Andrés Tarazona
Puede parecer extraño, pero la percepción de la comodidad o la incomodidad no es igual para todos. Y no se trata de ergonomía, se trata de adaptabilidad. Y de adaptabilidad, tanto la madurez sana como la resignación, pueden contar experiencias muy distintas.
Ante una misma situación, una persona que ha madurado fiel a su integridad y a su inocencia puede, si le molesta algún parámetro de su vida, mostrar enseguida su incomodidad para adaptarlo. En cambio, una persona que ha normalizado la resignación, puede tener una mayor tolerancia a lo que le resulta incómodo y percibir las señales mucho más tarde o ni siquiera sentirlas.
Para los dos es incómodo, pero para uno de ellos la señal llega más tarde o la percibe como normal.
Si llevamos esto a nuestra experiencia interior a la hora de crecer en consciencia, podemos observar las mismas pautas:
- Personas que no siguen normas ni pautas que les suponen incomodidad.
- Personas que adquieren la creencia de que a través de la resignación lograrán mayor plenitud y luminosidad.
Si te encuentras entre el primer grupo, quizás no necesites nada de lo que puedas leer en este artículo. Si te encuentras entre el segundo grupo, quizás te resulte algo incómodo lo que expongo a continuación, pero cabe la posibilidad de que algo mejore dentro de ti.
Imagina, por un momento, que pudieras cambiar ahora de casa. Que tuvieras que, desde la ilusión de un nuevo cambio, decidir un nuevo hogar donde vivir, nuevos muebles y nueva decoración. ¿Elegirías algo más incómodo que lo que tienes ahora?
Lo habitual es responder que no, pero te sorprendería las personas que tienen tan normalizada la postura incómoda en su vida que son incapaces de decidir su comodidad.
Volviendo a un supuesto cambio de casa por placer, ¿consideras que a través de un hogar incómodo podrías llegar a tener mejor carácter, más paciencia o más compasión? Si tu respuesta es que no, simplemente puedo decirte que lo mismo ocurre dentro de ti.
Tu cuerpo es tu primer hogar y normalizar la incomodidad dentro de ti puede eclipsar tus virtudes superiores.
¿Cómo salir de la incomodidad?
A esta pregunta, la siguiente respuesta: siguiendo las señales del alivio interior.
Una persona que lleva años durmiendo sobre un colchón duro que no le resulta cómodo, pero que lo ha normalizado, puede llegar a sentir extraño de primeras un colchón que se adapta a su constitución. Es más, puede incluso sentir dolores durante unos días hasta que se cuerpo se ajuste a la comodidad real, pero en su interior sentirá, pese a los dolores de la adaptación, que está mejor que antes.
Si lo llevamos a nuestro hogar interior, quizás has logrado sentir comodidad adaptándose al carácter poco sensible de tu pareja, por ejemplo, pero si un día te animas a poner en valor tu sensibilidad y decides vivir desde ella, puede que, pese a la incomprensión y los momentos difíciles que pudieras vivir por las reacciones de la otra persona, sientas un mensaje de alivio en tu interior que te indica que ser tú es lo más cómodo e importante, ya no solo para ti, sino para todos.
Y las señales de paz y de alivio son siempre las más relevantes para volver a guiarte por la mejor guía: tu inocencia.