Un cuerpo que se mueve con un balón evoca el placer de ser sostenido, la sensación blanda de un soporte esférico junto a la inquietud que plantea el equilibrio en esa dupla. Es una entrada placentera y lúdica para el trabajo corporal, un instrumento expansivo para adentrarse en un recorrido más íntimo y menos transitado hacia los sistemas orgánicos.
Entre ellos, la columna vertebral es una de las estructuras más conocidas a partir de su espectro menos amable: la manifestación de sus dolencias.
La esferokinesis desarrolla las cualidades de los balones para entrenar otros sistemas orgánicos que brindan soporte al cuerpo, rehabilitar y ampliar los rangos de movimiento.
La postura de flexión sobre el balón proporciona un soporte inicial flexible y blando para la extensión de músculos y ligamentos. Permite que las vértebras se acomoden sin la presión que la gravedad ejerce en posición vertical, y facilita que esa misma fuerza empuje al cuerpo hacia el balón, brindándole estabilidad y la posibilidad de extender la columna hacia sus dos extremos: el cráneo y el coxis. Además, continuarla en las proyecciones hacia el espacio a través de las extremidades.
La forma esférica del soporte que da el balón invita a la extensión de los tejidos de conexión, entre ellos los ligamentos, que se realiza de un modo intenso y profundo.
Permite la apertura de espacios internos y de los necesarios para que los discos intervertebrales se reacomoden en su espacio. Estos tejidos fibrosos, con su consistencia mullida, ofrecen amortiguación y protección a las estructuras óseas, a la vez que posibilitan una mayor continuidad al movimiento.
El soporte del balón facilita el descanso atento de los músculos, solicitados por el cuerpo en todo momento, tanto para mantener la quietud como para permitir la expresión del movimiento.
En la práctica es indispensable el respeto y el cuidado de las posibilidades que presenta cada persona. A partir de encontrar más comodidad y confianza, la esferokinesis propone el entrenamiento sensible de otras estructuras de sostén.
Rehabilitación y refuncionalización
La esferokinesis se basa en el trabajo desarrollado por Body Mind Centering. Esta escuela fue creada por Bonnie Brainbrige Cohen, en Estados Unidos, y desde décadas reúne investigaciones de anatomía vivencial con recorridos innovadores, sustentadas en el aporte de profesionales formados en áreas de la salud, el arte y el movimiento.
Cada sistema orgánico despliega posibilidades de movimiento y su exploración ayuda a rehabilitar y refuncionalizar tanto los espacios específicos de esos grupos como su expresión en la globalidad del cuerpo. Así, los órganos aportan su carácter blando y voluminoso; la linfa su fluidez, los ligamentos la continuidad y las glándulas su propiedad expansiva.
Las esferas proporcionan su soporte y las cualidades lúdicas que configuran un entorno que es propicio para cualquier aprendizaje.
Movimiento
El movimiento es una cualidad de los organismos vivos. Atravesar los rangos de movimiento que provocan limitaciones es hallar nuevas posibilidades que viajan desde los distintos sistemas orgánicos hacia el sistema nervioso central, procesador y coordinador de toda la información que recibe nuestro cuerpo.
En esa unidad funcional que es nuestro cuerpo-mente, encontrar nuevos caminos desde los huesos, articulaciones y músculos es reinscribirlos en el sistema nervioso central y abrir las posibilidades a nuevos intentos, manifestaciones y expresiones de esa energía que se manifiesta y se denomina movimiento.
La esferokinesis es un trabajo corporal que utiliza el soporte de balones o esferas de diferentes tamaños. El soporte que ofrecen brinda cualidades propioceptivas globales, específicas, sutiles y dinámicas. El trabajo corporal con esferas nació a principios del siglo pasado relacionado con la rehabilitación de funciones orgánicas y se desarrolla actualmente tanto como método como aplicado a otras formas de entrenamiento como danza, yoga, pilates o deportes como el fútbol y el rugby.