2025, un año espiritual

Vivir en modo avión

Emi Zanón
Escritora y comunicadora

“La dualidad del ser humano: amor o ego; unidad o separación;
esperanza o escepticismo”.

Mis queridos lectores, seguidores y amigos, os deseo un 2025 en el que el Amor, la Unidad y la Esperanza sean vuestros maestros para que podáis vivir en estado de abundancia y cocreación, y dejéis atrás el de supervivencia.

Este nuevo ciclo nos brinda de nuevo la posibilidad de empezar con mucha fuerza y positivismo, a pesar de todo lo que ha sucedido y está sucediendo.

En los momentos difíciles es cuando más reconocemos y sacamos el gran potencial que somos y llevamos dentro: la empatía, la compasión, la solidaridad, la capacidad para transformarnos a nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Y lo hemos visto, sobradamente, el otoño pasado con la tragedia de la dana.

El título de este artículo se debe a que, primeramente, me parece un símil muy adecuado para trasladar a nuestra vida diaria.

Al emular lo que hacemos con nuestros móviles cuando los ponemos en ese modo “avión” -cuando no desconectamos el aparato, pero no permitimos que nos molesten-, seguimos conectados con todo lo que nos rodea, pero no permitimos que nos molesten o perturben las bajas frecuencias vibratorias ocasionadas por emociones y pensamientos negativos, miedos, relaciones tóxicas, noticias diarias de los medios de comunicación (deberían llamarlas “malas noticias” porque solo cuentan lo negativo), notificaciones, mensajes, llamadas publicitarias, etcétera, en nuestros móviles, que se han convertido en un apéndice de nuestro cuerpo.

De esa manera, tomamos un impulso espiritual, un impulso de conciencia, y conseguimos un mayor equilibrio energético/vibracional y bienestar, que no solo beneficia a uno mismo sino a los demás (a esa gran mente colectiva o campo unificado de conciencia).

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Y, en segundo lugar, lo he titulado así para complementar, en lo posible, la proclamación de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 2025 como Año Internacional de la Cienciay la Tecnología Cuánticas, pues si bien es cierto que estamos sumergidos de lleno en el mundo cuántico (a mí me apasiona), también lo es que, más que nunca, tiene que ir de la mano de nuestro humanismo y nuestra espiritualidad.

En un interesante seminario del Centro Español de Derechos Reprográficos (CEDRO) que hice en noviembre pasado, impartido por el doctor en filosofía y literaturas hispánicas Juan Luis Suárez, sobre “Enseñar a aprender, aprender a enseñar en la era digital, quedó muy claro que ¡cuanto antes! necesitamos procesos de organización tecnológica y preparar las nuevas generaciones para que puedan adaptarse a todo el avance tecnológico, sin olvidar que los seres humanos somos analógicos como toda la materia en el universo, no digitales: no somos ceros y unos.

Más allá de nuestro cuerpo físico hay una conciencia, una esencia, un espíritu o como lo queramos llamar.

El 95% de los premios Nobel de Ciencias son teístas, frente al 5% que son agnósticos. Max Planck, considerado el fundador de la teoría cuántica y premio Nobel de Ciencias en 1918, ya dijo: “La ciencia impone a Dios”.

Cada año que pasa, más y más gente está despertando a su espiritualidad dormida en este mundo racional movido por una economía liberal (que ha borrado todo juicio moral) y unos tecnócratas “sin alma”, como he oído decir recientemente.

Respeto, ética del cuidado de los demás y a uno mismo, confianza en las instituciones y sobre todo esperanza para llevarnos a la acción y a la transformación, han de ser nuestros valores en este nuevo año y en esta gran revolución que supone el mundo digital.

¡Feliz 2025! ¡Feliz Año 5 de la Nueva Humanidad!

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