estos tres autores a mí me apasionaban. Veía en ellos similitudes muy profundas, a pesar de los distintos contextos culturales, sociales, religiosos, en los que vivieron. Tras sus palabras hay una misma comprensión de la unidad del ser, del individuo, del mundo, con Dios, con la trascendencia. Shankara lo llama Brahman; Eckhart, divinidad, distinguiendo entre divinidad y Dios, y Rumi lo denomina simplemente Dios.
Los utilizo para desarrollar la parte más estrictamente filosófica y doctrinal de lo que es el camino panteísta. Los traigo a la actualidad, mostrando la vigencia de sus planteamientos y los sitúo en el contexto contemporáneo. Hago una traducción, siendo a la vez lo más fiel posible a su mensaje y a su intención, lo que yo presupongo es su intención original.
-También hablas del panteísmo místico. Panteísmo y panteísmo místico. ¿Hay un matiz entre ellos?
-Hay un matiz. Normalmente se ha aplicado el término panteísmo en filósofos como Espinoza. También Parménides podría ser un panteísta, así como Schopenhauer… Filósofos que, mediante el razonamiento, llegaron a la conclusión de la unidad ontológica de la realidad, de que solo hay un ser, y lo demás, el mundo, el pensamiento, son atributos de ese ser. Pero no proponían claramente una vía sociológica de salvación del ser humano, una vía práctica; por lo tanto, son panteístas, pero unos panteístas racionales.
Después están los místicos. Un místico no tiene por qué ser panteísta. Hay muchos místicos cristianos, por ejemplo, para los cuales Dios y el hombre están separados por un abismo infranqueable que solo en determinados momentos de éxtasis puede trascenderse.
El panteísmo místico es un concepto que toma las ideas de aquellos grandes filósofos, pero tiene una dimensión práctica que busca no solo razonar sobre la unidad de la realidad, la presencia de Dios en la totalidad de las cosas, sino que propone una vía práctica para acceder a lo real y que afirma la posibilidad del ser humano de realmente trascender esta aparente dualidad en beneficio de la unidad entre el individuo y lo divino.

-Seguramente el planteamiento de que todo es Dios conlleva consecuencias en el plano de lo humano, en el contexto en el cual vivimos y también la divinidad, Dios.
-Esta idea yo la concibo como una idea atómica, como el núcleo, que se expande y que tiene consecuencias casi imprevistas.
Tiene consecuencias a nivel de la práctica diaria y a nivel social. Es decir, si conocemos una realidad en la que no hay este abismo entre el ser humano y la naturaleza, o entre el ser humano y la naturaleza respecto a Dios, por ejemplo, esta idea nos obliga a cambiar muchísimas de las actitudes que venimos sosteniendo y que causan una profunda desazón en el ser humano, una profunda falta de sentido, de no ver esta dimensión sagrada y reducir la realidad a un ente material despojado de finalidad.
Un ejemplo muy claro es que el panteísmo es una espiritualidad muy ecológica, en sintonía con la visión sagrada de la naturaleza. Si Dios está presente en toda la vida, en todos los fenómenos, esto tiene que llevarnos a una reverencia espontánea hacia todas las criaturas, hacia toda la vida, hacia la naturaleza, por ser un reflejo de Dios mismo. Y también respecto a los demás. Es decir, si quien tengo enfrente soy yo mismo, un reflejo de Dios, tal como yo lo soy, eso me debería llevar a una ética del amor espontáneo, sin necesidad de que me obliguen amar a ese prójimo porque de lo contrario iré al infierno.
-¿Cómo vives en primera persona este panteísmo?
-El panteísmo lo he formulado como una espiritualidad integral, con una práctica. Es una guía para andar, no se trata de una propuesta absolutista que pretenda que nos amoldemos totalmente a ella. Es una guía para un caminar más feliz, más amoroso, más placentero.
Esta práctica que describo no es algo teórico, sino algo que he ido desarrollando, comprobando, que es útil, efectivo. Por ejemplo, cuando hablo del camino del intelecto, del camino del corazón, de la vida del espíritu… Todas son diferentes prácticas que en mi vida diaria he probado que son efectivas. Eso no significa que de un día para otro vayamos a iluminarnos o que mientras tanto vivamos en la oscuridad y todo sea terrible, como plantean algunos maestros con una retórica un poco extremista.
Yo pienso que el camino panteísta es una guía de andadura que nos va llevando, poco a poco, hacia un mayor bienestar, una mayor compasión. Es un horizonte al que llegar.
-¿De qué modo, crees, encajaría el panteísmo en el mundo de hoy, donde hombres y mujeres están viviendo más volcados hacia afuera que hacia su mundo interior?
-La gente se está dando cuenta de que en el afuera no se encuentra nada. Somos como hamsters en una rueda, avanzando constantemente sin llegar a ninguna parte. Y esto tan sencillo lo han estado diciendo los maestros del Vedanta, del sufismo, incluso la mística. Desde hace milenios nos advierten que afuera no hay paz, no hay esa satisfacción.
Momentáneamente, el placer no está mal, pero no nos va a dar esa satisfacción que solo puede darnos ir hacia adentro.
Estamos en un momento en que realmente hay muchas patologías mentales, una plaga de problemas en todo lo relativo a la salud mental. Pienso que una de las causas es esa falta de espiritualidad, de dejar un poco el mundo aparte, para conocernos, para llevar a cabo una disciplina que realmente alivie nuestro sufrimiento. La espiritualidad finalmente tiene que aliviar el sufrimiento, y también llevarnos a un compromiso hacia todas las criaturas, hacia el mundo que nos rodea.
Es un momento óptimo para una propuesta como la que yo hago. Además por el decaimiento de las religiones tradicionales y la, a mi juicio, poco fructífera espiritualidad posmoderna.
-Específicamente, ¿qué elementos constituyen la disciplina panteísta?
-La disciplina panteísta es progresiva y tiene en cuenta todos los elementos del ser humano. Para empezar, algo básico, el cuidado del cuerpo. El panteísmo no niega el cuerpo, sino que lo enaltece como una obra sagrada, como el vestido de la divinidad. El ser humano, cuando vive más en relación estrecha con la naturaleza, su cuerpo tiende a ser más saludable, teniendo en cuenta la alimentación, la vivienda, el tipo de medicina, etcétera.
Después, el gran camino de la mente. No concibo la mente como intelecto, sino que la mente es tanto el intelecto como el corazón. Tanto el ámbito pensante como el ámbito sensitivo, o los dos hemisferios del cerebro.
La vía del intelecto, propiamente filosófica, su fin es, de alguna forma, limpiar las ideas erróneas o la ignorancia que tenemos acerca de nuestra verdadera naturaleza. Es una vía muy sistematizada en el Vedanta Advaita, que pasa por la meditación. Para limpiar la mente están la lectura, la escucha, el diálogo, el pensamiento crítico y la integración.
El objetivo de la guía del corazón no es tanto superar la ignorancia, sino el odio, el miedo, las emociones dolorosas que atenazan el corazón y que no nos dejan sentirnos felices, ni fluir en el amor con nosotros mismos y con los demás. Tiene cuatro pasos, como el canto, el arte, que son una herramienta súper potente para limpiar el corazón. También está la psicoterapia, la oración, porque el panteísmo no niega al Creador.
Además está la acción desinteresada, porque, al fin y al cabo, el amor se tiene que expresar como servicio, como una acción en beneficio de las personas que nos rodean.
Por otro lado, propongo para esos espíritus con vocación más mística el sendero del espíritu, que es la discriminación, la distinción, entre lo que soy y lo que no soy, para dejar de lado esas capas que no somos nosotros y descubrir el ser que somos, y la contemplación, que es cuando ya uno vive la unidad tras la diversidad.
Por último, la iluminación.
-Ya que has mencionado la oración, realizas una reflexión acerca de la llamada ley de la atracción.
-Se ha puesto muy de moda la idea de que yo, como individuo, puedo de alguna forma doblegar o atraer, en beneficio de mis propios deseos, la voluntad universal, el campo de consciencia que determina el curso del universo, el dharma cósmico.
Realmente es una ingenuidad. Por mucho que lo quiera, por mucho que lo visualice, no puedo doblegar ese campo universal, esa voluntad que me trasciende, la voluntad de Dios.
El fin de la oración no es justamente satisfacer los deseos, sino entregar mi pequeña voluntad a la a la voluntad universal. En esta entrega de los propios deseos al deseo del campo es donde se encuentra la paz, donde se encuentra el verdadero descanso, y este es el fin de la oración. Es decir, “hágase tu voluntad”, la idea cristiana de la oración, que lleva realmente a una paz del corazón.

-Afirmas que el camino panteísta es el siguiente estadio de la religiosidad, luego del resquebrajamiento del monoteísmo. ¿El camino panteísta no es una religión… o lo es?
-Del animismo pasamos al politeísmo y después al monoteísmo, en una evolución hacia una concepción cada vez más unitaria de la realidad. Luego, el ateísmo señaló una unidad material, despojada de espíritu. En la búsqueda de la unidad realmente el ateísmo tuvo su función, pero el fin del panteísmo es conservar esa unidad de la realidad, pero recuperando la visión sagrada divina. Entonces, me pregunté si el camino panteísta es una religión.
Creo que es un paradigma que poco a poco se irá instalando en la sociedad, por lo menos en Europa, y quizá se vaya extendiendo. No quiero tampoco pecar de “religioncéntrico”.
Propongo este camino, que lo he estructurado lo mejor que he podido, para que dentro de esta cosmovisión tengamos unas ideas compartidas y una práctica real clara, consciente de que efectivamente lleve la noción abstracta de que todo es Dios.
-Analizas cinco esferas que influyen en la dicha y el sufrimiento social. ¿Cuáles son y qué las define?
-Concibo que el camino panteísta no es algo centrado en uno mismo, sino que está muy anclado en la estructura en que vivimos. La estructura influye en el individuo y nosotros influimos en la estructura. No podemos caer en esa espiritualidad solipsista o narcisista que responsabiliza al individuo de todo lo que le pasa. Lo que hay a nuestro alrededor nos influye y nosotros tenemos la capacidad de influir en lo que nos rodea.
Entonces establezco cinco esferas de la sociedad que me parecen especialmente relevantes, porque afectan mucho en nuestro bienestar. Una es la ética. Si concibes al ser humano como un compuesto de impulsos electroquímicos y poco más, ¿dónde está su dimensión sagrada? La ética necesita una visión en que el ser humano sea algo más, no solo un trozo de carne, y en la que, por ser un espejo de Dios, al igual que yo, me despierta un amor espontáneo.
Luego, el ámbito de la ciencia, que parte de supuestos que muchas veces son metafísicos y no están explicados. También la política; necesitamos una sociedad en la cual todas las personas sean igual de dignas y sagradas, que la vinculo con las ideas anarquistas.
Además, la educación, esencial para el futuro de la humanidad. Criar a niños en un ambiente de libertad y de respeto, obviamente, en el que haya un aprendizaje en libertad.
Finalmente cito a la ecología. Estamos destruyendo el planeta en el que vivimos. ¿Por qué? No basta con saber racionalmente que debemos proteger a la naturaleza. Para respetarla hay que despertar la reverencia espontánea hacia la sacralidad de la vida, de todas las criaturas, de todos los animales, de los árboles, la misma que tenían los pueblos que llamamos “primitivos” y que no lo son. Promulgo la necesidad de un reenamoramiento entre la naturaleza y el ser humano.
-Vamos al plano de la conciencia. Si te digo “conciencia”, “alma”, “mente”, “cerebro”, ¿cómo se observan en el esquema panteísta?
-Partimos de que todo es consciencia y en la consciencia aparece una multiplicidad. En ella, el ser humano, con un cerebro que se tiende a considerar como una entidad activa, generadora de acción, de pensamiento. Yo invierto totalmente esta jerarquía. Afirmo que el cerebro no es una entidad activa, sino que es un receptor, una radio. Tenemos como una antena capaz de recibir los tonos espirituales, el alma, la entidad que somos desde un punto de vista individual que se expresa a través del cerebro.
La consciencia da lugar al alma, y el alma encarna en el cuerpo, se aloja en el cerebro.
La mente es esa parte del alma de la que somos conscientes. Este cerebro o decodificador, tal como lo entiendo, es capaz de sostener sin que explote, porque las capacidades del alma son abismales.
A veces desarrollamos dones y decimos “¿pero esto de dónde me ha venido”. ¿Por qué unos utilizan sus dones, mientras que otros, con la misma crianza, el mismo entorno, no? Dones que están ahí y que desarrollamos o no.
El cerebro no puede albergar toda la información de golpe, tiene que seleccionar. ¿Cómo?, con la mente, ese pequeño círculo dentro de un círculo mayor, que es el alma, que comparten el mismo espacio, pero es un espacio más reducido y del que somos conscientes.
-¿El panteísmo pretende querer lo imposible para aprender a realizar lo posible?
-Está en nuestra naturaleza hacer lo imposible, manifestar lo que en la realidad material no existe, y la prueba es el mundo que nos rodea.
Todo ha salido de alguien, de su mente y casi todo, el entorno, en algún momento le dijo que era imposible, pero ese alguien se dijo “bueno, pues lo voy a intentar”. Quizá la primera vez no se concretó, la siguiente tampoco, pero sus sucesores sí lo consiguieron. Es la búsqueda esperanzada de la utopía.
Resulta imprescindible dejar de lado esa especie de cinismo, barnizado de intelectualidad, que pretende pintarnos un abismo apocalíptico frente a nosotros. No es útil, no es práctico. ¿De qué sirve vivir con una visión horrorosa del futuro humano? Prefiero vivir así, pensando que cosas aparentemente difíciles se pueden realizar con esfuerzo, con rigor, pero también con pasión y con amor.
-Eres optimista. -Sí, no soy ingenuo. Quiero confiar en el ser humano a pesar de las apariencias, de las noticias, del poder que nos quiere con miedo, aterrorizados de nosotros mismos. Simplemente soy un optimista bastante práctico.
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