Quién es Psicóloga clínica y educativa, enfermera y escritora, Mercè Conangla se ha especializado en la educación emocional, entrenamiento en competencias de liderazgo y comunicación no verbal. Fundadora y presidenta de Fundació Àmbit Ecologia Emocional, dirige el Instituto de Ecología Emocional. Es creadora con Jaume Soler del modelo de Ecología Emocional, que da título a un libro con más de diez ediciones publicado en España, Portugal y Brasil. Trabaja como formadora y consultora en el ámbito docente y sanitario. Colabora con diversas universidades, hospitales e instituciones como conferenciante, formadora y dinamizadora de equipos de trabajo en España y Latinoamérica. Es coautora de "La fuerza de la gravitación emocional", de Ediciones B. Contacto: ecologiaemocional.org @EcoEmocional
Aurelio Álvarez Cortez
-¿Cómo se os ocurrió esa idea de crear un universo, de emociones, dividiéndolo en dos constelaciones, Oscura y Luminosa, con sus planetas y otros elementos?
-En el libro “Ecología Emocional”, escrito con Jaume Soler, en 2003, al tratar las diferentes emociones, ya utilizamos la metáfora de la constelación y los planetas, siendo quizá un germen de lo que luego sería este trabajo sobre el universo de las emociones. “La fuerza de la gravitación emocional” es una aplicación de los anteriores libros, diecinueve en total, donde trabajamos el concepto ecosistema. El universo puede ser visto como un ecosistema donde hay un territorio, habitantes que se relacionan de determinadas maneras, que intercambian energías y generan un clima. Por otro lado, Rafel Bisquerra hace poco trabajó con una representación gráfica de esta idea de órbitas, que visualizó de una forma estática, estableciendo qué relaciones podría haber entre los planetas emocionales. Dado que colaboramos juntos la Universidad de Barcelona y la Fundació Àmbit Ecologia Emocional, nos planteamos este proyecto conjunto, visualizando ese esquema en movimiento, y como navegantes: qué encontraríamos si aterrizáramos en cada planeta, qué tipo de paisaje, cómo sería la luz, los retos que plantearía y con qué habitantes podríamos dialogar.
-Las dos constelaciones tienen tres galaxias cada una, con sus planetas-emociones, y parecen faltar muchas más…
-El universo es tan enorme que no se podría abarcar en un solo libro. Nos planteamos un primer viaje y en ese mapa infinito tuvimos que decidir adónde aterrizaríamos. Hemos empezado por las emociones más primarias, las que llevamos en el pack cuando nacemos: la ira, la tristeza y el miedo, y otra más que está en la Constelación Luminosa, la alegría. Tal vez en otro viaje nos iremos a la Constelación Ira y a otras emociones como Rabia, o nos acercaremos a la galaxia Felicidad para ir al planeta Amor.
-Por una creencia muy extendida se piensa que hay emociones positivas y otras negativas, buenas y malas.
-Para nada… En 2003 explicábamos que ni buenas ni malas, ni positivas ni negativas.. Para nosotros, las emociones son informaciones que la naturaleza nos ha regalado, datos que nos dicen cómo nos relacionamos con nosotros mismos, con los demás y el mundo. Si esta relación es adaptativa, inteligente, equilibrante, la sensación o lo que nos transmite la emoción es agradable. Evidentemente, sí las hay agradables y desagradables. En todo caso, son necesarias porque nos avisan de que hay un peligro, un obstáculo o una pérdida y toca pararnos para hacer un duelo, etcétera.
-Es decir que cada una de las emociones lleva un mensaje implícito.
-Implícito e importante. Todas nos dicen claramente algo. El mensaje depende de cada emoción, no hay un denominador común. Si atendemos el mensaje y aprendemos a traducir correctamente lo que la emoción nos aporta -porque hay distorsionadores en nuestra educación-, incorporamos esta información en nuestro mapa mental y esto nos sirve para actuar de forma más adaptativa. Por ejemplo, la ira. Enfadarse es “desequilibrante”, pero cuando me enfado nos podemos preguntar qué nos está contando la ira sobre nuestra mirada a la realidad. Quizá estoy viendo a alguien como un obstáculo que está entorpeciendo mi camino, o quiero algo y me pone una dificultad y dice no… La evolución es muy inteligente y cuando yo me enfado pone a mi disposición un plus de energía para permitirme derrumbar el obstáculo, bordearlo, saltarlo. Por ello, la energía generada por la ira o el enfado, bien orientada, puede ser interesante. En cambio, otras veces puedo sentir que el obstáculo es mi pareja, mi jefe, o mi hijo que me lo pone difícil, y ya no vale darles una patada para apartarlos literalmente, por eso transformamos la emoción o la reprimimos, dando paso a unos fenómenos que si no los gestionamos bien nos desequilibran o intoxican interiormente.
-¿Quién es Corazón de Alcachofa?
-Neruda dice en uno de sus poemas: “La alcachofa de tierno corazón se vistió de guerrero”. En el libro hay mucha poesía y trabajamos las metáforas de ecología emocional. Algunos de los personajes como Corazón de Alcachofa son pues metafóricos. La alcachofa tiene hojas súper duras que funcionan como una coraza. En la naturaleza las corazas sirven de exoesqueletos, protegen algo que es tierno o vulnerable. En el cuerpo humano el cráneo sería una coraza para proteger el cerebro; las costillas, el corazón. Las personas somos seres vulnerables, nos pueden dañar. Hay personas que han tenido experiencias de sufrimiento en sus relaciones, han sido maltratadas verbal o físicamente o ha habido un tipo de vínculo que las ha dañado. Cuanto más experiencias negativas de este tipo haya tenido una persona, más hojas duras fabricará a su alrededor para preservar esa parte que sabe, sangra fácilmente. Corazón de Alcachofa hace referencia a esto. Es interesante disponer de tales escudos, pero cuidado con quedarse encerrado en ellos porque nos perderemos lo mejor.
-¿Y Corazón de Ratón?
-Corazón de Ratón hace referencia a un cuento de un ratón que no quería ser ratón y que va a un mago. Este le convierte en gato, pero luego siendo gato teme al perro, entonces lo convierte en perro, y tampoco… hasta que el mago se harta y le dice “el problema es que tú siempre mantienes el corazón de ratón”. Es una reflexión sobre el significado del miedo, que puede ser adaptativo, pero a veces uno no está contento con lo que es y quiere ser lo que es el otro, y en el fondo no se trata de cambiar de aspecto sino de cambiar por dentro.
-Ya que hablas de cambios, “es lo que hay” es una frase a menudo escuchada o dicha que no permite cambios. Muy parecida otra, “esto se ha hecho así toda la vida”, que tampoco da lugar a explorar más allá “porque las cosas son como son”.
-Son creencias desadaptativas porque cierran todo el campo de posibilidades, indican que existe un solo camino y hay que resignarse. La resignación normalmente significa “no me queda más remedio”, lo cual genera más emociones desadaptativas. Otra cosa es lo que llamamos principio de realidad, lo que es, es, aquí y ahora, en este momento. No huyo de la realidad sino que en este momento acepto que estoy en esta situación y con estos recursos. Esto no quiere decir que no puede haber otro camino mejor. Este principio, muy estudiado por psicoanalistas y expertos, resulta útil para seguir adelante. En una encrucijada no puedo ver claro el camino en este momento, pero no me cierro a ver otras cosas, me doy tiempo para explorarlas. “Más vale malo conocido que bueno por conocer” es una frase que puede bloquear la salida de la zona cómoda.
-Vuestra consigna es la expansión, el objetivo a alcanzar. ¿Por qué?, ¿qué significa expansión para vosotros?
-Cuando nacemos nuestro margen de maniobra es mínimo, estamos en manos de los demás. Nuestro territorio personal es prácticamente inexistente, como el campo de movimiento, y no me refiero sólo al espacio físico, sino también el intelectual y emocional. A medida que crecemos, hay quienes no acaban de andar jamás el camino hacia la autonomía personal y se quedan con un cordón umbilical metafóricamente vinculado a alguien, en una relación de dependencia. Madurar y crecer es ganar territorio: el niño va a la escuela solo, luego duerme fuera de casa, termina los estudios, empieza a trabajar y en un momento se va de casa. Ha ganado territorio, se ha expansionado. Ha aprendido cosas nuevas, ha investigado nuevos campos y a nivel emocional se permite explorar. Es la autonomía física, mental, emocional y funcional. Crecer es la expansión del universo propio en todos los ámbitos. Hay personas encalladas en su momento vital y otras se están expansionando, están abiertas a la realidad, se equivocan pero van abriendo caminos. Incluso personas muy mayores siguen creciendo y expandiéndose hasta el final. Y luego hay gente que empieza a andar, pero no se atreve y queda en una zona protegida que llamamos Protectorado, en el Planeta Miedo. Se quedan allí porque se sienten seguras, ya lo conocen y deciden no crecer. De todas maneras la historia de la humanidad señala que la orientación de la vida es la expansión.
-En esa aventura de crecer es importante confiar, sentirse seguro.
-Pero no es lo mismo confiar que sentirse seguro. Un bebé que empieza a gatear necesita un entorno seguro porque si lo dejamos suelto pondrá los dedos en un enchufe o puede caerle algo en la cabeza. El niño necesita seguridad que se genera fuera de él. La confianza empieza también cuando nacemos, con una mano adulta que nos acoge y puede ser generosa, cálida, segura. Si nuestras experiencias iniciales han sido de seguridad aprendemos a confiar en alguien. Podemos apostar por vivir una vida segura, externamente, o por trasladar el control dentro de nosotros. La confianza se halla dentro de mí mismo y luego la deposito en los demás, y soy capaz de transitar entornos inseguros y explorarlos.
Filósofos, sociólogos, están diciendo que la vida ahora es un territorio lleno de incertidumbre. Desde nuestro punto de vista, el mejor equipaje para vivir en plenitud es viajar anclados en la confianza interna. Esto no significa que no dispongamos de un mínimo de cosas seguras, sino que debemos tener cuidado para que no sea la seguridad la que nos marque el camino, porque encallaremos.
-Otra cuestión es el tema de la serenidad. Cuando pensamos en ella aparece una imagen de absoluta calma, un lugar bucólico, y decís que la serenidad no es eso.
-La serenidad, como la confianza, es un paisaje interior. Planteamos que es un estado de equilibrio interno. A pesar de que podamos estar inmersos en crisis vitales, como una grave enfermedad, un despido laboral, la muerte de un familiar, etcétera, la serenidad es la capacidad de acceder a un refugio interior en cualquier momento, para reequilibrarnos. Sólo así podremos continuar prestando ayuda, dar palabras de apoyo y mostrar una manera diferente de abordar los desafíos. El paradigma de la serenidad es aquella persona que cuando todo lo de afuera se hunde, es capaz de mantener estabilidad, armonía y ser punto de anclaje para otros.
-¿Y la aceptación?
-El principio de realidad afirma que lo que es, es. Este es mi momento, quizá no el que quisiera, tal vez me gustaría estar en otro paisaje. Quiero una puesta de sol, pero es un día de lluvia, turbulento, con el cielo gris y muy húmedo. La conciencia de presente nos permite aceptar cada paisaje y que penetre un rayo de esperanza que nos lleve hacia la Constelación Luminosa.
-Hoy los movimientos sociales ganan las calles. Reivindicamos exteriormente con marchas por la paz, por ejemplo. Gandhi propuso no buscar la paz deseada sino serla, encarnarla.
-Una idea fuerza de Gandhi era “si cada día nos arreglamos el cabello, ¿por qué no hacemos lo mismo con el corazón?”, similar a lo que tú dices. Si cada uno se ancla en esta energía emocional como la serenidad, la paz o la calma, y todos a la vez hicieran lo mismo, se habrían acabado los problemas del mundo. Cuando no hay paz en nuestro interior no la podemos transmitir afuera. Demócrito, uno de los filósofos griegos, expresó que no podemos dar algo que no trabajemos en nosotros mismos. Si quiero consolar a otro debo ser capaz de mantenerme sereno; si quiero cuidar, debo cuidarme; es el principio de la autoaplicación previa. Desde allí tendré legitimidad. Sin decir nada, podré trasladar esta forma de ser a la gente sin necesidad de gritar.
-¿La atención plena nos conduce a un desprendimiento de esas hojas de alcachofa que citabas?
-Para ascender a la Constelación Luminosa tienes que desprenderte de capas, pesos muertos, losas que cargamos. Con la atención plena, una práctica muy antigua a la que ahora se han puesto nombres diferentes, básicamente me centro, aquí y ahora, y disciplino mi mente que salta de un lado a otro. Si estoy hablando contigo, estoy contigo, sin pensar en qué haré luego o hablando con otro mientras tú me hablas… Estos saltos de atención nos quitan la tranquilidad y desequilibran. Disciplinas como la contemplación, la meditación, la atención plena, el silencio interior, son vías para ir aproximándonos a la serenidad, algo que nuestro mundo necesita muchísimo. Tenemos la responsabilidad de empezar a crear estos pequeños espacios protegidos, individuales, e ir ampliándolos progresivamente.
-Terminamos con el Planeta Alegría y la propuesta de volver a ser niños. Recuérdame los principios que lo rigen.
-Los niños juegan muy en serio. Ellos son ejemplo de atención plena, están inmersos en su mundo, viven lo que están jugando. Y a esta capacidad ahora se le llama fluir. Cuando saltan, cantan o simulan que son otros personajes, ellos fluyen y se les pasa el tiempo sin darse cuenta. No están por otras cosas, no se dispersan. Al crecer algunos hemos podido perder esto. Proponemos recuperar el concepto de fiesta. Mario Benedetti decía “defender la alegría como una trinchera”. La alegría es un espacio a proteger. Porque lo vivido no lo hemos perdido sino que lo hemos integrado, y lo llevamos con nosotros. La vida está formada por estratos; con 50, 60 años, puedo bajar y conectar con el estrato de mi infancia. Tenga la edad que tenga, yo sigo siendo aquella niña con ojos de sorpresa ante todo. Alegría es el planeta de los abrazos, de las canciones, del humor, de los juegos, de saber qué cosas pequeñitas y cotidianas son vitaminas emocionales que necesitamos. Merecemos dárnoslas y regalarlas a los demás. El libro termina con un piromusical, que representa lo que queremos transmitir: la humanidad como una canción, un diálogo, una música colectiva donde cada uno de nosotros tiene su solo, pero también deja espacios para que otro cante y para cantar conjuntamente. El Uno con el Todo, en plenitud.