Aurelio Álvarez Cortez
Marcelo Gleiser es físico teórico y catedrático Appleton de Filosofía Natural, Física y Astronomía en la Universidad de Dartmouth (Nuevo Hampshire, Estados Unidos). Fue galardonado con el Premio Templeton 2019 y es autor de siete libros, publicados en 15 idiomas, entre los que destaca como coautor “El punto ciego”. Y en España acaba de publicar “El Universo consciente”, por Editorial Kairós. En él alerta sobre la urgente necesidad de actuar frente al cambio climático y sus efectos a partir de una narrativa y visión del llamado biocentrismo. “Reinventarnos como especie”, dice en la siguiente entrevista.
-Observa la vida como materia con un propósito, con un impulso a existir. ¿Qué propósito? ¿Qué la impulsa?
-El propósito más importante para cualquier criatura viviente es mantenerse viva. Por eso las criaturas comen y buscan refugio para poder mantenerse vivas. Nadie sabe de dónde se origina este impulso de mantenerse viva. No sabemos cómo la materia viva se vuelve tan diferente de la materia no viva. Esta transición de no vida a vida, que ocurrió aquí en la Tierra hace al menos 3.500 millones de años, es uno de los grandes misterios de la ciencia.
-Cuenta una historia sobre cómo nos adueñamos de la Tierra, empujando a los dioses a los cielos. Así, el planeta perdió su encanto y se convirtió en un objeto… ¿Fue ese nuestro “éxito” en el camino de la supervivencia?
-Nuestro éxito en el uso de los recursos naturales para sostener nuestra creciente civilización es la causa de nuestros problemas actuales, especialmente el cambio climático global. Así que, paradójicamente, nuestro éxito es ahora nuestro mayor enemigo.
-Al reflexionar sobre la necesidad de reinventarnos como especie, nos asegura que no es una utopía. “Evitemos el suicidio”, es su advertencia, basándose en el hecho de que no hay vida sin la Tierra, pero sí hay Tierra sin vida.
-Exactamente. Los humanos llevamos en este planeta unos 300.000 años, de los 4.500 millones que existe la Tierra. Lo que quiero decir con “reinventarnos como especie” es que necesitamos reconectarnos con un hecho muy simple: un planeta enfermo no puede sostener vidas sanas.
Si continuamos abrazando una perspectiva de “crecimiento infinito en un planeta finito” estaremos creando nuestra propia perdición. Necesitamos entender y, más importante aun, sentir en nuestro interior, que no estamos por encima de la naturaleza, que no somos dueños de la naturaleza, sino que pertenecemos a ella y dependemos de ella para nuestra supervivencia. Respetemos y coexistamos con la naturaleza porque no tenemos otra opción. La alternativa es mucho peor.
-Cita a Thich Nhat Hanh, con su concepto de inter-ser. ¿Un rasgo audaz de la filosofía espiritual en un científico?
-¡No hay ninguna razón por la que los científicos no puedan ser espirituales! La espiritualidad no está necesariamente ligada a una religión específica, ni tiene que ver con espíritus sobrenaturales o el alma. Es un sentido de pertenencia a algo mucho más grande que uno mismo, un deseo que tenemos de trascender los límites del espacio y del tiempo, una atracción por lo inefable, de abrazar el misterio de la existencia.
Muchos científicos han sido espirituales en este sentido más amplio. De hecho, incluso se puede decir que esta es su principal inspiración para convertirse en científicos. Por cierto, la palabra “inspiración” viene de espíritu, “dejar entrar al espíritu”.
-Cuando dice que la narrativa mecanicista debe dar paso a otra, biocéntrica, espiritual, el triunfo de políticos como Trump parece distanciar esta propuesta suya. Un fenómeno similar en crecimiento se observa en Europa y también en países latinoamericanos como Argentina.
-Sí, es deprimente ver lo que ha sucedido recientemente en Estados Unidos y en otros países. Sin embargo, en lugar de sentirnos derrotados, podemos ver esta tendencia hacia una política más conservadora como un síntoma de nuestra civilización en problemas, perdida como está, separada de su relación con la naturaleza.
Como un péndulo, tal vez la civilización necesite ir hasta el otro lado para encontrar su camino de regreso. Solo espero que no sea demasiado tarde cuando el péndulo regrese.
-Afirma que no debemos tratar de transformar la ciencia en el oráculo de las verdades definitivas de la realidad. Porque la ciencia es una construcción. Por otro lado, algunos dicen que se ha convertido en la nueva religión.
-Decir que la ciencia se ha convertido en la nueva religión es muy peligroso. La ciencia es una forma de describir el mundo natural y desarrollar tecnologías basadas en este conocimiento. Nunca podrá responder a todas nuestras preguntas, incluso a las que son materiales. Y mucho menos a las preguntas de valor o moral.
La ciencia evoluciona con el tiempo y, a medida que aprendemos, encontramos nuevas preguntas que hacer basadas en nuestra nueva ignorancia. Lo que se necesita es más humildad al afrontar los límites de lo que sabemos.
-¿Hay un arquitecto detrás del universo?
-Si lo hay, ¡se esconde muy bien!
-Nunca estás solo cuando el mundo es tu familia. ¡Qué frase cuando tanta gente dice sentirse sola en este sistema de redes sociales!
-En realidad, escribí esa frase en “La naturaleza es tu familia”. Una de las consecuencias más catastróficas de nuestro éxito tecnológico e industrial es que olvidamos de dónde venimos, que pertenecemos a la biosfera como cualquier otra criatura viviente.
Cuando alguien olvida sus orígenes está destinado a perderse. Y estamos perdidos y solos porque buscamos respuestas a nuestras angustias existenciales en los lugares que las crean: ciudades superpobladas, codicia material, interacciones virtuales en las redes sociales.
-Hablando de soledad, observa el profundo silencio que marca nuestra soledad cósmica. Y que el sistema solar parece estéril.
-Correcto. Aunque haya otras criaturas en la galaxia, a todos los efectos prácticos estamos solos en este planeta. Y esta soledad hace que sólo podamos encontrar respuestas a nuestros problemas en nosotros mismos, no bajando del cielo…
-¿Sería imposible encontrar un clon idéntico a la Tierra?
-Sí, imposible. Sólo hay una Tierra en el Universo. Y sólo una especie como nosotros, el homo sapiens.
Cada planeta es diferente. Cada planeta tuvo una historia muy específica y la vida en ese clon del nuestro, si existe, también tendría una historia muy específica que dependería del planeta.
-Su afirmación de que “el amanecer de la humanidad marcó el amanecer de un universo consciente” impacta.
-Antes de que existieran los humanos el universo no tenía criaturas vivientes capaces de contar historias. Nosotros somos los narradores cósmicos, la forma en que el universo cuenta su propia historia.
Puede que haya otras criaturas ahí fuera capaces de contar historias. Pero serán historias diferentes, no como las nuestras.
-Un planeta que alberga vida es sagrado, que debe ser reverenciado y protegido, dice. Y propone una misión sagrada como imperativo moral. ¿Cuál es? ¿Estamos a tiempo?
-Esta misión moral es lo que yo llamo biocentrismo. El hecho de que sepamos lo rara que es la Tierra, y lo rara que es la vida compleja en el universo, debería movilizarnos e inspirarnos para convertirnos en protectores del medio ambiente, de todas las formas de vida, en oposición a su peor enemigo. Hay una manera en que los humanos podemos coexistir con la biosfera de la Tierra de manera sostenible. Debemos actuar rápido para que esto sea una realidad ya que, sí, el tiempo se acaba.