Así como aman las estrellas

¿Te atreves a merecer, a decir un sí rotundo a una nueva vida, a renacer?

Davinia Lacht

Morabas en la pesadez inminente del recuerdo del ayer. La mente deambulaba con tal garbo y soltura que ni siquiera te diste cuenta de su danza entre tiempos. No eras consciente de cómo deambulaba, no buscabas vivir en el pasado, pero quedaba un hilo por cortar que pesaba. Pesaba y tardaste en percibirlo; no obstante, ¿qué es el tiempo, si no otra ilusión como la de ese pasado? Faltaba hacer frente con valentía a lo que fue para darse cuenta de lo que es. Hacía falta mirar a los ojos del porqué para poder optar por un sí, esa soy, esa fui, esa seré. Dichosa y maleable a la virtud del presente. Ligera y desprovista en un abrir y cerrar de ojos.

Pesaba el pasado y decides cortar por lo sano. Cortar radicalmente con lo que fue para nacer renovado, fresco y con un nuevo mundo ante ti: el mundo de esas oportunidades que te llaman, valientes, a la puerta. Pesaba el pasado y te negabas a mirarlo a los ojos, decidiendo no ver las manos que se aferraban a tus pies. Muchas manos, manos sucias, verdes y ásperas. Manos curtidas. Manos incapaces de acariciar cemento sintiendo terciopelo por haber perdido toda sensibilidad. Manos que te impedían seguir caminando.

¿Te atreves? ¿Te atreves a decir un sí rotundo a una nueva vida? ¿Te atreves a merecer lo que siempre has anhelado? ¿Te atreves a partir de cero en cada amanecer? Es el amanecer de una nueva vida llena de luz y de color. Querías vestirte de gala al llegar el debido momento, pero tal vez ese debido momento pueda llegar solo cuando decidas vestirte de gala y ver que cada suspiro es un sí, quiero. Cada respiración es un sí a la vida y decides respirar solo llenando plenamente los pulmones. Hoy es un gran día en su sencillez y hoy es el día en que sabes cómo quieres vivir el resto de tus amaneceres. La celebración siempre es ahora. El amor solo nace ahora, sin importar lugares ni distancias.

Hoy es un sí a la vida; y esta vida es solo tuya cuando te atreves a darle un sí.

Ibas caminando por la calle y sobraba la bufanda que, sin saber cómo, empezaba a asfixiarte. El abrigo pesaba sobre los hombros y, con valentía, decidiste que sería mejor enfrentarse al frío que ir cargada de pesares. El calor le hace a uno sentir cómodo, pero a veces es el frío el que nos hace sentir con vida. Seguiste caminando y los zapatos apretaban como si fueran de dos tallas menos que la tuya. Los pies rojos, magullados y con ampollas. ¡Y apenas habías sentido esa presión hasta ahora! ¿Por qué? Así que te quitaste los zapatos que parecían tener marcado un destino y continuaste caminando segura, tranquila y fuerte en ese sendero que conduce a la eternidad. Atrás quedaban los pasos que parecían haber sido dados sin tu permiso.

De pronto, todo era ligereza. Corrías, saltabas y los recuerdos del ayer se convirtieron en un dulce atardecer. Solo así podía seguir creciendo sana la vida. Solo así pudiste ver que la vida puede cambiar de un momento para otro y cuando menos te lo esperas. Vivir en un sinvivir no tiene sentido. Vivir tratando de aceptar no tiene sentido. Vivir solo puede ser vivir cuando se vive sin intentos y sin porqués. Cuando se vive por el mero hecho de vivir. Cuando somos conscientes de que Vivir es un acto completo en sí mismo. A menudo es suficiente con querer vivir con todo nuestro ser para que se nos ponga la vida en bandeja, para que nos digan y repitan que si no llegó, es porque estabas esperando; pero cuando el deseo de vivir es grande como el universo y nace del amor del que provienen las estrellas, nada puede fallar. Cuando amas desde el puro bien y solo buscando dar, ese amor deslumbra. Deslumbra como lo hacían tus ojos cuando mirabas las velas. Deslumbra como cuando veías el azul del mar rodeado de colinas. Deslumbra porque el blanco es tan brillante que se funde contigo hasta crear una luz de un color sin nombre.

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Solo así. Solo así podrás amar: cuando perdones y te perdones. Solo así podrás vivir: cuando sepas que las olas se funden tras el vaivén y no cuando están en calma. Cuando recuerdes que el movimiento de la vida te apartó de la semilla para darte un árbol y cambió la vela por el brillo intenso del sol. Vives por saber amar un amor que no es de uno. Amas por saber vivir esta vida del color de las flores que inundan con su perfume el jardín del alma. No hay vida que no sea dichosa. No hay final que no sea feliz. No hay camino que no sea eterno, ni eternidad que no sea salvación.

Vivir solo es posible en el ahora. ¿Te atreves? ¿Te atreves a renacer? Un sí profundo resonó en el viento mitigando todo sonido molesto que atormentaba tus oídos. El eco parecía derrumbar muros y abrir espacio. A partir de ese día, el único ruido fue el del cantar de los pájaros.

davinialacht.com



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