Certezas sobre la incertidumbre

Descubrir que en nuestra vida todas las posibilidades están esperándonos

Sergio Hidalgo

Es la palabra más dicha, pensada y sentida. Incertidumbre. Y parece la bofetada final para un modelo, un paradigma, que había fijado residencia a partir de la llegada de aquella vieja ciencia que daba por sentado justamente lo certero, objetivable y “real”. Esto se transmitió al espíritu de otros campos del saber/hacer del homo sapiens. Así se conquistó un planeta, este planeta, hasta su último resquicio, entre otras consecuencias. Pero desde los inicios del siglo pasado, poco a poco, trabajosamente, como todos los cambios en la historia, fue emergiendo otro modo de ver, de pensar y explorar. Ocurrió de la mano de física cuántica, tan socorrida y manidamente utilizada en el presente.

Y como “pedagógicamente” lo explica Mel Schwartz, psicoterapeuta, orador y autor de “El principio de posibilidad”, algunas nociones provenientes de la física cuántica pueden permitirnos vivir como nosotros mismos determinemos.

  • En primer lugar, nos conviene abrazar la incertidumbre, todo lo contrario que se supone a prima facie. Esto significa que, al revés de lo que reza el determinismo newtoniano, el universo está repleto de incertidumbre y por eso abandonarse en sus brazos es una recomendable decisión. Schwartz recuerda que a principios del siglo XX, Werner Heisenberg, famoso físico alemán conocido por contribuir al desarrollo de la teoría cuántica, descubrió que en este campo la regla de la certidumbre ya no podía aplicarse, sino la de la incertidumbre. “Este principio tiene aplicaciones de enorme calado en nuestra propia vida, lo cual deberíamos considerar como una buena noticia”, dice el psicoterapeuta, que alienta al cambio personal en cualquier momento y circunstancia porque sencillamente ¡es posible!
  • Luego, al recibirla como parte de nuestra ecuación vital, la incertidumbre nos libera de la creencia de que nuestra vida se encuentra limitada, según lo que pretende hacernos pensar el estándar mecanicista. En este punto, Schwartz invita a ver la incertidumbre “como si fuese el viento que sopla en las velas de tu navío, dándote la fuerza que necesita para alcanzar la vida que quieres tener. Es precisamente, en la incertidumbre, donde residen las nuevas posibilidades”.
  • Por último, como el universo se encuentra en una fase continua de puro potencial, de acuerdo al principio cuántico, la incertidumbre implica potencialidad, en otras palabras: todos los resultados son posibles. ¿Qué significa esto, además? Pues que aquello que llamamos realidad sea un estado de flujo y cambio perpetuo, eterno. Por lo tanto, nosotros podemos navegar en este flujo de posibilidades si variamos nuestras percepciones, como también nuestra forma de pensar. Así, pasamos de ser meros engranajes de una monumental máquina para convertirnos en creadores de nuestro destino.

Al convencernos, finalmente, de que el universo es fundamentalmente inseparable, como un todo profundamente interconectado e interpenetrante, descubrimos que somos parte integral de todo y de todos, aportando sentido, propósito y conexión a nuestra existencia. La idea tan metida en nuestras cabezas acerca de que los demás y nosotros somos diferentes se convierte en una falacia, algo irreal, por lo cual se abre la puerta hacia la compasión y la empatía como fundamento de relaciones sanas y prósperas.

Admitamos que el modelo cuántico, como lo expresa Schwartz, “es una invitación a sumergirnos en el proceso de transformación y crecimiento”. Con esta percepción de la realidad podemos ser conscientes de las posibilidades, todas, que están esperándonos.

- Anuncio -



Lo más destacado

Stanislav Kondratiev
de Unsplash