Aurelio Álvarez Cortez
Sus orígenes están en Brasil, donde la educación del sistema pedagógico Waldorf, genial creación de Rudolf Steiner, le marcó el rumbo de su afición por los minerales. “Entré en contacto con las piedras al aprender tallar piedras para joyería como una asignatura más”, dice Carla Iglesias. Era una niña que también tuvo una experiencia inolvidable, al conocer una explotación minera. Como fuera, a temprana edad surgió la chispa hasta llegar al día de hoy, al frente de Aqua Aura, la tienda de minerales en pleno centro de Valencia, junto a José, su marido y sustento basal de este emprendimiento.
Generalmente en las aulas aprendemos que la vida se encuentra en los reinos vegetal y animal, pero en el mineral no. “Las piedras –expresa Carla– tienen un campo energético igual que una planta, un animal o una persona. Y si alguien tiene un poco de sensibilidad puede establecer una comunicación entre la energía mineral y su propia energía”.
Como ejemplo, recuerda el caso de una señora que se había interesado por una piedra de color morado, ya que quería que hiciera juego con una cortina de esa tonalidad. Compró una amatista y a los pocos días regresó por otra. Su nieta, al ver la piedra, la quiso y la amatista cambió de manos. Pero esta abuela sintió que había pasado a formar parte de su hogar y debía haber algo especial en ese pedazo de material aparentemente inerte, porque la energía de la residencia había cambiado (para bien, claro está). “Como resultado de esa comunicación que mencionaba antes, se produce una apertura de conciencia y el interés por esa piedra atrapa y no se sabe debido a qué”, agrega.
Tal convicción se extiende a lo personal. “Siempre he sido una persona de ver para creer, justamente por eso me han dado pruebas muy claras”, enfatiza y narra un hecho que mantiene muy fresco en la memoria. El escenario, su primera tienda, en Madrid. En la entrada del local, cerca de la entrada, una turmalina negra de siete kilos de peso. “Había oído hablar de que era una piedra de protección, pero me planteaba por qué no también el ónix, por ejemplo”, recuerda. Cierto día entra a robar una persona que tropieza, inexplicablemente, con aquella piedra. Se le cae una navaja y visiblemente nerviosa dice que no venía a robar, sino que por razones de vivir en un sitio peligroso llevaba ese cuchillo, y sale corriendo. “Algo ocurrió… fue como si la piedra hubiera entregado parte de su estructura para ayudarnos. Desde entonces, para mí la turmalina negra es la principal piedra de protección”.
Hay más anécdotas acerca de las propiedades de las piedras, que al fin de cuentas confirman un conocimiento que ya se plasma en la antigüedad. Al respecto, Carla señala los textos de los Vedas, donde se encuentran vínculos entre los chakras, colores y minerales. En la medicina ayurveda antiguamente se prescribía la ingesta de polvos muy finos, que actualmente se han reemplazado por procesos de elaboración como elixires.
Dos aspectos destaca en el tema de los beneficios de los minerales. El primero, su poderoso efecto placebo, que Carla pone en valor más que observarlo como una cualidad peyorativa: “Cuando tú quieres curarte de algo y piensas que algo te puede sanar, mandas tal información positiva a tu cerebro que éste pone mecanismos en marcha para que eso empiece a ocurrir. Las piedras tienen energía, color, vibración, pero no necesitas creer en ellas para que te den sus propiedades energéticas. Tu energía la reconoce, ese efecto ocurre, y te puede ayudar a que duermas mejor, que te relajes, pero además si crees que te ayudará, enviarás a tu cerebro la información de que te vas a curar. Como la pluma de Dumbo, ejemplo que pongo en los cursos de formación que imparto: si crees que una cosa funciona, tienes la mitad del objetivo alcanzado porque el cerebro lo cree. La piedra no deja de ser un soporte vivo que emite una vibración y es un símbolo que atrae lo que representa”.
El segundo efecto, poco conocido, es el poder de amplificación de energía que poseen las piedras, como el cuarzo. “El cuarzo transparente –explica– tiene la capacidad de recoger energía y, en lugar de rebotarla con la misma potencia que ha recibido, incrementa la energía. Es como una pila eléctrica. De modo que una persona puede recibir una vibración más alta. De hecho hay productos alemanes, como el gel de sílice que se comercializa a través de diversas marcas, un cuarzo coloidal, muy fino, diluido en agua, que se ingiere como medicina para generar tejido nuevo”.
Carla se muestra escéptica en cuanto a creencias tales como “tal o cual piedra trae suerte” por el simple hecho de llevarla consigo, o que una piedra cura por sí misma: “Tú tienes que trabajar y poner de tu parte. Yo creo en la función piedra – humano, energía – intención, pero no en magia”. Comenta, asimismo, que algunos piensan que poner una piedra en la mesita de noche les solucionará el problema de no poder conciliar el sueño. “De cien personas que preguntan por esto, el 90% tiene el móvil enchufado en la mesita, la tele encendida, toma azúcares o bebidas excitantes a partir de las 6 de la tarde… Si se quita esto, y aun así no se consigue dormir, suelo preguntar si la persona medita, y es ahí donde la piedra puede ayudar. En vez de ver Facebook o Twitter y provocar que el cerebro no pueda dormir porque sigue activo, antes de dormir cierras los ojos, pones una amatista en la frente e intentas prestar atención a tu respiración, y medita”. Los hindúes asocian la amatista con la tranquilidad, la calma mental.
Y no sólo los hindúes, la civilización egipcia también encumbró al lapislázuli, la turquesa y la malaquita, entre otras, al rango de piedras sagradas, puentes de comunicación con los dioses, y los judíos con el ritual de Urim y Tumim (piedras blanca y negra) otro tanto.
El cuarzo transparente, por esa cualidad precisamente, la transparencia, podría ser el mineral que en estos momentos asumiera la mejor representación a nivel colectivo. “Es lo que falta ahora mismo, ser claro, transparente”, dice Carla, quien señala que “hay muchísimo cuarzo en la Tierra, en todas partes, es barato, y parece que está como mensaje de ayuda para nosotros”. Sin embargo, mucho tiene que ver en qué lugar se encuentra. “No vibra igual un cuarzo de EE.UU. que otro de Brasil, Nepal o Colombia. Visualmente son distintos, como la gente de cada rincón del mundo”. Además, “como si tuviéramos un encaje perfecto, podemos encontrar el cuarzo personal. ¡Busca tu cuarzo!”.
Un capítulo especial del mundo mineral son los adictos a poseer un gran número de piedras y no hacer nada con ellas, sólo tenerlas. “Es el mayor error. Sucede algo similar a cuando mezclamos muchos colores: se anulan unos a otros. Con las piedras ocurre lo mismo. No hay que llevar una para la prosperidad, otra para la salud, etcétera… Elige la que más te llame la atención, tu intuición sabe lo que te hace falta. No hace falta más información”.
Finalmente, Carla avisa: “Quedan muchas piedras por descubrir, están saliendo mezclas de minerales de la tierra que no se habían visto, mientras que otras desaparecen. La tierra está en movimiento, las piedras se presentan según nuestra necesidad. Son buenas noticias”.
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