Tomar buenas decisiones

La enseñanza de herramientas eficaces (valores) a los niños, a través de los cuentos de Anna Morató García, autora de “Creo en ti”

Alejandro Ferro

La vida nos invita constantemente a decidir. “¿Habré tomado una buena decisión?”, una pregunta que aparece en la mente cuando esa acción importa por sus consecuencias. Con este telón de fondo, uno puede encontrarse con un libro de cuentos que se presenta como ayuda para tomar buenas decisiones… Y probablemente sea para niños, pero, ya se sabe, puede ocurrir que los efectos de su lectura sean de ida y vuelta (padre/madre – hijo/a). Es el caso de “Creo en ti”, de Anna Morató García, publicado por Beascoa. Por eso la curiosidad pudo más y le pedimos que nos explicara las bases de este trabajo suyo.

“Tal como es el contenido, el título podría haber sido también «Creo en mí». De hecho, en el interior hay una ilustración donde justamente se pone que el ‘creo en ti’ alimenta el ‘creo en mí’. Ambos conceptos están muy ligados y son dos pilares del libro”, dice la autora. Y apunta que “para que un niño crea en sí mismo es muy importante que también crean en él”.

Anna, que antes ha trabajado en el mundo del marketing, explica que a través de cada cuento desarrolla valores que intenta trabajar con sus propios hijos. En sus dos primeros libros –tiene ya cinco en total editados en papel y uno más digitalmente– ya se había referido a “otros seis valores fundamentales, básicos, como el lenguaje positivo, el agradecimiento, la empatía…”.  Los que ahora propone “son adicionales e igualmente importantes”, considerando que “los valores son como un hábito: a medida que los vas practicando, o hablas de ellos, se adquieren mejor”.

Deja claro que estos seis valores “me los inculcaron mis padres y yo, a través de los cuentos, he intentado hacer lo mismo con mis hijos”. Pero los niños pueden también descubrirlos como fruto de la exploración personal, ante cuestiones que les van apareciendo en la vida.

“A veces de forma innata tomamos una buena decisión y en otras ocurre porque se aprende”, expresa Anna, quien agrega un tercer escenario que despliega en su obra: “Cuando ves que en una situación otras personas, por ejemplo, actúan de una determinada forma y tú te dejas llevar”, puntualiza.

En cualquier caso, “una buena decisión te hace sentir bien a ti y a los demás –señala–, sin provocar daño a uno mismo ni a los otros. Y quiero decir sentirte orgulloso, tranquilo, convencido de que has tomado una decisión respetándote y respetando a los demás”.

Anna Morató García

¿Y las malas decisiones?

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Guiarse por valores o experimentar a la hora de tomar una decisión, otro asunto para pensar. “Una de las máximas que se decía en mi casa era que mis padres tenían derecho a equivocarse. También se aprende mucho de las malas decisiones. No es cuestión de decir ‘esto está bien’ o ‘esto está mal’, sino de probar cosas que luego uno puede valorar”, afirma Anna.

“Quizá una decisión que me es incómoda, que no me ha gustado o es desagradable, a otra persona sí que le va”, reconoce la autora, que enfatiza: “Sí es importante que seamos conscientes de que se trata de una toma de decisión” y “saber que eres tú quien elige”.

Es decir, “no se trata de portarse bien o hacer lo correcto, sino de que soy yo quien toma una decisión que me beneficiará a mí y a los demás. Si no beneficia a otros, a la larga uno también se perjudicará”.

Esto conlleva a la formación de un espíritu crítico en la niñez. “En el segundo cuento de ‘Creo en ti’ trato el tema de pensar por uno mismo. Por eso repito que en el tema de las decisiones no debe influir lo que digan los padres u otro factor, sino lo que decidas tú”. Ante frases como aquella de “soy tu padre y digo lo que es bueno para ti, para que luego decidas”, contrapone con convicción el hecho de que “los hijos son los que deciden de acuerdo con esa sensación interior de si está o no bien lo que deciden”. Lo que prima, por tanto, es el mundo interno de uno mismo.

Inspirada en sus propias experiencias como madre de dos niñas y un niño, Anna pudo descubrir “situaciones que valen la pena que reflexionemos, áreas a mejorar, que si las vemos a través de un cuento o de una metáfora visual, les entra mucho mejor”. Así pueden saber que “está en sus manos el poder decidir, y hacer que valores como la paciencia, la perseverancia, son herramientas que a uno lo ayudan en los altibajos de la vida”, todo ello a través de “una metáfora que les explica qué son y cómo utilizarlas”.

Entre estos valores incluye uno, como el enfado, que “no tiene buena prensa” habitualmente.

“El enfado no es un valor –admite–, pero hablo de su gestión. El enfado es una emoción natural y necesaria, pero en la medida en que explotamos al reaccionar, o cuando hacemos daño a los demás, ahí tiene que haber un intento de reflexión” para evitar las consecuencias, en uno mismo y en los demás. 

Anna comenta que “como vivimos en una sociedad en la que los valores brillan por su ausencia, no está de más que de vez en cuando los repasemos”. Y aunque no los veamos en los demás, “podemos decir que uno toma decisiones conscientes e intenta tener estos valores”.

Pero advierte que “no les podemos exigir a los niños que hagan cosas que nosotros no somos capaces de hacer. Hay que predicar con el ejemplo”.

Para evitar esta y otras incongruencias, como la referida a las actividades extraescolares, con un nivel de exigencia por parte de algunos padres que ni siquiera se aplican a sí mismos, dice: “Muchas veces, las actividades extraescolares se deben al interés de que los niños estén vigilados cuando los padres no pueden hacerlo. Pero los estamos sobrecargando”.

Por ello invita a recordar la importancia del juego: “También es una actividad extraescolar. Que estén en casa jugando, utilizando su imaginación, realizando cosas que les gusta, es tan importante como estudiar un idioma o practicar un deporte. Deben tener tiempo para el juego”.

Aburrimiento

¿Y qué pasa con el aburrimiento? “El aburrimiento es bueno y beneficioso –asevera–. Mucho más en estos tiempos en que vamos súper distraídos con el móvil en la mano y no podemos quedarnos quietos. El silencio, el parar, el aburrirse son muy significativos, por eso enfatizo en que no sea el padre quien saque al niño del aburrimiento, con una tablet por ejemplo, sino que sea el niño el que salga del ‘cuarto del aburrimiento’, como digo en uno de los cuentos. El aburrimiento facilita el tiempo para jugar”.

Y la situación actual, de confinamiento, ha afectado a los niños, sin duda. Habrá que ver los efectos en el futuro. Pero mientras tanto, concluye Anna, se crea una oportunidad quepermite observar áreas de mejora, para intentar buscar cosas que quizá no estábamos haciendo hasta ahora, y seguir cultivando el aprendizaje emocional y de todo tipo”.

“Creo en ti” está ilustrado por Brenda Figueroa, Marina Pérez y Mape



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