Tú no existes, yo tampoco

Antonio Lozano habla de su última publicación, que, advierte, no es de autoayuda, sino de autodisolución

Aurelio Álvarez Cortez

Sociólogo, consultor, también profesor, emprendedor, conferenciante y escritor, Antonio Lozano es autor de “La sabiduría del no saber” y de “Tú no existes, yo tampoco”, ambos publicados por Kairós. Y de este último, del que dice que “no es de autoayuda, sino de autodisolución”, conversamos a continuación.

-Tenemos certezas, pero subyacentemente sentimos miedo al sospechar que es imposible controlar nada. No controlamos, ni siquiera la vida. ¿Quién tiene miedo?

-El personaje que nos hemos creado, que nos hemos creído, que hemos integrado, ese es el que tiene miedo. Porque desde muy pequeñitos recibimos mensajes continuos de que es posible controlar la vida, de que es posible tener certezas, y nosotros, aunque no lo parezca, somos seres sintientes y muy perceptivos, muy inteligentes. Y nos damos cuenta de que la vida no la controlamos.

Ese miedo está ahí porque nosotros sabemos en nuestro fuero interno que la vida es algo que pasa mientras nosotros la miramos. El personaje tiene miedo.

-¿Es decir que somos una especie de zombis que ignoramos serlo?

-Somos una conciencia y somos universo; somos un fractal de esa consciencia cósmica universal y, en la medida en que somos, nos vivimos desde nuestra realidad profunda, porque somos una expresión singular de la vida. Tenemos toda la sabiduría ancestral del universo. Ahora bien, nuestro personaje es un zombi.

-Dices que te encantaría que este libro tuyo estuviera en una sección que todavía no existe en las librerías: el de “decrecimiento personal”.

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-¡Claro! El crecimiento personal es el crecimiento del ego.

Portada del libro.

-En su contenido señalas y desarrollas lo que llamas “cuatro espejismos” que conforman una plataforma que nos dirige al desastre vital. El primero consiste en creer que la personalidad y las creencias son una construcción propia.

-Nada está separado en el universo, nada. Todo está entrelazado. Cuando nosotros generamos un constructo mental en el que nos concebimos o nos dividimos como individuos separados, todo en nosotros cruje porque es irreal. Nuestro cuerpo, por ejemplo, es un ejemplo de entrelazamiento.

Nada en nuestro cuerpo funciona solo. El pulmón no es independiente de la circulación de la sangre, por ejemplo. Todo es una unidad. Bien, nosotros no nacemos solos, lo hacemos en una familia. En concreto tenemos una madre y un padre, particularmente una madre; por lo tanto, somos hijos de una línea, de un continuo. Pero ese continuo es un continuo de otros continuos.

Incluso los humanos somos un continuo de otras especies que nos precedieron desde las que nosotros nos hemos formado. Y así llegaríamos a las bacterias, en concreto a las células herederas de las procariotas. Cualquier humano tiene unos 20 millones de apellidos. Hemos heredado genes, memorias, energía, historia, cultura, vivencias, recuerdos.

Vamos integrando ese personaje en una época en la que todavía no tenemos uso de razón. La mayoría de psicólogos y de pedagogos hoy en día están de acuerdo en que la base de nuestra personalidad queda constituida antes de los 6 años. Por tanto, somos grabados a fuego antes de tener uso de la razón. El yo es el primer fake de nuestra existencia.

El yo es un constructo que heredamos. Nuestro entorno insiste en llamarnos por un nombre y nos giramos, insiste en las expectativas sobre nosotros y nos las creemos.

Tenemos memoria de nuestras vivencias y pensamos que son solo nuestras. Nuestro cuerpo también posee una memoria, lo que ha vivido. Y creemos que eso es nuestro, nos vamos apoderando de todo ese bagaje, y al final pensamos que todo lo hemos construido nosotros: creencias, personalidad y, desde luego, nuestro cuerpo, la salud, etcétera.

Pero somos consecuencia, no sustancia. Un constructo social que, como mucho, podríamos definir como un “nosotros personalizado”. No tenemos entidad como individuo separado, ni de nuestro linaje ni del universo.

-Expresas que somos “una ficción construida por muchas manos”. Como prueba palmaria de ese espejismo dices que el místico, cuando descubre la unidad, llega a un éxtasis, mientras que al vivir con la creencia de que uno está separado del resto de la creación, se sufre.

-Renunciamos a ser océano para ser gota, renunciamos a ser universo para ser individuos. Negamos nuestra grandeza y nos estamos limitando. Sería como si yo te entregara un tesoro, mil toneladas de oro y unas monedas, y dijeras “me quedo con las monedas”. Renunciamos a la unidad, al éxtasis, y eso tiene toda una serie de consecuencias y de daños colaterales muy profundos. 

-También afirmas que la verdadera revolución, el gran cambio, que requiere la humanidad es entender que del ego no podemos sacar más que ego, más sufrimiento, más separatividad, y, por lo tanto, inconsciencia. La revolución es ir hacia la conciencia.

-Del individuo se puede llegar a la individualidad, de lo humano a la humanidad, y el humano es universo, no es individuo. Es decir, en el momento en que yo me reconozco como linaje, como continuo, como un humano, que es historia de una humanidad, yo doy el salto. Pero cuando yo estoy en la persona, en el individuo, estoy en el pensamiento, en una construcción mental. Eso es una pequeña prisión. Allí es donde estamos.

Ese modelo se aposentó consolidado, de una manera, digamos, obsesiva, no hace mucho, 150 años. La obsesión individualista del romanticismo. Y luego todas las corrientes económicas neoliberales lo han exaltado hasta la locura. Esa línea individual nos ha llevado al punto en el que está la humanidad, cerca del colapso emocional y medioambiental.

El salto es salir de esa fantasía, de ese espejismo del individuo que tanto nos limita. Y si nos situamos en el presente, vemos el desarrollo de la inteligencia artificial.

Tenemos la fantasía de que hemos aprendido conscientemente; el robot “sabe” que no.

-Precisamente dices que no hay tanta diferencia entre el yo personal y un robot con inteligencia artificial.

-Sí, porque los dos son programaciones. Cuando tú entras en la fantasía del individuo, no asumes que te has construido y que te refieres por tu inconsciente; de la misma manera se constituye un robot.

Un robot lo constituye la memoria con unos programas que él recibe y entra de manera no consciente, porque es un aprendizaje. Nosotros aprendemos de manera no consciente. Tenemos la fantasía de que hemos aprendido conscientemente; el robot “sabe” que no.

En algunas cosas estas máquinas se hallan más adelantadas que nosotros. Por ejemplo, el robot está presente cada segundo de las 24 horas del día, no puede despistarse. Es un proceso puramente lógico y por lo tanto está segundo a segundo. Mientas que nosotros estamos perdidos en nuestros pensamientos. Creemos que nosotros existimos, el robot no.

El robot es un programa que obedece, simplemente es el resultado de una programación. No pretende ser otra cosa de lo que es y nosotros pretendemos estar en un estado que no es. De hecho, nos otorgamos una serie de cualidades como lo de ser racionales y conscientes. Veamos el mundo actual o la historia de la humanidad. La racionalidad está de un modo bastante ausente, ¿no?

-Y la consciencia también… Sigamos. El segundo espejismo es creer que la inteligencia y los sentidos permiten conocer la realidad, cuando interpretar la realidad no es conocerla. Para contrarrestar esta ilusión propones comprender que debemos aprender a habitar el cuerpo.

Sí. ¿Por qué? El cuerpo es la gran puerta de entrada a la consciencia y a nuestra naturaleza de ser fractal del universo. La experiencia de un ser humano se encarna en un cuerpo, un depósito de inteligencia suprema, de colaboración y cooperación. Para estar presentes nuestro cuerpo tiene un recurso, la respiración consciente.

Para habitar nuestra presencia consciente hay que vivir en la respiración, en concreto en la inspiración.

-Además, reflexionas sobre la postura corporal, teniendo en cuenta tu experiencia en la práctica de la meditación zen.

-Así es. En la meditación zen la postura es muy sencilla cuando ya la has practicado mucho tiempo y se mantiene sola.

Es la postura que permite una entrada en la presencia consciente más rápida, más poderosa. Mantenerte ahí es más sencillo que en otras posturas, porque lo que haces al final es un alineamiento, un trípode. La columna está recta, el cuello recto y todo está alineado. La respiración fluye muy fácil.

Pero también puede ser una postura sentada para las personas que no puedan cruzar las piernas en meditación. Y, convencionalmente, caminando, cosiendo, de muchas maneras puedes estar en respiración consciente.

Lo que es muy importante es que la postura corporal, si es correcta, va a estar informando a tu cerebro de forma adecuada. Si nuestro cuerpo está bien asentado, alineado, el cerebro podrá entender que estamos en una situación de calma, de escucha, y por lo tanto nos dejará en paz. Nuestro cuerpo está preparado para el silencio. De hecho, cada vez que el corazón pulsa, el cerebro calla.

La postura corporal, el silencio, la concentración, la presencia, nos ayudan a estar en ese lugar en el que abrimos nuestra naturaleza de fractal, de océano, de universo.

Renunciamos a ser océano para ser gota, renunciamos a ser universo para ser individuos.

-Para el tercer espejismo, que es creer que somos los escultores autónomos de nuestro destino personal, el recurso para superarlo es habitar el cuerpo emocional.

-Habitar las emociones significa estar agradecido por ser. Sin más. Hay un sentimiento y una conexión de base que hemos perdido con el discurso del pensamiento. Nos hemos olvidado de levantar la mirada y darnos cuenta de que tenemos el privilegio de haber encarnado en el ser más sofisticado que habita este planeta, capaz de vivir en el mayor grado de consciencia e inconsciencia que ningún otro ser vivo. La vida pone a nuestra disposición seis sentidos para percibirla y a toda esa materia que es vacío, energía y campos electromagnéticos entrelazados con nosotros.

Para habitar el cuerpo emocional hay que empezar por un lugar muy sencillo, muy humilde, y es por el agradecimiento. El agradecimiento por ser, por tener la oportunidad de vivir la experiencia de ser un humano, más allá de cualquier expectativa. Es decir, vivimos con deseos y expectativas intentando conseguir cosas como si la vida fuera un lugar de consecución, y en la vida no tenemos que conseguir nada. La vida es un lugar para expresar esa singularidad que somos y para aprender a transitarla con armonía.

Desde esa armonía y ese agradecimiento hay un gesto que permite llegar a la plenitud, y es abrazar. Abrazar lo que hay, lo que sucede, sin más. Y desde ahí nunca hay fracaso, nunca hay tristeza, nunca hay dolor, nunca cabe el sufrimiento. Porque abrazas la vida.

Tú aceptas ser esa expresión singular de la vida. Desde ahí todo cambia, es como en el amor. El amor es entrega, no cabe el fracaso, no se espera nada a cambio del amor. Y si no vuelve, alguien pierde amarte, pero tú no dejas de amar por eso.

La vida emocional es agradecimiento, entrega, falta de expectativa, es espíritu. Como se dice en el zen, cuando pueden pasar por tus manos todos los tesoros del universo. No hay nada que conseguir. No puedes perder ni alcanzar nada.

-Pienso en aquellos que todavía ven la vida como una batalla, como un campo de guerra, de enfrentamiento, de toma y daca…

-Ubicarnos en la armonía, más allá del conflicto, requiere esa presencia consciente. Un recurso muy rápido es la respiración consciente. Y ahí los juicios se desvanecen, dejamos que las emociones nos atraviesen, pero no somos las emociones.

-También aseguras que estamos cruzando la última frontera del homo sapiens. Vamos con el transhumanismo, que es la máxima expresión del determinismo, y la inteligencia artificial, pasando del capitalismo industrial al capitalismo cognitivo. Aun así, eres optimista. ¿Por qué?

-Porque no tengo motivos para creer otra cosa. Y me explico. Para mí no es un problema que desaparezca nuestra especie. La Vida, con mayúscula, ha generado muchas opciones, ha hecho muchos diseños, maravillosos, y algunos han desaparecido, pero la Vida está.

Nosotros vamos teniendo oportunidades continuas. Llevamos 4 millones de años de oportunidades, algunas las hemos aprovechado más que otras, y ahora volvemos a tener un salto. El sistema económico, social y de creencias que tenemos ahora no tiene salida. A veces, lo digo en el libro, hay que ir al precipicio y saltar.

Hemos montado un diseño totalmente cruel. Entonces cuando se abre un nuevo paso, disruptivo, como puede ser este, quizás sea una opción.

Ahora mismo, nuestra sociedad está anclada y cree en el yo y el pensamiento. Son los dos ejes sobre los que bascula nuestro modelo social, político, económico. Incluso la autoayuda ahora se confunde con la espiritualidad.

Cuando generamos un constructo mental en el que nos concebimos o nos dividimos como individuos separados, todo en nosotros cruje porque es irreal. Nuestro cuerpo, por ejemplo, es un ejemplo de entrelazamiento.

Hay una ventaja con la inteligencia artificial, y es que deja desnudo al pensamiento. Un vídeo no sabemos si es real o se ha hecho con inteligencia artificial. Te presentan un artículo y sucede lo mismo. Cuando ves una noticia no sabes si es verdad o si está manipulada…

El pensamiento ha quedado desnudo porque ahora ya no se te permite discriminar qué es verdadero o qué es falso. Por lo tanto, vamos a ir a la sabiduría del no saber por necesidad. Ya no nos podemos fiar ni de lo que vemos, oímos o tocamos. Tendremos que ir a otro tipo de sabiduría. La inteligencia artificial nos está expulsando del pensamiento.

Con la llegada de la supuesta racionalidad y la entrada en modelos lógicos, de inteligencia lógica, la humanidad tiene la oportunidad de, por una vez, entrar en algún tipo de fase racional en su comportamiento. Si no es así, no pasa nada. Conocemos la historia de las especies archivadas. Pero la vida continuará, este planeta seguirá siendo igual de hermoso, saldrá el sol y dentro de diez mil años habrá otra esperanza y otro diseño seguramente recorriendo todas las posibilidades y viendo todas las opciones.

Soy optimista porque pienso que siempre hay una opción de mejorar, si no ha sido antes puede ser con la siguiente. Y, de todas maneras, si nos marchamos, que pase el siguiente. No hay problema.

-El cuarto espejismo apunta a que la búsqueda espiritual tiene el objetivo de aumentar el bienestar personal. Confundimos la verdadera naturaleza que somos con la impermanencia del personaje. Y el antídoto es el viaje hacia la consciencia, una consciencia que no tiene protagonista.

-Sí. De alguna manera enlazamos con el inicio de nuestra conversación. Hemos confundido el éxito, el reconocimiento, el conseguir nuestros deseos, el materializar los deseos, con una dimensión espiritual, y de hecho hay cantidad de gurús, talleres y publicaciones en los que parece que tus deseos, unidos con el pensamiento y de acuerdo a un sistema convencional, lejos de tu conciencia, se realizan. A eso le hemos dado el visado, la identidad de espiritualidad.

La espiritualidad es trascender tu persona, tu personaje, tu naturaleza individual. Es vivir desde tu esencia, desde esa expresión singular de la conciencia universal. Esa es la espiritualidad.

Y no tiene nada que ver con tu propósito vital. Eso también es un montaje. En todo caso, tú puedes descubrir cuál es el propósito que tiene la vida para ti.

Porque tú, yo y el lucero del alba, venimos a este mundo con unos dones y no con otros, con unos potenciales y no otros, con unas limitaciones y no otras, con un género y no otro, en un país y no en otro, con una salud y no otra, con una estatura, un color de pelo, una apariencia… y así infinitamente. Por lo tanto, nosotros no recibimos un propósito vital. Lo que podemos decir es qué nos ha entregado la vida.

-Observas una diferencia interesante con respecto a las miradas que tienen tanto Oriente como Occidente acerca de lo que es la conciencia plena.

-En Occidente pensamos que estamos conscientes cuando sabemos lo que pensamos o hacemos, En Oriente se dice que hay un estado de conciencia plena cuando el individuo no está, desaparece.

Veamos un ejemplo, la meditación. Cuando te sientas en zazen y entras en la respiración, también entras por el cuerpo. Comienzas a estar presente en tu respiración, a fijarte que tu cuerpo está cómodo, que no hay ningún músculo tensado, que tu postura está correcta, que todo se alinea bien. Empiezas a estar en la inspiración, en la espiración, en la inspiración suave, y hay un momento en que desapareces. Y si estás en el dojo, suena la campana o si estás meditando solo, suena el sonido que te hayas puesto, concluyendo la meditación, y no sabes si ha pasado un minuto o media hora. Eso quiere decir que has estado en conciencia plena, no estabas.

En ese momento tú has vuelto hacia el universo. Ni tienes objetivos, ni hay provecho, ni sirve para nada, ni te hace más listo, ni te hace más tonto. Tú has estado habitando lo que eres, lo que somos todos. Esa visión es totalmente diferente.

Es un lujo ser un humano, es como un viaje maravilloso, sencillo y a la vez muy complejo, porque tenemos que hacerlo desde la humildad, desde la simpleza, y por eso nos perdemos muchas veces.

A los niños les contamos cuentos y les permitimos estar más cerca de la verdad, de la realidad, con respecto a lo que estamos los adultos.

Cuando nosotros estamos en el útero de nuestra madre somos un puro sentir. No necesitamos abrir los ojos, ni oír ni pensar, estamos en el puro sentir. Un día nacemos y de repente, en ese momento, tenemos que abrir los ojos, los oídos, y debemos empezar a pensar porque tenemos que sobrevivir. Todo es nuevo. Desaparece el puro sentir. Sin embargo, todavía estamos indiferenciados.

Estamos unos meses, poquito tiempo, en que somos uno con el todo. Si nos fijamos, cuando un bebé te mira, te mira a ti y el alrededor, porque ve muchas más cosas que los demás no vemos. Él capta energías, posee una condición enorme con lo sutil.

Hay un momento en que esa indiferenciación va reduciéndose a la madre y luego hay un momento en que aparece su cuerpo y aparece la fantasía del yo. Se ve separado. Llega la separación, la segunda fase, pero aún vive en la magia.

De hecho, a los niños les contamos cuentos y les permitimos estar más cerca de la verdad, de la realidad, con respecto a lo que estamos los adultos. Pero hay un momento que les decimos “no, ya está, ahora tienes que creer solo lo que ves y lo que tocas, y lo que yo te explique”. Se acabó la magia. La consciencia va contrayéndose, siendo cada vez más pequeñita.

Nosotros seguimos siendo ese universo, pero lo vamos limitando y nuestra mente se va adueñando de lo que somos. Entonces el pensamiento se va haciendo poco a poco el dueño, un pensamiento que además decimos que es razonable, pero muy lamentable.

Hay un siguiente paso. Al niño se le permite no saber, no pasa nada. Incluso nos parece gracioso que pregunte y pregunte. Pero hay un momento que se le dice “no, tienes que tener respuestas”, y se le prohíbe no saber. Nos han dado el gran bofetón.

Todavía queda un poco el fractal. Cuando eres joven piensas que vas a transformar el mundo, que has llegado aquí para eso. Hay una grandeza, un empuje. Y cuando nos incorporamos al mundo supuestamente adulto nos lo quitan porque hay una competitividad bárbara. Se compite, no se colabora, no se coopera, se desconfía. Así nos quitan la última parte que nos queda, la de considerarnos ser un fractal. Una parte de ese mundo que se puede transformar, de esa poesía, ese construir algo realmente hermoso.

Estamos en esa reducción al vinagre, que es el yo que ha aceptado las limitaciones del sistema. Desde ahí empezamos el viaje de vuelta. Tenemos la oportunidad volver atrás, pero de otra manera, con la consciencia, comenzar a soltar.

El camino no es aprender, es desaprender; no es incorporar, es soltar. Ir soltando el personaje, que es a lo que yo dedico todo este ensayo, cómo soltar el personaje, y en el anterior cómo soltar la fantasía de saber.

-Olvidamos que la vida es compleja pero simple a la vez. Lo sobrevalorada que está la mente en Occidente.

-Nunca somos tan grandes como antes del primer pensamiento. Está todo en nosotros. Después del primer pensamiento ya no. La vida es extraordinariamente sencilla porque para ser vivida en plenitud no necesita el pensamiento.

Para sobrevivir sí se necesita el pensamiento, la lógica, pero la Vida en mayúscula no.

-En el final, reflexionas que nuestra versión sutil es eterna porque esa es la edad del vacío, la energía y el silencio. Todos ellos conforman el 100 % de nuestro ser.

-Como decía Carl Sagan, somos polvo de estrellas. Es decir, todo lo que existe, existirá y existió tiene el mismo origen. Nuestra verdadera naturaleza es ese origen, no la ropa que yo llevo. Mi origen no está en esto que aparece. Y ese es el origen de la nada, del vacío y del silencio. Yo soy todo eso y no acepto descuentos o reducciones. Ya sé quién nos convence para que aceptemos reducciones. Yo no acepto. ¿Por qué? Porque si digo que soy otra cosa, estoy negando el origen. Yo me coloco ahí.

Además, yo me baso tanto en las ciencias físicas, el resto de ciencias naturales como en las ciencias sociales y la filosofía, en este libro y en el anterior, para argumentar, desde ahí y también desde más allá del pensamiento, que ese es nuestro origen, nuestra condición y nuestra cualidad, y que la vida la podemos vivir desde ahí.

Luego hay un apartado que es evidente, sobre lo que hago profesionalmente para el intercambio, para sobrevivir. Pero eso es la vida en minúsculas. La Vida en mayúscula y nuestro origen, esta conversación y las que sean similares, están ahí.

Por lo tanto, somos eternos porque todo lo que existe es eterno. Y el tiempo no existe. Una de las cosas que me atrajeron del zen fueron sus koans. El zen ni tan siquiera intenta entender. No se preocupa ni del pasado ni del futuro, ni de lo que fuiste ni de lo que serás. Pero no se olvida del ser que eres.

Mi optimismo se basa en no perder la esperanza de comunicar un mensaje que nos haga levantar la mirada, descubrir quiénes realmente somos, y vivir en esa humildad y en esa grandeza a la vez. Esa es la apuesta que hago porque creo que es un regalo, un regalo maravilloso, la oportunidad que tenemos de haber encarnado como humanos y tener una vida en este planeta.

🠋 Aquí puedes ver la entrevista completa en nuestro canal de Youtube.



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Stanislav Kondratiev
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