Patricia Fernández de Ordóñez
Adolfo R. Ordóñez
Tanto la Pascua, celebrada por la comunidad cristiana, como Pésaj, celebrada por la comunidad judía, son festividades que se conmemoran en fechas siempre coincidentes o cercanas a la luna llena de Aries.
Es interesante, observar y confirmar que en nuestra cultura contemporánea -desconectada, enajenada de los ritmos planetarios y cósmicos- las celebraciones religiosas están todas vinculadas (o prácticamente en su totalidad) con los ritmos celestes y planetarios, aunque no seamos conscientes de este hecho. Incluimos en nuestra reflexión a todas las religiones. Es sabido que el islamismo, por ejemplo, se organiza en derredor del calendario lunar.
La consideración, aunque inconsciente para la mayoría, de los ciclos de nuestras luminarias y de la Tierra en festividades comunitarias es importante al constituir una confirmación indicadora de que somos criaturas insertas en una totalidad que nos contiene y de la cual formamos parte, y a partir de la cual adquirimos sentido de ser, a pesar de nuestra percepción separada y desidentificada de dicha totalidad.
El divorcio que hemos forzado con nuestro entorno a partir del desarrollo creciente de una individualidad personal egoísta no puede perdurar, por absurdo y arbitrario. Es como si los dedos de una mano quisieran declarar no solo la independencia del resto del cuerpo, sino también su superioridad. Es evidente que tal declaración no durará efectivamente por mucho tiempo por ser insostenible.
Renovar la vivencia de totalidad
No desaprovechemos, entonces, estas festividades haciendo de ellas una mera ocasión mecánica repetitiva anual para brindar con otros comensales, para reproducir de modo estereotipado rituales heredados y vacíos de sentido, o para comer chocolate o escaparnos de nuestra enloquecedora rutina diaria, en un intento de descomprimir por algunos instantes la presión insoportable de nuestra existencia.
Aprovechemos estas festividades como verdaderas oportunidades, como ocasiones singulares que nos dan la posibilidad de reconectarnos con los ritmos cósmicos en los cuales estamos insertos (aunque no nos demos cuenta de ello). Esta reconexión con la totalidad cósmica tiene un efecto renovador, religador y potencialmente terapéutico.
Usualmente nos “pensamos” a nosotros mismos, seres humanos,como estando azarosamente en la Tierra y como habiendo aparecido en el universo por casualidad.
Por el contrario, la experiencia de “vivirnos” a nosotros mismosformando parte de una totalidad viviente (planetaria y cósmica), la cual se va manifestando y actualizando mediante estos ciclos vitales que celebran las distintas festividades, nos enraíza a la Vida, y nos permite percibirla como un entramado con múltiples y complejas interconexiones entre nosotros -humanos-, con los demás reinos de la naturaleza y por extensión con el resto del cosmos: restituye nuestro sentido de pertenencia al cosmos.
Nos hace darnos cuenta de la ilusión de nuestro aislamiento, de que la sensación de separación o de ruptura con lo que nos rodea es una fantasía. De hecho, sí hay separación entre las personas, los grupos y las naciones. Esta separación vivida como una realidad absoluta por sí misma puede llevar a la aniquilación y a la extinción (pero siempre de las partes). En cambio, si percibimos a la Uni-totalidad como la base de la diversidad en la manifestación, la separación siempre será una instancia relativa y temporaria, e incluso tal vez necesaria, pero de ningún modo peligrosa.
¿Por qué?, ¿cómo se puede separar definitivamente la unidad?
¿Por qué?, ¿cómo se puede dividir eternamente lo indivisible?
Permitámonos, entonces, separaciones y distancias cuando percibimos que son necesarias y saludables en determinados procesos vinculares para sanear excesos. Pero siempre teniendo como trasfondo el hecho de la unidad basal que nos da origen y sustento. Si partimos de esta vivencia de unidad, la separación será una instancia transitoria que favorecerá una reunión posterior con un nivel de integración más logrado, consciente y mejor.
Muerte y renacimiento
Pésaj significa “saltear”, así como “Passover”, la palabra de Pascuas en inglés. Se celebra en Aries. Este signo es el primero de los doce. Por lo tanto, el pasaje de Piscis a Aries involucra un “salto”, un fin y un comienzo, una “muerte y un renacimiento”.
Aries siempre involucra un “salto”, una ruptura con algo que venía dándose y no puede continuar. Algo debe morir para que otra cosa nueva advenga en su lugar. Nunca el pasaje entre Piscis y Aries es una continuidad. Y aquí está involucrada la función simbólica de Judas. El dolor de la entrega que involucrara una muerte, pero sin la cual no hay posibilidad de renacimiento. Meditemos en esto y la potencia transmutadora del duelo en nuestras existencias.
Aries pone a nuestra disposición la fuerza para todo aquello que tiene que comenzar; brinda el impulso y el coraje necesarios para poner en movimiento algo; otorga el empuje que permite al germen abrirse paso hacia la manifestación.
Reflexionemos sobre el morir y el renacer, y qué está muriendo en nuestras vidas, para acompañar a aquello que busca encarnar.
Este sentido de lo ariano es válido tanto en los niveles individuales y personales como en sus alcances colectivos, y para la consideración del propósito grupal.
Por eso, cuando se propone una meditación (receptividad) grupal en los plenilunios, el sentido de esta en derredor del simbolismo ariano, es ocasión para que nuestra psique se deje embeber por el propósito renovado anualmente para nuestro planeta, totalidad relativa de la cual formamos parte y a la cual pertenecemos.
Las primeras tres lunas llenas del año -de Aries, Tauro y Géminis- son especialmente relevantes, pues cada una indica el momento más oportuno del año para recibir las energías cualificadas por los tres principios de toda trinidad.
Toda trinidad simboliza a la totalidad, pero en un aspecto ideativo, es decir, aún no manifestada. Jung suele denominar a la trinidad “la totalidad imperfecta” porque será en el cuatro donde alcance expresión formal.
¡Feliz Pascua! ¡Feliz Pésaj!
Publicación original: https://nexocielotierra.blogspot.com/2016/03/reflexion-para-pascuas-y-la-luna-llena.html