Aurelio Álvarez Cortez
Paralelismos entre dos vertientes aparentemente disímiles -religiosa, espiritual como el budismo tántrico, y movimiento cultural e intelectual como el transhumanismo- son los que presenta en “Los sueños de la perfección” (Editorial Kairós) Jaume Vallverdú. Doctor en antropología, profesor universitario e investigador, Vallverdú explica los alcances de este trabajo por el cual se sumerge en los ámbitos de la espiritualidad, la ciencia y la tecnología. ¿El objetivo? Profundizar en “el conocimiento de sistemas de pensamiento y estilos de vida que finalmente dan cuenta de cambios sociales y de mentalidad significativos”, así como señalar “nuevas formas adaptativas y acordes con la materialidad”.
-¿Cuál es el origen de esta propuesta de observar dos corrientes de pensamiento, aparentemente desligadas una de otra?
-Se enmarca en un proyecto colectivo sobre posthumanismo, donde yo enfoco hacia el transhumanismo más específicamente e intuyo paralelismos posibles e interesantes para el análisis desde una perspectiva antropológica, en cuanto a conceptos, representaciones y prácticas. El transhumanismo con base en la ciencia y la tecnología, pero con un fondo espiritual en su búsqueda de trascendencia humana, y el budismo (o el budismo tántrico más en particular) con base en la espiritualidad, pero compatible con la ciencia y el desarrollo tecnológico a diferentes niveles: conocimiento empírico y causalidad de los fenómenos, importancia de la experiencia y de lo experimental, el uso del método y la razón y de unas técnicas específicas que atañen tanto al cuerpo como a la mente, al conocimiento del y sobre el cerebro, en conexión con la neurociencia, etcétera.
-¿Cómo explica la proximidad entre el budismo tántrico y el transhumanismo tecnocientífico?
-Sobre todo en términos éticos, racionales, pragmáticos y de enfoque empírico y funcional hacia el mejoramiento constante del ser humano. Ambos son al mismo tiempo sistemas no teístas, con una expectativa de perfeccionamiento evolutivo para el ser humano, y dan importancia al pensamiento lógico y racional, entre otras cuestiones de aproximación.
-¿Podría decirse que el budismo es una técnica espiritual y el transhumanismo también?
-El budismo utiliza técnicas y tecnologías corporales y mentales para el desarrollo espiritual, la principal de ellas, la meditación, que en el caso de budismo tántrico implica procesos simbólicos y rituales especialmente marcados, profundos y energéticos.
El transhumanismo, por su parte, pretende un desarrollo del ser humano hacia cotas máximas de capacitación, lo cual supone mejorar el cuerpo y la mente y, con ello, potenciar/transformar la conciencia hacia niveles más elevados y trascendentes, incluyéndose en este sentido la espiritualidad.
-¿Qué destacaría de su experiencia, para recabar información, en un centro tibetano como el Dag Shang Kagyu?
-Como antropólogo -y para mí no es un tópico sino la actitud fundamental-, la disposición a escuchar y aprender de los demás. Aquellos que tienen a bien acogerte entre ellos, te permiten convivir con ellos, explicarte sus experiencias, etcétera, así como el hecho de seguir un procedimiento metodológico basado en el rigor, la confianza y el mutuo respeto.

-Es conocido el concepto de utopía, pero, ¿qué es la extropía, surgida en el ámbito transhumanista?
-El extropianismo está en la base misma del pensamiento transhumanista. Tiene en su figura central a Max More. Plantea siete principios básicos para definir el concepto de extropía: progreso constante, autotransformación, optimismo práctico, tecnología inteligente, sociedad abierta, autodirección y pensamiento racional. Dichos principios, tal como los entiende More, expresan, de acuerdo con el concepto d’extropía, la implementación del transhumanismo como un proceso continuo de constante perfeccionamiento humano.
-¿Qué supone para la espiritualidad la inteligencia artificial y el desarrollo cíborg?
-La inteligencia artificial y el cíborg cada vez están más presentes entre nosotros como nuevas vías y nuevas expectativas con las que convivir. Pueden generar controversias, sobre todo en términos éticos, pero incluyen un legítimo planteamiento de mejora del ser humano mediante los avances tecnológicos y cibernéticos.
El budismo acepta el uso de robots, como Mindar (en la portada del libro), que es considerado una autoridad espiritual y predica filosofía budista. Dentro del sistema budista en general la inteligencia artificial no parece incompatible con la espiritualidad, o si se quiere, con la espiritualidad tal como es entendida desde el punto de vista budista.
Es difícil prever si se dará un avance de la espiritualidad con el mundo de las máquinas, o bien si se tratará de una espiritualidad diferente y en parte más apropiada al mundo crecientemente tecnologizado, instrumental y materialista en el que vivimos.
-¿En el ideario transhumanista se plantea un escenario de infinita perfección evolutiva?
-Esto es así sobre todo en la perspectiva extropiana dentro del transhumanismo. Los principios de la extropía expresan la implementación de un proceso continuo y constante de perfeccionamiento humano en diferentes ámbitos, social, biológico, cognitivo… sin fijar un punto final concreto y considerado “estático”, al modo de una utopía. La extropía, en cambio, se entiende como impulso permanente de vitalidad y dinamismo en pro de dicho mejoramiento.

-En cuanto al budismo, ¿no hay un punto final con el nirvana, la iluminación, sino una continuidad de la consciencia?
-Las prácticas budistas pretenden que los seres logren la iluminación, o alcancen el nirvana, como un estado de extinción del sufrimiento y de paz absoluta. En conciencia de lo que uno realmente es, consciente de su propia naturaleza, en este caso, búdica. Pero al mismo tiempo, en la realidad, siempre estamos envueltos en las acciones de la vida que, mientras esa iluminación o liberación no se alcance, nos mantienen en este mundo material/ilusorio y dentro del ciclo constante (samsara) del sufrimiento.
La ley del karma, que imprime esa actividad constante, lleva implícita la idea de continuidad de la conciencia, la cual pasa de una vida a otra mientras no nos liberemos. Por ello renacemos sin parar, y estamos condicionados sin parar, hasta que dicho objetivo no se consiga.
-¿Se puede entender a la tecnología como factor en la liberación de la condición humana, superando la mortalidad, el sufrimiento, la separación, la ilusión?
-Eso es lo que piensa el transhumanismo en general. A través de la tecnología científica y los avances en ese ámbito, aplicados a la biología y a la mente, e incluyendo en último extremo la superación de la muerte física.
El budismo, por su parte, que entiende que morimos desde que nacemos, es un sistema de eterno retorno a causa del proceso del karma y los renacimientos sucesivos, busca la liberación del sufrimiento que a todos afecta en este mundo y superar los conceptos y los dualismos que lo promueven, siempre fruto de la ilusión, del mundo de las apariencias y de los condicionamientos que son la fuente misma de dicho sufrimiento.
-¿Qué postula el pensamiento posthumano?
-Es un paradigma sobre el ser humano que quiere ser alternativo al ideario de la modernidad. Entronca mucho más con la postmodernidad, es decir, para decirlo de una forma muy resumida, con el enfoque de las sensibilidades y las subjetividades, los relativismos, las no dualidades, la interacción de todo con todo y la discusión de oposiciones conceptuales que se entienden fruto de un antropocentrismo equivocado.
Fundamental y epistemológicamente, el posthumanismo se basa en la deconstrucción crítica de los valores y la ontología del humanismo moderno, al que considera impregnado de prejuicios etnocéntricos, racistas, sexistas y especistas, mientras que el transhumanismo es más bien una continuidad de los ideales humanistas clásicos (tales como la racionalidad, la libertad, la democracia y la solidaridad) y a la vez un proyecto de reinterpretación y superación de éstos.

-Es interesante observar que el karma no es determinista, ya que es maleable. ¿Podría afirmarse que existe una epigenética karmática?
-Los budistas en efecto piensan optimistamente que el karma se puede cambiar. Podemos cambiar el comportamiento y por lo tanto sus futuras consecuencias. Existe la posibilidad de actuar a partir de otro tipo de conciencia.
Sobre los procesos del karma, el budismo contempla que al igual que existe un cuerpo sutil, hay una mente “sutilísima”, o “conciencia mental muy sutil”, que es la que se transmite de una vida a la siguiente en caso de renacimiento, marcando así la existencia de un continuo mental o de la conciencia más allá de lo físico y temporal.
-¿Toda inteligencia es artificial?
-Yo considero que la inteligencia es algo que poseemos, en tanto poseemos y usamos un intelecto, y que a la vez, y sobre todo, algo que cultivamos a través del aprendizaje y su consolidación progresiva.
Desde que nacemos constantemente captamos información y la procesamos. Solemos asumir lo objetivado-externo que nos llega y a la vez creamos conocimiento en un proceso subjetivo e intersubjetivo en continua renovación, o si se quiere, renovación inteligente.
En este ámbito, hay quien utiliza el saber y la inteligencia para crear a otros seres inteligentes, y aquí se incluyen las investigaciones y plasmaciones en forma de dispositivos electrónicos o cibernéticos diversos aplicados al ser humano o los avances en la propiamente llamada “robótica inteligente”.
-Otra perspectiva se descubre cuando vemos que los cerebros pueden ser reprogramables, “reescritos”, como recuerda en su trabajo. ¿Se abre así una posibilidad cierta para los cambios de conciencia?
-Nuestro cerebro no para de incorporar datos y de aprender y trabajar con esos datos. Hoy en día ya funcionan formas de espiritualidad o religiosidad explícitamente vinculadas al mundo de los datos, el manejo de algoritmos, etcétera. El dataismo puede ser un buen ejemplo.
Los procesos de socialización son procesos finalmente de programación. Se aprenden roles, rituales y rutinas o hábitos para el cambio de conciencia en los más diversos contextos, los de orientación espiritual entre ellos.
-¿Los robots serían también seres sintientes?
-Hay interpretaciones transhumanistas que creen que esto es posible, es decir, que pueden llegar a serlo. Ray Kurzweil, como se dice en el libro, planteó que los medios no biológicos serán capaces de emular la riqueza, la sutileza y la profundidad del pensamiento humano. Y en este ámbito tiene cabida la experiencia meditativa y espiritual.
El budismo tampoco parece tener especiales problemas en integrarlos entre los seres sintientes. En realidad tampoco pone al ser humano en el centro o en situación privilegiada respecto a los demás seres u organismos vivos; y este ser humano, además, en realidad-real, se considera que no tiene identidad inherente alguna como tal y que pueda diferenciarlo para las cuestiones “sintientes” de otra entidad como una máquina.

-¿La inmortalidad, de lograrse, es una trascendencia de la individualidad?
-En el texto utilizo una cita de Edward Conze, por alusión al budismo, que puede servir para contestar: desde la perspectiva budista, el nacimiento (o renacimiento, a propósito de la cadena nacimiento-renacimiento-muerte) es la causa de la muerte, por lo tanto, añade el autor, “la inmortalidad no es un deseo de perpetuar una individualidad que se compra al precio de la decadencia inevitable, sino una trascendencia de esta individualidad”. Lo que se busca es la liberación y para no renacer la antesala es no morir. Pero a la vez, en la misma clave “inmortal”, en el budismo la mente es lo que no muere, puesto que el continuo de la conciencia perdura.
Trascender la individualidad (aunque el budismo paradójicamente se base mucho en el factor individual) es liberarse, significa superar el aferramiento al ego, al deseo y a todo lo que ilusoriamente nos condiciona y hace sufrir en este mundo.
Desde la óptica transhumanista más optimista se trataría de retardar la muerte al máximo, o incluso conseguir la inmortalidad, y esto se lee en clave trascendente del ser humano y positiva evolutivamente hablando.
-¿Cómo sería la utopía transhumanista?
-La superación tecnológica del ser humano. Alcanzar dicha superación mediante la aplicación sistemática de las nuevas tecnologías, de sofisticación creciente, hasta alcanzar un estado de perfeccionamiento sublime en los niveles de la salud, el bienestar, morales, cognitivos y existenciales en general.
-¿Tanto el budismo como el transhumanismo aspiran a alcanzar la plenitud de la vida en el presente y en este mundo?
-Yo así lo interpreto. En el budismo finalmente aparece y es funcional una vuelta constante a este mundo, es decir, una permanencia en él. Y en este mundo y en el aquí y ahora hay que perseverar en el dharma, en el cultivo espiritual de cuerpo y mente para alcanzar el propósito liberador en tanto expectativa.
Hay que sentir y experimentar en el momento presente, y siendo conscientes del momento presente. Dicho presente está condicionado por el pasado y debe ser trabajado con una visión de futuro, pero es el momento central y en él se considera que se puede vivir con plenitud y felicidad.
Según el transhumanismo, mediante el desarrollo y la aplicación de los métodos científicos y de las tecnologías apropiadas, igualmente el ser humano puede alcanzar altas cotas de satisfacción y de plenitud, tanto en uno mismo como respecto al entorno. A mayor capacitación a diferentes niveles, mayor plenitud de vida.
-Ambos son un estilo de vida. ¿Cómo afrontan estar en un contexto de economía capitalista?
-Desde mi punto de vista, las adaptaciones budistas al mundo occidental no parecen chocar especialmente, en el plano del estilo de vida, con el contexto capitalista en general, aunque por supuesto la ética social y espiritual del sistema no está de acuerdo con temas como los abusos, las injusticias o las agresiones al medio ambiente, el mundo animal, etcétera.
El transhumanismo también parece convivir relativamente bien con/en dicho contexto, donde por supuesto los desarrollos de la ciencia y la tecnología se insertan mucho en las dinámicas del capital. Aunque al mismo tiempo mantiene una ética opuesta, entre otras cuestiones, a pautas de control y dominación, agresiones al medio ambiente y a las limitaciones de la libertad personal.
-¿Cuál es el objetivo final de su libro? ¿Quizá presentar el avance hacia nuevas formas de espiritualidad?
-El objetivo es ahondar en el conocimiento de sistemas de pensamiento y de estilos de vida que, salvando las distancias, presentan estructuras, procesos y dinámicas que, puestas en el debido contexto, dan cuenta de cambios sociales y de mentalidad significativos; quizás apuntando también, en efecto, hacia nuevas formas de espiritualidad bastante adaptativas y acordes con la materialidad, y de ahí tal vez buena parte de su eficacia y su futuro. Que sin alterar demasiado la vida en que diariamente se ven envueltos los sujetos, les permiten (o les hacen parecer que le permiten) alterar, aunque sea temporal e idealmente, situaciones que se viven de forma insatisfactoria.