Emi Zanón
Escritora y comunicadora
Año Internacional de las Ciencias Básicas para el Desarrollo. Así es como ha denominado la ONU el 2022 o Año 2 de la Nueva Humanidad. Año del Desarrollo de las Ciencias Básicas y, por qué no añadir, de la Espiritualidad Básica o del cultivo de la esencia inmaterial de uno mismo, que no precisa necesariamente de la religiosidad.
2020 y 2021 han sido para muchos distópicos y para otros un despertar. Un despertar en respuesta a la llamada al salto cuántico que como especie estamos dando y del que no todos, todavía, somos conscientes.
Se habla de estadías de vacaciones en estaciones espaciales, de cambios sustanciosos en el campo de la educación, de que no habrá límites de género, de eliminar las enfermedades y diseñar órganos e incluso seres humanos, todo ello debido a la imparable revolución tecnológica. Y además en un tiempo acelerado: ¡antes de 2030!
Sin embargo, de todos estos cambios que nos aguardan en esta nueva década, la búsqueda de la espiritualidad –el camino del autoconocimiento– será lo que marcará realmente el cambio, porque los cambios vendrán del interior. De ahí el desarrollo de la espiritualidad.
Cada vez son más las personas que despiertan a su espiritualidad, que emprenden caminos o prácticas espirituales, que no importan cuáles sean siempre que nos lleven a conectar con nuestra más sublime esencia que espera ser reconocida, y que al hacerlo nos empodera y nos hace construir desde el corazón, desde el Amor. Y nos hace cocreadores de una realidad que no necesita la tecnología para estar sanos y saludables; no necesita de aditivos artificiales para estar alegres y felices a pesar de todo lo que suceda a nuestro alrededor.
Porque esa conexión nos da la Paz, y donde hay Paz interior y armonía no tiene cabida nada que no sea de ese orden.
Somos lo externo y lo interno unido en uno solo. Y ello es lo que debemos entender todos y en especial nuestros niños y jóvenes, a quienes les deberíamos educar cuanto antes en la contemplación diaria o en la meditación. De hacerlo, veríamos disminuir estos altos índices de depresión que están alcanzando proporciones pandémicas en nuestro mundo “civilizado”.
Somos mucho más que materia, y nuestros niños y jóvenes –tan proyectados hacia fuera– deben saberlo.
El futuro está siempre en nuestras manos porque lo creamos en el momento presente. Avanzar tecnológicamente y a la vez espiritualmente hará posible un futuro equilibrado no solo para nosotros sino para todos los reinos de la naturaleza que acoge nuestro amado Planeta Azul.
Cuando estamos y actuamos en coherencia con nuestros respectivos mundos interior y exterior, alcanzamos de modo natural y sin esfuerzos aquello que nos proponemos.
Un planeta limpio y respetado a través del desarrollo de la ciencia y la espiritualidad unidas –las dos caras de la misma moneda– nos espera a la vuelta de la esquina. Solo hemos de ponernos en marcha.
Empieza, si todavía no lo has hecho, en esta nueva oportunidad que nos brinda la Vida, a buscar tu propio camino hacia el interior porque, como dijo el escritor francés André Malraux en el pasado siglo, “el siglo XXI será místico o no será”.
Espero que hayáis tenido un estupendo comienzo de año y que ello sea la tónica para los días restantes en los que la Vida nos ayudará a crecer, sin duda.
¡Feliz y próspero 2022! ¡Feliz Año 2 de la Nueva Humanidad!
¡Un abrazo enorme de Luz para tod@s!