Juan Carlos Rodríguez
“Lo más llamativo de esta pandemia es lo extrañamente familiar que es”, expresa la periodista Sonia Shah, autora de “Pandemia. Mapa del contagio de las enfermedades más letales del planeta” (Capitán Swing), quien en un exhaustivo informe recopilatorio da cuenta de lo que a día de hoy se sabe acerca de estas periódicas plagas que asuelan el mundo.
A lo largo de su trabajo, Shah detalla los denominadores comunes en las pandemias y apunta que hasta no hace mucho tiempo se pensaba que el desarrollo económico era la panacea contra el contagio de las enfermedades. En este punto señala lo sucedido con el cólera, cuya expansión puede ofrecer una idea de lo que puede suceder en cualquier pandemia, pasada, presente o futura.
La joven investigadora se adentró en el corazón de los mercados chinos para ver en primera persona usos y costumbres en torno a la venta y consumo de animales, y explica la polémica forma de preparar la comida yewei, muy popular también en Myanmar, Vietnam y Tailandia.
Antes los microbios viajaban por agua y ahora lo hacen por aire. Si se trazan las líneas del avance del contagio a través de la geografía planetaria se ve la coincidencia con las rutas de las aeronaves comerciales. Es una imagen reveladora constatar que los vuelos directos consiguen que lo lejano se haga tan (rápidamente) cercano.
Al respecto también alude al llamado turismo sanitario o médico, concretamente con destino al país de sus ancestros, India, donde se realizan cirugías a extranjeros debido al bajo coste que representan, comparado con el existente en otras partes. No señala tanto el estado de los centros donde se hacen dichas intervenciones, sino el contexto urbano en cuanto a lo que a salubridad pública atañe. Aquí aparece otro factor para tomar en cuenta: la gestión de residuos en las ciudades (ni qué decir de las megalópolis) se complica cuando superan el espacio disponible para su eliminación.
En otro apartado, Shah habla del “efecto multitudes” (alta concentración poblacional), y para ello narra lo sucedido en el periodo de crecimiento de New York con la llegada de una oleada de inmigrantes irlandeses que se concentraron en Five Points, un barrio marginal antiguamente ubicado en la intersección de la calle Worth (originalmente calle Anthony), la calle Baxter (originalmente calle Orange) y un sector actualmente demolido de la calle Park, en Manhattan. El vecindario se creó alrededor del año 1820 próximo al antiguo lago colector de la ciudad, que tuvo que ser drenado debido a un grave problema de contaminación. El relleno del colector resultó ser muy pobre y la tierra se volvió pantanosa, llena de mosquitos. La mayoría de habitantes de clase media y media alta se fueron de la zona, que ocuparon los inmigrantes pobres, quienes aumentaron astronómicamente su número en los años 40 del siglo XIX. Lo que sucedió por entonces ocupa la crónica histórica de la salud pública neoyorquina.
Además del consumo indiscriminado de los antibióticos, otro consabido factor que suma en la ecuación, la periodista resalta el papel cuestionado de la Organización Mundial de la Salud y los polémicos intereses influyentes de sus donantes. Y no olvida mencionar que los expertos en biomedicina rara vez colaboran con los científicos sociales para hacer un frente común, más efectivo y abarcador, en las acciones públicas y privadas ante el desafío sanitario.
Explícitamente, Shah trata en un capítulo titulado “La venganza del mar” el impacto de la industrialización y la globalización, en el marco del cambio climático, y qué tipo de relación debe el hombre establecer con la naturaleza.
Sin duda, su conclusión de que “las pandemias han modelado el desarrollo evolutivo del hombre” puede ser esclarecedora si reconocemos, como bien dice, que “vivimos en un mundo de microbios” y que junto a las hambrunas, las pandemias jaquean el sueño (siempre latente) de alcanzar la inmortalidad. Tanto que entre sus consecuencias figura un posible efecto en la genética, lo cual nos conduce a pensar que los microbios configuran a la especie humana, tanto desde fuera como desde dentro, como herencia biológica.