Andrés Tarazona
Hay un factor común entre las personas a las que les cuesta ampliar su profundidad espiritual: volver a la inocencia.
Para muchos, la inocencia es un aspecto de la infancia que no tuvo cabida en la madurez ya que ponerla en valor a determinada edad puede, por un lado, relacionarse con la inmadurez y, por otro, nos puede hacer sentir tan vulnerables al abuso que nos sentimos más seguros ocultando, durmiendo o, lo que es peor, rechazando nuestra inocencia.
Volver a la inocencia en la edad adulta -a diferencia de la inocencia con la que nacimos, gracias a la cual jugábamos sin preocupaciones, mostrábamos nuestros sentimientos sin pudor y disfrutábamos de lo que nos gustaba sin sentir ninguna culpa- requiere de un camino de vuelta a nuestro origen, que, una vez recuperada, nos permite disfrutarla y sentir sus beneficios con mucha más intensidad que cuando la teníamos sin ser conscientes de ella.
Una persona inocentemente madura recupera la capacidad de disfrutar de cada instante con un nivel de consciencia que le facilita profundizar en aspectos más sutiles de su interior como la sincronía universal y la espiritualidad.
¿Y cómo recuperar la inocencia si se ha perdido, dormido o rechazado?
¿Hay alguna forma de volverla a recuperar?
En todas las viviendas, la energía vital que la recorre vibra de 9 formas diferentes, según la orientación cardinal de la puerta de entrada.
Una de esas formas de vibración es la vibración que resuena con tres aspectos muy conectados entre sí: la inocencia, la creatividad y los hijos.
Si pudiéramos medir sus frecuencias, veríamos que ser inocente, ser creativa/o y tener un rol sano como hija/o tienen la misma modulación y tipo de vibración.
En mi caso, como interiorista, no es casual que al entrar en una vivienda y percibir la energía de una zona bloqueada de la casa, las personas que allí viven me cuenten que la relación con sus padres no es muy sana o que no logran avanzar espiritualmente porque no consiguen profundizar en ellos mismos.
La mayoría, cuando les hablo de recuperar su inocencia, se asustan y llegan, incluso, a aumentar su rigidez interior. Sin embargo, cuando les pregunto sobre cómo podrían mejorar internamente para tener un rol sano como hijos, su corazón se abre y muestran mucha información valiosa para recuperar la llave que buscaban sin saberlo: la inocencia.
Quizás el caso que te cuento a continuación pueda ayudarte a integrar mejor este concepto:
Visité la vivienda de una chica que hacía pocos meses se había separado de su pareja.
Me llamó porque sentía la necesidad de renovar la energía de su casa tras la ruptura y, cuando la visité, lo primero que percibí fue una rigidez muy fuerte.
A primera vista, ella parecía alegre y tranquila, pero el ambiente transmitía todo lo contrario, por lo que le pregunté sobre su forma de disfrutar la vida.
Fue curioso cómo, conforme me iba contando el modo en que le gustaba relajarse, leer o disfrutar de sus amigas, me iba dando cuenta de que su seriedad se agudizaba y se iba bloqueando.
Le pregunté si había disfrutado de todo ello durante su matrimonio y me confesó que no.
A su modo de ver, el matrimonio había supuesto renegar de lo que a ella le hacía sentir bien para satisfacer a su expareja.
Hacía más de 15 años que había perdido la conexión con el placer de disfrutar sin más.
Estudié la vibración de la vivienda y al localizar la correspondiente a la inocencia observé que el mismo bloqueo que sentía esta mujer en su interior se manifestaba en la casa.
En la zona de la inocencia se encontraba el inodoro y ello reflejaba una tendencia a valorarse poco y dar en exceso de ella misma.
Al verlo, le pregunté si ese comportamiento lo tenía en otros aspectos como en la familia o en el trabajo, y su respuesta fue un rotundo sí.
Me contó que siempre se había sentido sometida como hija y como trabajadora, y era lo mismo que había replicado en su matrimonio.
En estos casos, lo más importante es reforzar la energía de la vivienda para que sienta la fuerza y lucidez necesarias a fin de solicitar la tendencia desde su origen, y así lo hice.
Le di unas pautas decorativas para aumentar la vibración de la zona de la inocencia y realicé un seguimiento de su estado emocional durante unos días. Al cabo de una semana tomó consciencia de que llevaba muchos años rechazando internamente el comportamiento de su madre y sintió que debía realizar un trabajo de acercamiento y sanación de la relación.
Se sorprendió al ver cómo, cada vez que se abría de nuevo como hija, su capacidad para disfrutar del presente y de la vida era más amplia y cómo, sin esfuerzo, recuperaba de nuevo una visión de la existencia mucho más alegre y distendida.
En menos de dos meses su vida interior había cambiado la rigidez por la flexibilidad y su tendencia a someterse cambió a la capacidad de dar amor de forma consciente y segura de allí donde de verdad sentía darlo logrando.
Además, sintió cómo su mundo interior y su consciencia espiritual se abrían de la misma forma que lo hacía ella como hija: a la inocencia de saber recibir y sentirse agradecida.
Tu vivienda muestra tu forma de habitar dentro de ti. A través de ella puedes reforzar tus puntos débiles para que se conviertan en fortalezas y puedas elevar tu vida de vibración y de luz interior.
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