La gratitud

Por qué decir gracias nos hace sentir tan bien

Patricia Abarca
Matrona, doctora en Bellas Artes y Máster en Terapias Expresivas

Es indiscutible que las personas no encontramos un significado auténtico de la vida basándonos sólo en los logros personales y en los bienes materiales, aun cuando éstos nos entreguen satisfacciones durante algún tiempo. Lo que necesitamos para sentirnos plenamente felices proviene fundamentalmente de cómo vivimos nuestra intimidad -el estar con uno mismo-, la relación familiar y el sentido que damos a los amigos; ya que, al relacionarnos conscientemente con el entorno, descubrimos nuevos significados en las experiencias vividas, distintos sentidos de pertenencia, y también a través de la relación con los otros se favorecen la perseverancia, la esperanza y la espiritualidad.

En las últimas décadas en las que la sociedad industrializada ha alcanzado su auge, exaltando excesivamente los logros profesionales y económicos, la acumulación, la competitividad y la autonomía personal, ha dado como resultado una sociedad en la que una gran número de personas sufre soledad, desapego y vacío. Resumiendo, podemos afirmar que una de las causas del sentimiento de infelicidad es la discrepancia entre lo que se es por naturaleza y lo que la sociedad exige que uno sea.

Por eso es importante explorar, descubrir y potenciar los recursos positivos que poseemos, además de poner en práctica los llamados “potenciadores de bienestar o felicidad“, factibles de desarrollar en el día a día. Un trabajo consciente de estos aspectos nos ayudará a contrarrestar la deshumanización y la individualidad en la que a veces nos vemos arrastrados, desarrollando fortalezas para una vida más plena y más sana, tanto en términos psicológicos como espirituales.

Uno de estos potenciadores de la felicidad es la gratitud. La gratitud es ese sentimiento de agradecimiento y alegría que se tiene al recibir lo que uno percibe como un obsequio, ya sea material o inmaterial, proporcionado por otra persona, o bien algo que nos regala otro ser vivo, o la naturaleza, como por ejemplo un momento de paz o regocijo sentido al ver la salida del sol en un amanecer. ¿Cuántas veces hemos dado gracias de manera consciente por esos instantes especiales que nos regala la vida?

La gratitud conlleva un importante proceso emocional mediante el cual la persona interpreta positivamente sus experiencias cotidianas, y tiene que ver con la capacidad que poseemos de percibir, apreciar y saborear los componentes de la propia vida. La gratitud forma parte del proceso de transformar emociones autodestructivas en emociones curativas –expone Mª L. Martínez, psicóloga especializada en psicología positiva–; esta capacidad de reemplazar, por ejemplo, la amargura y el resentimiento por agradecimiento y aceptación es fundamental para desarrollar una adaptación madura a la vida. Del mismo modo, las expresiones conscientes de gratitud son también actos imprescindibles para mantener una buena relación de pareja.

La gratitud favorece el comportamiento social y el autoconcepto, ya que al agradecer de forma consciente obtenemos un sentir afectivo al percibir que alguien -o algo- ha actuado favorablemente hacia nosotros; de este modo, por una parte se estimula el comportamiento positivo hacia las demás personas o hacia el entorno, y por otra, nos refuerza a nosotros mismos, al tomar conciencia de la coherente conducta de gratitud que hemos tenido.

La psicóloga Sonja Lyubomirsky nos dice: “La gratitud es un término que cubre muchas realidades de nuestro mundo: maravillarse, apreciar la vida, ver el lado positivo de las cosas, adquirir conciencia de la abun-dancia, agradecer a alguien, dar gracias a Dios, considerarse satisfecho por lo que uno tiene. Consiste en saber saborear las cosas, en no dar por sentado, en contentarse con lo que tenemos, en gozar del presente”. Y también agrega: “Expresar gratitud es la mejor de todas las estrategias para alcanzar la felicidad“.

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El que la gratitud nos ayude a sentirnos felices no sólo proviene de la valoración positiva que hacemos de la otra persona que nos obsequia, o de la toma de conciencia de nuestro coherente comportamiento, también nos enriquecemos de ese sentimiento de relación mutua que se produce por un instante entre las partes involucradas; en alguna medida, al decir gracias estamos teniendo un gesto de humildad al tiempo que reconocemos lo que la otra persona ha hecho por nosotros, y eso es algo que quien nos ha obsequiado lo capta, aun cuando su obsequio haya sido totalmente altruista y no tenga ningún interés en ser reconocido. Todo este proceso íntimo y emocional que existe tras un gesto consciente de gratitud, nos saca de la deshumanización y de la individualidad, nos conecta con nuestro sentir interior y, por lo tanto, nos sintoniza con nuestra verdadera naturaleza.

Por eso propongo para estas festividades que celebramos cada fin de año, nos demos algún momento de tranquilidad con nosotros mismos deteniendo nuestra mente, cerrar los ojos y hacer un recorrido por la historia biográfica de nuestra vida, dejando espacio a que emerjan todas aquellas personas que nos han aportado algo para nuestro desarrollo, para llegar a ser lo que somos. A continuación, elijamos una de estas personas y escribamos una carta de gratitud, no tiene por qué ser larga, pero si escrita con conciencia y honestidad. Tal vez si la escribimos a mano y la entregamos personalmente será aún más significativo, tanto para quien la recibe como para quien la entrega. De no ser así, hagámosla llegar por el medio que sea. Si la persona a la que queremos agradecer ya se ha ido de esta vida, la escribiremos de igual modo y la guardaremos como un pequeño tesoro. Será nuestro mejor antídoto en aquellos momentos que nos sintamos solos, tristes, agobiados o descentrados: bastará con leerla y releerla tranquilamente para que nos inunde otro tipo de energía, nos sintamos fortalecidos y podamos mirar lo que nos pasa con otros ojos.

Por mi parte, quiero dar las gracias citando la canción de Violeta Parra: “Gracias a la vida que me ha dado tanto… me ha dado el sonido con el que estoy hablando, con las palabras que voy deletreando, madre, amigo, hermano y luz alumbrando… me ha dado la risa y me ha dado el llanto, con esto distingo dichas de quebranto, los dos materiales que forman mi canto, y el canto de ustedes que es el mismo canto…”. GRACIAS a todos ustedes por estar ahí.

Les deseo unas felices, conscientes y gratas festividades… y por supuesto, ¡un excelente y agradecido 2015.

procreartevida.wordpress.com



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