Emi Zanón
Escritora y comunicadora
“El amor está vacío de ego. El ego está vacío de amor”. Sri Aurobindo
“Si a Olivia le preguntaran en estos momentos qué es lo más hermoso de la vida, ella respondería, sin lugar a dudas, enamorarse. Prendarse de amor. Excitarse de amor. Dejar, como muy bien había leído en el diario de Arantxa, que el amor fluya, sea sin restricciones, desde lo más profundo de su corazón. No se conocía a sí misma. Ahora se daba cuenta. Nunca antes había sido tocada por el auténtico amor, o quizás no había permitido que fuera, tal vez por la coraza protectora antienamoramiento, puesta desde que tenía uso de razón. Quizás porque hasta ahora solo había visto en los chicos atracción, juerga, sexo fugaz. Fuera lo que fuera, ahora era más feliz que nunca. La visión de la vida había cambiado para Olivia. Y seguro que había sido por el diario o el cuaderno. ¡Qué más daba lo que fuera!
“La vida en estos momentos para Olivia, a través de la pantalla del casco, es bella, hermosa. Jamás la ha visto de esta manera. Es como si descubriera todo a su alrededor. Como si antes no hubiera visto una carretera, gente de aquí para allá en sus vehículos, un paisaje de montañas, unas escasas nubes repartidas caprichosamente por el cielo… Y ahora se lo regalasen todo para ella envuelto en un papel del más bello celofán. Así era David, como el celofán… transparente, brillante, bello… y romántico, un calificativo muy en desuso en estos tiempos tan pragmáticos y tan carentes de sensibilidad y fantasía.
“Han dejado la vía principal y recorren ahora una carretera comarcal bordeada de árboles, principalmente chopos y pinos. Las hojas doradas de los chopos, mecidas por la suave brisa del atardecer, parecen láminas de oro que tintinean como en uno de esos carillones que se cuelgan en las ventanas o en las cunas de los bebés. En esta época del año el bosque, o la montaña, se viste de mil hermosos colores, desde varias tonalidades ocres a granates, y verdes a plateados, para captar nuestra atención y decirnos que el otoño es tan bello como la primavera, y que cada uno de ellos hace de antesala a la culminación del ciclo de la Vida. Nacer y morir. Morir y nacer.
“David suelta su mano izquierda del manillar y la hace hacia detrás para acariciarle el muslo y decirle que ya están llegando. Sólo les queda subir una pista estrecha, con unas cuantas curvas, para llegar al lugar”.
(Extracto de la novela juvenil “La hierba azul de Calíope”, 2ª ed. NPQ, octubre 2024)
Dentro de unos días celebraremos en España como en otros países del mundo, aunque sea con costumbres distintas, el Día de San Valentín, el Día de los Enamorados, y ello me ha llevado a reflexionar sobre el tipo de amor de las parejas actualmente: por qué son tan frágiles, por qué tanta falta de compromiso, por qué tanta violencia de género… La respuesta sería porque establecemos relaciones amorosas desde el ego y no desde un amor auténtico.
Saber si una relación de pareja se vive desde el ego es relativamente fácil, solo hay que observar unos cuantos detalles, veamos. ¿Amas a tu pareja por lo que te hace sentir? ¿Quieres cambiarlo/a? ¿Quieres que sea como tú quieres para sentirte bien? ¿Lo/a controlas? ¿Proyectas tus traumas e inseguridades en él/ella?… Podría seguir haciendo preguntas, pero creo que con estas es suficiente para identificar enseguida qué tipo de relación tienes con tu pareja.
Por el contrario, cuando una relación de pareja se vive desde el amor auténtico, quieres a la otra persona como el ser humano que es; aceptas sus imperfecciones y su libertad de ser, apoyas sus proyectos y trabajas a nivel interior lo que te incomoda de él/ella.
Es cierto que una relación al cien por cien desde el auténtico amor no es fácil, pues para ello hemos de desactivar el ego y no siempre estamos dispuestos. Una buena relación amorosa se trabaja, se construye día a día. Esa es la clave del éxito. Te lo digo por experiencia.
A esa primera atracción física que surgió entre mi marido y yo cuando cruzamos nuestras miradas siendo unos adolescentes, le siguió la admiración mutua, las ideas y creencias parecidas, los objetivos y proyecto de vida en común, además de responsabilidad y confianza. Hasta el día de su partida hacia otro plano de existencia, él fue mi esposo, mi amante, mi amigo, mi compañero… Todo ello porque llenamos de Amor nuestro ego.
Espero que paséis un feliz Día de los Enamorados y que trabajéis vuestras relaciones amorosas y personales para que en un futuro podamos decir que el siglo XXI puso punto final a la violencia de género, porque crecimos tanto en Amor que no había lugar para el ego.
¡Feliz febrero!